Listas electorales paneuropeas: los 25 eurodiputados de oro

El Parlamento europeo plantea una radical reforma de su sistema electoral que permitiría la presentación de listas paneuropeas, con candidatos que se puedan votar en los 27 Estados de la UE. La propuesta supone una verdadera revolución democrática que posiblemente reduciría la altísima abstención que se registra en los comicios, alejaría planteamientos nacionalistas de partidos y eurodiputados y reforzaría el papel de la Eurocámara en las decisiones europeas. Ahora falta que la Comisión Europea concrete la idea y que los gobiernos la aprueben. No es fácil.

Sala de plenos del Parlamento Europeo en Estrasburgo
Sala de plenos del Parlamento Europeo en Estrasburgo

El Parlamento Europeo ha aprobado por amplio consenso una propuesta nueva y radical de reforma electoral. En ella se plantea crear una circunscripción única europea en las elecciones, con candidatos que se puedan votar en todo el continente. El Parlamento Europeo se está convirtiendo de facto en el verdadero defensor de europeísmo, en contra de las políticas egoístas de ciertos líderes nacionales. Aunque el PE todavía depende demasiado de sus partidos nacionales, la creación de unas listas paneuropeas puede transformar la concepción del electorado europeo, motivando así la resolución de presupuestos nacionalistas que aún le queda por superar y marcando un hito en la historia de la democracia en el mundo.

Esta reforma del derecho electoral europeo no parece haber trascendido aún de los ambientes del Parlamento, pero en realidad puede ser un empuje a la democracia del continente que hará que, aprovechando la nueva distribución de escaños con la entrada de Croacia, se creen listas transnacionales y paneuropeas de 25 candidatos que serían la verdadera representación europea. Es decir, que en las próximas elecciones, aparte de sus candidatos nacionales, los ciudadanos podrán poner una cruz a sus candidatos europeos, dándole al Parlamento una doble legitimidad.

Tras Lisboa, el Parlamento contará oficialmente con 751 eurodiputados, propuestos por los partidos nacionales de cada país, haciendo que sus partidos europeos sean poco más que la suma aritmética de estos. Además, el Parlamento Europeo siempre ha contado con otros hándicaps propios de su naturaleza, algunos muy complejos y otros relativamente fáciles de superar si hay verdadera voluntad política. Pero es seguro que el intento de aumentar la participación y el interés de Europa pasa por propuestas como ésta. Porque aunque parezca que el cambio de resultados no vaya a ser muy diferente, conviene recordar que aunque Holanda y Francia votaran negativamente a la Constitución Europea –justamente por estos problemas de nacionalización del debate europeo- la realidad es que, si hubiéramos contado los votos juntos de toda Europa y no por países, el sí habría ganado.

Reivindicar la labor de la Eurocámara

Desde el comienzo de esta crisis nos estamos dando cuenta de la verdadera importancia que tiene la UE en la toma de decisiones económicas de los Estados y que además no se debería tratar al Parlamento Europeo como una cámara inútil o poco funcional. Y aún menos cuando muchos Jefes de Estado y de Gobierno dejan de mirar por el interés común europeo y se preocupan únicamente por su opinión pública nacional.

En esta legislatura -y aunque a nuestros periodistas les guste más el morbo de los vuelos en primera antes que explicar lo que muchos no terminan de entender- el PE se ha erigido como el único defensor de una Europa de los Ciudadanos, y esto no hace sino demostrar la necesidad de independencia que se necesita de las influencias nacionales. Los ejemplos son diversos, pero vemos como varios eurodiputados han puesto el grito en el cielo por la imposibilidad funcional de los rescates a Grecia, como los verdes; unos cuantos se manifiestan por una Europa del crecimiento y no únicamente de la austeridad, como los socialdemócratas; muchos buscan la creación de un Tesoro Europeo y Eurobonos, como los liberales; y otros han hecho efectivo el comienzo de un sistema de supervisión financiera europea, como los demócrata-cristianos.

Esta propuesta de europeización del espacio electoral europeo también afectará directamente a una de las cuestiones que influyen en la baja concurrencia a las elecciones; porque en la Eurocámara los miembros actualmente existentes pueden englobarse en dos grandes grupos, no por ideología sino por interés con el tema a tratar.

Muchos de los eurodiputados no llegaron a la cámara por amor a Europa, sino por diversas cuestiones de los partidos nacionales que a veces han llegado a tratar al PE como un cementerio de elefantes, pensando que sería como estar en el Parlamento de su respectivo país, cuando la Eurocámara tiene un potencial de negociaciones mucho más rico y complejo. En fin, la realidad es que podemos contar con eurodiputados dedicados en cuerpo y alma a la cuestión europea gracias a la práctica que han ido adquiriendo, o bien otros que vayan a los plenos sin pena ni gloria, deseando volver a su país de origen para tratar los temas que realmente le interesan.

