«Corremos el riesgo de tener una generación perdida»

Entrevista con Joaquín Nieto, director para España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

La crisis económica mundial ha contribuido a poner de manifiesto la fragilidad de los jóvenes en el mercado de trabajo. A las instituciones internacionales les preocupa que la crisis deje como legado una «generación perdida», integrada por jóvenes desvinculados por completo del mercado de trabajo. Euroxpress ha hablado con Joaquín Nieto, director para España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre las movilizaciones juveniles y la necesidad de invertir en políticas que creen empleo para los jóvenes.

Joaquín Nieto
Joaquín Nieto

Entrevista con Joaquín Nieto, director para España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT)

La crisis económica mundial ha contribuido a poner de manifiesto la fragilidad de los jóvenes en el mercado de trabajo. A las instituciones internacionales les preocupa que la crisis deje como legado una «generación perdida», integrada por jóvenes desvinculados por completo del mercado de trabajo. Euroxpress ha hablado con Joaquín Nieto, director para España de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre las movilizaciones juveniles y la necesidad de invertir en políticas que creen empleo para los jóvenes. El paro juvenil duplica en Europa al de los desempleados adultos, aunque para la OIT esta es una problemàtica que se reproduce igual en todo el mundo.

¿Podemos hablar del paro juvenil como un problema global, o es más preocupante en unos países que en otros?

Joaquín Nieto.- Estas movilizaciones se producen en todo el mundo. Lo hemos visto en el Magreb, lo hemos visto en España, en Israel y en Estados Unidos. Estos movimientos se producen en un momento en el que hay 81 millones de jóvenes desempleados en el mundo. A esto hay que añadir que 150 millones de jóvenes, que tienen trabajo, ganan menos de 1,5€ al día. Y en los próximos 5 años habrá 300 millones más que buscarán trabajo. Y no sabemos si va a haber trabajo para todos. Eso podría provocar una ruptura generacional y lo que es peor, podríamos estar ante una generación perdida.

eXp.- Estas tasas de paro ¿son comparables a las de los países europeos, lo que llamaríamos los países ricos?

J. N. - Sí, esta situación no sólo se produce en los países en desarrollo, también en los países más industrializados se dan unas tasas de desempleo juvenil que dobla la de los adultos, que ya de por sí ha crecido con la crisis. En España hay un 20% de paro, que en los jóvenes llega hasta el 40%. Eso sucede en todas partes y no olvidemos que estamos hablando de la generación mejor preparada también en todos los países. Eso no significa que porque estén mejor preparados encuentren mejor empleo, aunque en realidad los jóvenes más formados son los que tienen menores tasas de desempleo. Eso significa que la economía y las políticas económicas no están respondiendo a las necesidades de las personas y ese es el cambio que hay que hacer. Hay que pensar en las necesidades de las personas y en particular de la generación emergente, que está preparada, que busca empleo y que puede desarrollar un buen trabajo con un nivel de calidad y de eficiencia importante .

eXp.- La OIT ¿ha pedido a los gobiernos unas políticas concretas?

J. N. - Pedimos, en todo el mundo, que el empleo se coloque en el centro de todas las políticas. Eso significa juzgar la eficacia o no de esas políticas en función de si crean o no crean empleo. Porque para acabar con esta tipología de paro hay que crear empleo o no habrá trabajo para los jóvenes. Por supuesto eso habrá que acompañarlo de otras políticas específicas. ¿Qué es lo que tienen los jóvenes que hace que tengan más difícil acceder a un trabajo? La falta de experiencia. Por lo tanto en la formación que obtienen hay que combinar educación con práctica. También hay que orientarles.

eXp.- Pero para eso están los servicios públicos de empleo, ¿no?

J. N. - Los servicios públicos de empleo no sólo tienen que dedicarse a pagar el desempleo también tendrán que orientar a los jóvenes en la búsqueda de trabajo. Sólo el 5% lo encuentra en este tipo de servicios públicos. Otra condición es que el empleo que se cree sea de calidad, porque cuando no es así, los primeros que son expulsados del mercado laboral son los jóvenes.

