China llega a América Central con satélites y megaobras

El Parlamento Europeo acaba de votar a favor de la entrada en vigor del acuerdo de asociación entre la UE y seis países de América Central. Es el primer acuerdo que negocia la UE región a región. Mientras, China se está instalando con obras faraónicas que van desde satélites a canales interoceánicos.

Mapa con el canal de Nicaragua y Panamá señalizados
Canal de Nicaragua que construye China/ Foto: Jonadab CC BY-SA3.0

El Parlamento Europeo acaba de votar a favor de la entrada en vigor del acuerdo de asociación entre la UE y seis países de América Central. Es el primer acuerdo que negocia la UE región a región. Mientras, China se está instalando. Desde satélites hasta canales interoceánicos, las inversiones más innovadoras y más faraónicas en América Central proceden de China, con quien seis de los siete países del istmo no tienen relaciones diplomáticas.

China sostiene una expansión comercial e industrial avasallante en la región, que esta no logra capitalizar para ampliar sus ventas al gigantesco mercado asiático. «Los intereses chinos han crecido y, como toda potencia, es más lo que quieren colocar que lo que quieren comprar», nos dijo el cooperativista Jesús Garza, de la Asociación de Organismos No Gubernamentales de Honduras, que promueve el desarrollo empresarial sostenible, entre otros fines.

Por ejemplo, en el oriente hondureño, la empresa china de capitales estatales Sinohydro construye la central hidroeléctrica Patuca III, con capacidad para generar 104 megavatios, a un coste de 350 millones de dólares.

El presidente de Honduras, Porfirio Lobo, se reunió en septiembre con ejecutivos del Banco de Desarrollo de China para explorar otras inversiones en energía y comunicaciones. Pero la presencia china se muestra mucho más ambiciosa en Nicaragua.

El presidente de ese país, Daniel Ortega, firmó el mes pasado un memorando de entendimiento con la recién creada HK Nicaragua Canal Development Investement Co, con sede en Hong Kong y presidida por un magnate de las telecomunicaciones, para financiar y construir un paso interoceánico entre el mar Caribe y el océano Atlántico, sueño largamente acariciado por Managua.

Según estimaciones nicaragüenses, la obra costará 30.000 millones de dólares y durará 10 años. HK Nicaragua, encabezada por Wang Jing, presidente de la empresa de telecomunicaciones Xinwei, deberá desarrollar un canal húmedo para el paso de buques de gran porte, y un ferrocarril de carga, construir un puerto de aguas profundas en Monkey Point, sobre el Caribe, y remodelar el de Corinto, en el Pacífico.

Managua también negocia con China Great Wall Industry Corporation el desarrollo y la compra de Nicasat-1, un satélite de tercera generación valorado en 300 millones de dólares, que ofrecerá desde 2016 modernos servicios de telecomunicaciones, Internet y televisión digital para Nicaragua y la región.

El acuerdo podría concretarse en lo que resta de este año en Beijing entre el Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Great Wall Industry, que ha fabricado satélites para varios países de América Latina, África y Asia.

En El Salvador, Costa Rica y Guatemala, las inversiones chinas abarcan energía solar, industria petrolera y telecomunicaciones, entre otros sectores, a través de empresas como Huawei, Suzhou Guoxin Group y National Petroleum Corporation.

A pesar del efecto económico positivo que puedan tener estas inversiones, Garza advierte de que se debe conocer «bajo qué condiciones ocurren, si respetan los derechos laborales y las normas ambientales, y es ahí donde se pueden ver los impactos negativos».

En Honduras, por ejemplo, la no gubernamental Asociación Patuca denunció irregularidades en la licencia de Recursos Naturales y Ambiente emitida en 2011 por la Secretaría que declaró «ambientalmente viable» la central Patuca III,

Por otra parte, el istmo no tiene condiciones competitivas para vender sus productos a China. La asimetría de población es solo el aspecto más evidente: aquí viven 42 millones de personas; allá, más de 1.300 millones.

La producción centroamericana es mayoritariamente agrícola. «Pero no es rentable para China comprar aquí frijol o fruta por la distancia y los costes» que esta impone para volúmenes relativamente pequeños, apunta Garza.

América Central tampoco ha logrado la unificación aduanera, que le permitiría un arancel único, reglamentos y legislación comunes en materia comercial, aduanera y sanitaria, facilitando el comercio exterior y la competitividad, según la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (Sieca).

La región ha aumentando sus ventas al mercado asiático, pero la balanza comercial sigue siendo ampliamente negativa. Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua -cinco de los siete países centroamericanos- vendían en 2004 a China 196 millones de dólares. Y entre enero y mayo de 2012, sus exportaciones a ese mercado sumaron 219,6 millones de dólares, indica la Sieca.

Pero en esos mismos meses, los cinco países importaron 1.435 millones de dólares de China. «Comercialmente, China no se puede negar», dice el economista Paulo De León, de la empresa consultora ca-bi.com/ Central American Business Intelligence, con sede en Guatemala. Si bien el beneficio regional «no es tan evidente como el de Chile, por ejemplo, que es quien produce más cobre en el mundo y China es su principal comprador».

Por las distancias y los fletes, a China no le conviene comprar productos básicos en América Central pues «el costo sería demasiado alto», incide. En su opinión, la región debe enfocarse en el más cercano mercado estadounidense. «Hay que mirar más hacia Estados Unidos. Tenemos un mercado grande a hora y media en avión; también tenemos a México y a Colombia, con los que tenemos tratados de libre comercio», dice.

En cambio, China puede beneficiar con inversiones a la región, que «tiene grandes necesidades en materia energética para las cuales Guatemala, por ejemplo, no tiene dinero».

El istmo está también constreñido por privilegiar los vínculos con Taiwán, territorio al que Beijing considera una provincia rebelde. Pero en Costa Rica, único país centroamericano que tiene relaciones diplomáticas con Beijing, las cosas no se ven de manera distinta.

En la agroindustria, «hablamos de café, azúcar y algún otro producto agrícola», en Costa Rica «no hemos tenido un gran impacto comercial» derivado del establecimiento de esos vínculos formales en 2007, dice el cooperativista Gilbert Ramírez. De hecho, San José y Beijing firmaron en 2010 un tratado de libre comercio.

Ramírez explica que «Hemos conversado con empresas chinas para vender café y azúcar; y a nivel de microcréditos o crédito para consolidar nuestro modelo a través de la promotora de exportaciones de Costa Rica, pero después de cierto tiempo no hemos concretado ningún proyecto».

Ramírez también cree que el mercado estadounidense sigue siendo más atractivo porque «está más cerca y nos entiende más», dice, refiriéndose a las barreras culturales que se alzan entre esta región y el Oriente.

Pero América Central sigue buscando oportunidades comerciales en China. El empresario Pedro Barnoya, de la Cámara de Cooperación y Comercio China- Guatemala, explica que el 19 de este mes se inauguró una oficina comercial en la ciudad de Shanghái, polo económico y financiero y mayor puerto del mundo por volumen de mercancías, «para buscar y encontrar compradores a los productos que necesitan».

Además, «se está trabajando con el Consejo Chino para el Fomento del Comercio Internacional e instituciones privadas para crear un comité de negociación permanente» con la región. Una delegación guatemalteca estuvo a mediados de este mes en la VI Cumbre Empresarial China-Latinoamérica y el Caribe en la ciudad de Hangzhou.

Pese a todo, «lo más importante es ir al continente, porque es ahí donde está el poder adquisitivo», concluye Barnoya.