La difícil cuestión libia

Hablamos con Carlos Echeverría, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED

La guerra civil en Libia, que ha durado casi 8 meses, ha dejado una zona muy desestabilizada, porque muchas de las armas ligeras, que acumulaba el coronel Gadafi, han desparecido y se encuentren fuera de control, muy probablemente en manos de grupos terroristas o de traficantes de armas y personas. Este flujo se dirige principalmente hacia el Sahel, una vasta región sin ningún control político y donde AQMI (Al Qaeda en el Magreb Islámico) campa a sus anchas. Euroxpress ha hablado de esta situación con el profesor de Relaciones Internacionales de la UNED, Carlos Echeverría.

Carlos Echeverría
Carlos Echeverría/Foto:C.E.

Después de la guerra de Libia, ¿qué panorama se presenta ahora para la seguridad militar de la región del Magreb y el Sahel?

Carlos Echeverría.- En esta zona del mundo lo que está ocurriendo es que se han agravado males que ya existían. El Sahel es una franja en la que los tráficos ilícitos han reinado desde hace muchos años, incluido el tráfico de armas. Las diferentes revueltas de los tuaregs en las últimas décadas, la creación de la legión islámica por Gadafi en los años 70, los conflictos internos y transfronterizos han hecho de esa región un erial en términos de seguridad. El problema añadido es que la guerra civil en Libia, ha liberado indudablemente más armas que ya no están bajo el control de un Estado y eso empeora un mal que ya existía.

eXp.- ¿De cuantas armas podemos estar hablando?

C.E.- Podemos estar hablando de decenas de miles de pistolas , fusiles de asalto, lanzagranadas o morteros. Pero las que producen más inquietud actualmente y que son más letales son los misiles tierra-aire. Tanto el SAM-7 que es un misil de una generación antigua pero que sigue siendo eficaz y muy operativo para quienes lo sepan utilizar, como los más modernos SAM-24. Actualmente se ha perdido el control de las armas que Gadafi había comprado gracias a los petrodólares y a esa afición que tenía a dotarse de unos arsenales inmensos.

eXp.- En una reciente conferencia en Argel, los países de la zona y otros como Estados Unidos o Europa han mostrado su gran preocupación por esa situación

C.E.- Preocupa mucho a los países de la región, no perdamos de vista que siendo una inquietud para occidente -tanto Estados Unidos como Europa- los que realmente sufren las repercusiones de ese flujo de armas son Argelia, Malí, Níger en los que el terrorismo yihadista es una realidad cotidiana. Desde hace años se están creando instrumentos de coordinación regional para hacer frente a esa amenaza. Recordemos los secuestros de los cooperantes. Hay 3 franceses que desde hace más de 1 año son rehenes de Al Qaeda, y una ciudadana italiana que también lleva muchos meses secuestrada.

Como digo, los misiles son las armas que crean más temor porque ponen en peligro a la aviación comercial en toda la región del Mediterráneo. Son armas que se pueden mover con mucha facilidad, no sólo en el continente africano, sino fuera de él.

Hasta que la situación no se estabilice en Libia este escenario puede ser aprovechado no sólo por los terroristas de Al Qaeda en el Magreb, que son los que más daño nos pueden hacer a magrebíes y europeos, sino por grupos de delincuencia organizada, cualquier tipo de contrabandistas o personas que puedan beneficiarse de las mayores facilidades que tienen ahora para exportar y mover ese arsenal.

eXp.-¿Qué efectos pueden sufrir los países aledaños, en el Mediterráneo y en África?

C.E.- Hay que intentar dibujar escenarios de futuro en el medio y largo plazo. Sabemos que tanto en Malí como en Níger ya ha habido movimiento de personas y de materiales procedentes de Libia y del régimen derrocado. Ambos países han sufrido en las últimas décadas conflictos internos que tienen que ver con las revueltas de los tuareg, y recientemente ha habido desapariciones de mandos de ambos países -y de origen tuareg- que pueden haber pasado a una fase distinta. Esto facilita la inestabilidad de un Sahel que por otro lado ya está bastante desestabilizado.

eXp.- Ud. habla del «bazar de Libia», pero toda la zona del Sahel se ha convertido en un gran mercado de armas totalmente descontrolado.