Y eso sucede porque su empleo era temporal, era precario. Cuando el empleo es estable, cuando los contratos son indefinidos, la actividad es sostenible y los empleos de los menores de 30 años también se sostienen.

eXp.-¿Qué puntos hay en común en el paro juvenil en los países europeos?

J. N. - En todos ellos, como he dicho, el paro juvenil es el doble que el de los adultos. Y los jóvenes están reaccionando. Lo estamos viendo en todas partes, desde el Magreb a Nueva York. Hay una reacción que corresponde a una frustración en una generación preparada que ahora no encuentra empleo correspondiente a su preparación. Y también hay una frustración en su concepción de cómo funciona la sociedad. Hay una frustración política. No están conformes en como funciona la democracia, ni de quien dirige la sociedad, o la política económica. Y por eso toman Wall Street, el mayor símbolo de las tomas de decisiones económicas y lo hacen también en los lugares donde están los gobiernos electos.

Se da una crisis de identificación con la sociedad que no afecta sólo a la economia, sino que acaba siendo una crisis política de demanda de una democracia más activa, más representativa o más participativa. Y eso también es común desde el Magreb a Nueva York.

eXp.-¿Cómo valoran estas movilizaciones desde la OIT?

J. N. - Nosotros alertamos, siempre hablamos de la posibilidad de una generación perdida. Y la clave es la misma, poner al empleo en el centro de las políticas y dentro del empleo atender específicamente la situación del desempleo en los jóvenes. Para la OIT esa es la prioridad de las prioridades.

eXp.- Entre los problemas de los jóvenes del norte de África y de Europa, ¿Cuales son las mayores diferencias?

J. N. - Entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo hay varias diferencias. No se olvide que hay 152 millones de jóvenes trabajadores que cobran menos de 1,5€ al día. Hay muchos más que cobran algo más, pero no tienen derecho al desempleo, ni tienen derecho a la protección social... o que están en la economía informal. Sus problemas son mucho más agudos porque no son sólo problemas de los que no trabajan , también los que tienen empleo tienen muchos problemas. Y eso se nota en sus demandas, en su protagonismo... Son también sociedades con una composición demográfica mucho más joven. Y en los países desarrollados las demandas son de otro tipo, se pide un cambio en el funcionamiento de la economía y también en el funcionamiento de la política.

eXp.- Entonces podemos decir, que unos tienen unas reivindicaciones más básicas y otros piden mejoras estructurales

J. N. - Hay bastante homogeneidad. Yo creo que en realidad los movimientos juveniles del Magreb han inspirado al resto de movimientos. No sé si habría sido posible el movimiento de «indignados» que hemos conocido en España o en Estados Unidos sin el movimiento de indignación que vimos desde Túnez hasta Egipto.

eXp.- La OIT ha comparado cuatro países europeos, Alemania, España, Estonia y Reino Unido, y algunos resultados son bastante desalentadores.

J. N. - En primer lugar, existen desafíos desalentadores que los jóvenes de las economías desarrolladas deben afrontar como consecuencia de la actual crisis económica. Los que ingresan al mercado de trabajo compiten con un número cada vez mayor de jóvenes que buscan trabajo con menos vacantes. La duración del período de búsqueda de empleo se extiende cada vez más. Uno de cada cinco desempleados en Alemania, España y el Reino Unido ha tardado más de un año en encontrar un empleo. Luego, mientras que antes de la crisis los que tenían estudios tenían más posibilidades de entrar en el mercado laboral, ahora cada vez les cuesta más, casi tanto como los que no han estudiado. Muchos corren el riesgo de aislarse por completo del mercado laboral. La desmotivación puede tener un grave impacto social y, según nuestros estudios, eso puede llevar a un aumento de delitos, problemas de salud mental, violencia, consumo de drogas y exclusión social.