Pero el Parlamento Europeo es una de las cámaras más transparentes que existen, donde se puede clarificar más fácilmente el trabajo personal de nuestros eurodiputados desde la pagina web del PE, que demuestra lo dicho anteriormente. Y recomendado también pasarse por www.votewatch.eu/ para descubrir, con todo lujo de detalles, la acción -o inacción- de nuestros europarlamentarios españoles. A lo mejor se llevan sorpresas con algún líder de grupos políticos españoles que no dejan de "comerle a uno la oreja", pero que a la hora la verdad no participan ni en la formulación del horario.

Un gran paso hacia la Europa de los ciudadanos

Problemas como éstos podrán ser solucionados con la propuesta de lalistas transnacionales, que serán diseñadas por los partidos políticos europeos, dándoles una clara predominancia en el proceso y que, acompañado por el nuevo Estatuto jurídico especifico que ahora están desarrollando, permitirá que los partidos europeos cuenten con un verdadero empuje en el proceso.

Actualmente la propuesta, que ha sido dirigida y trabajada durante años por el eurodiputado liberal Andrew Duff, se encuentra de vuelta a la Comisión Europa para conseguir mayores consensos, ya que todavía tiene algunas lagunas. Habrá que esforzarse para que no se convierta en un intento de representación extralimitada de losgrandes países, ni que el aumento a más eurodiputados a una cámara ya bastante extensa dificulte la efectividad de esta. Y será necesario concretar cómo serán las listas, la elección de candidatos, etc. porque está causando bastante revuelo en el Parlamento. Y es que entre los que hacen de un charco un océano y los que dicen que es demasiado pronto, se encuentran los conservadores británicos –que han dejado caer que su gobierno no lo aprobará-, eurodiputados eurofobos y extremistas, y algunos miembros de grandes grupos que son más euroescépticos.

Esta propuesta tendrá que ser aprobada por el resto de las instituciones europeas y, aunque la Comisión parece tener algunas dudas en las formas, el fondo parece convencer todavía vacilando sobre si los ciudadanos entenderán la propuesta. Pero el conflicto estará en el seno del Consejo Europeo, donde los líderes nacionales responderán de manera diversa. Al tener que ser aprobada por todos los estados miembros, incluso los más euroescépticos, puede que se politice el debate y que se lleve a referéndum en un momento donde pueden pagar justos por pecadores.

Un incentivo para la participación electoral

Pero de todas maneras, y aunque habrá que ver si se puede conseguir para las próximas elecciones, la realidad es que se puede sacar mucho provecho. Puede incluso hacer que el próximo sucesor de Barroso salga de una de estas listas con mucha más legitimidad de la que cuenta ahora cualquier presidente de la Comisión Europea, porque sería elegido directamente por los ciudadanos europeos y así se dejará de hablar tanto del términodéficit democrático, tan mal usado hoy en día. Y por supuesto motivará a ir eliminando ese cúmulo de circunstancias que motivaba a los ciudadanos a quedarse en casa, como la falta de intereses mediático, lamisma elección nacional, o la aparente falta de poder entre otras razones. En realidad, esta simple propuesta ya será mucho más útil para luchar contra la abstención que gastarse los 18 millones de euros en publicidad institucional de las pasadas elecciones.

Con este nuevo enfoque europeo tan necesario para sacar el debate de las elecciones de la ceguera de la política nacional donde, en vez de campañas electorales nacionales -marcadas por el "premio o castigo al gobierno de turno"- se funcione con campañas, argumentos y perfiles europeos es un verdadero logro democrático. Y permitirá empezar a replantearse otros problemas más complejos como el hecho de los 27 diferentes sistemas electorales que hacen que, en las últimas elecciones europeas, en Austria se pudiera votar con 16 años, en Bélgica o Dinamarca las listas fueran abiertas, o que en Chipre o Grecia fuera obligatorio votar.

De esta manera, el hecho de convertir las actuales elecciones en verdaderas elecciones europeas, se cristianiza como un paso esencial para el desarrollo de la Europa política, que no puede ni debe dejar sola a la Europa económica, y bien estamos sintiendo no habernos dado cuenta antes. Es necesario que la construcción europea deje de ser un proyecto de élites, para que se convierta en una lucha de todos, y que los ciudadanos entren de lleno a formar parte del proceso. Por eso es importante sacar este debate del Parlamento, y que sean los mismos ciudadanos los que exijan unas listas paneuropeas y que así la UE asuma una nueva responsabilidad democrática.

El PE ha movido ficha, ahora solo falta que la ciudadanía motive a gobiernos, partidos políticos y los medios de comunicación a que pongan de su parte para que por fin llegue el mensaje y la relevancia de una cámara que, por el esfuerzo de ser reconocida, ha hecho más que muchas de las cámaras nacionales. Y aunque no pudiera hacerse en las siguientes elecciones, es necesario empezar a debatir ya. Porque hay que reducir la distancia con la población, y así llevar a cabo el proyecto de Jean Monnet de no coaligar Estados, sino unir personas.