C.E.- Es una zona de miles de kilómetros con fronteras que no se pueden controlar. Esa fluidez es aprovechada por elementos hostiles, sean terroristas o traficantes de cualquier índole, incluso de seres humanos. Sabemos muy bien con que facilidad se mueven por esas fronteras. Por tanto a los déficits, que ya existían en términos de seguridad, se añade ahora esa desestabilización estructural provocada por el fenómeno de las revueltas árabes, que han creado una pérdida de control por parte de los estados. Libia ya era un problema antes de las revueltas árabes pero Gadafi era capaz de controlarlo, combinando el uso de la fuerza y distribuyendo las dádivas que le permitían los petrodólares. Pero cuando esa dinámica se rompe todas las contradicciones de la Libia de Gadafi estallan y es lo que nos encontramos ahora, no sólo nosotros como países más o menos cercanos, sino sus vecinos más próximos como Argelia, Egipto, Túnez y la región del Sahel.

eXp.- Entonces, ¿hemos pasado de unas revueltas árabes que pensábamos que iban a modernizar la sociedad a tener un problema de seguridad defensiva?

C.E.- Las revueltas han provocado una ruptura con un «statu quo» establecido. Lo habitual era que cuando había revueltas eran temporales y muy limitadas, todo acababa «volviendo a su cauce», aunque no fuera el más deseado. Pero en la medida en que se han ido encadenando fenómenos que nos han dejado a todos sin respiración, léase Túnez, Egipto, Jordania, Marruecos, etc..., a algunos les hizo creer que los vientos de la historia apuntaban hacia la apertura y la modernización del mundo árabe porque sí. En realidad lo que hemos visto es que cada país es un caso en sí mismo. En Libia cuando se ha roto el control que se mantenía con pago de fidelidades a las distintas tribus y clanes, se ha entrado en una estrategia de guerra civil. Una confrontación interna a la que se añade una intervención militar exterior y que ha dado pie a una situación muy complicada.

eXp.- Y ante esta situación, no podemos olvidar que Estados Unidos mantiene un ejército en la zona.

C.E.- Estados Unidos ha definido una estrategia hacia la región del Magreb y del Norte de África después del 11-S. Antes tenía relaciones con cada estado. Esa zona ha sido de deslocalización de Al Qaeda y eso ha llevado a que ellos y también los europeos, ya sea a nivel individual como España o Francia o a nivel colectivo la propia Unión Europea, hayan definido una estrategia hacia esa área. En términos militares, esos países quieren resolver sus problemas por sí mismos, pero son sinceros al expresar la incapacidad para hacerlo. El equilibrio no es fácil pero debe moverse entre los esfuerzos nacionales y la colaboración internacional.

Lo que sí está más claro de cara al futuro, y con una aproximación más global, es que el Sahel requiere de una atención por parte de los estados de la zona y también de otros actores que no son de la región pero que tienen intereses, como EE.UU o los países mediterráneos de la UE.

eXp.- O sea, que Al Qaeda en el Sahel puede haber sido el más beneficiado del conflicto libio.

C.E.- Lo fácil es obviar que esta realidad está ahí. El terrorismo a parte de los daños que provoca de tipo humano, no olvidemos que mata a musulmanes en países musulmanes de la región, es sobre todo un elemento que distancia a los pueblos, paraliza su desarrollo político y económico, y por tanto es una amenaza.

Y es un escenario como este, en el que las armas se mueven con gran fluidez, es muy importante que en el ámbito de la seguridad y la defensa se defina primero el problema y luego se apliquen respuestas y estrategias.