«Desde un punto de vista humano, la Comisión ha gestionado la crisis de forma muy negativa»
Hablamos con Henri Malosse, presidente del Consejo Económico y Social Europeo (CESE)

Hace poco menos de un año que el francés Henri Malosse asumió la presidencia del Consejo Económico y Social Europeo, un organismo consultivo de las instituciones europeas en materia económica y social, las más afectadas por la crisis. Nacido en Córcega conoce bien como las medidas restrictivas de Bruselas han afectado, principalmente, a los ciudadanos del sur de Europa. Esta semana visita España, y hemos hablado con él de varias crisis europeas: la económica, la social, la política y la internacional.

Henri Malosse
Henri Malosse ©EU2014

Hablamos con Henri Malosse, presidente del Consejo Económico y Social Europeo (CESE)

Hace poco menos de un año que el francés Henri Malosse asumió la presidencia del Consejo Económico y Social Europeo, un organismo consultivo de las instituciones europeas en materia económica y social, las más afectadas por la crisis. Nacido en Córcega conoce bien como las medidas restrictivas de Bruselas han afectado, principalmente, a los ciudadanos del sur de Europa. Esta semana visita España, y hemos hablado con él de varias crisis europeas: la económica, la social, la política y la internacional.

euroXpress.- Ha visitado Grecia, Italia, España, varios países que han sufrido la crisis económica. ¿Cómo ve la situación cuando los gobiernos dicen que ha comenzado la recuperación económica, al menos en los datos macroeconómicos?

Henri Malosse.- Las cifras, las curvas, no es lo que define la vida de las personas. Tengo muchos testimonios acerca de la situación en España que me ofrecen mis colegas españoles, que son objetivos, porque son empresarios, trabajadores, representantes sociales y me explican lo que ocurre desde diferentes ámbitos. En mis visitas me he reunido con la sociedad civil, con los jóvenes, con asociaciones, con responsables sindicales, empresariales y políticos. También con los gobiernos y la oposición. En España, me consta que el presidente del gobierno tiene la voluntad de remediar las dificultades del país. Sobre el papel la situación está un poco mejor, pero es cierto que la realidad de la vida cotidiana para millones de españoles sigue siendo muy difícil. Con lo cual hay una paradoja, un contraste entre las cifras macroeconómicas y la realidad.

eXp.- Hubo un momento entre 2010 y 2013 que en países como España, Grecia, Portugal o Italia parecía que se iba a producir una explosicón social, y no la ha habido. ¿Eso demuestra que los ciudadanos son responsables o qué han tirado la toalla?

H.M.- La evolución social está en eso, pero no de la misma manera que hace 50 años. Hace 50 años, la explosión social eran huelgas, ahora hay mucha menos gente afiliada a los sindicatos, tampoco hay grandes fábricas con miles de trabajadores, los funcionarios se movilizan, pero hay que tener en cuenta que en cierta manera son la población mejor protegida. ¿A quién le afecta de verdad la crisis? a gente aislada, a personas mayores, no a los que se van a manifestar en la calle, son madres solteras que tienen dificultades para llegar a fin de mes, y ellas tampoco van a estar en la calle manifestándose, porque tienen que cuidar de sus hijos y buscar como cubrir sus necesidades básicas. Hemos visto la desesperanza social en forma de suicidios en Grecia, en Bulgaria... Pero luego están los jóvenes, a los que hemos visto en la calle muy activos. Así que son nuevas maneras de expresarse y la explosión social en el sentido clásico como se dio en mayo del 68 en Francia es ya pasado. Eso es el siglo XX, pero ahora estamos en el siglo XXI y los jóvenes muestran su cólera en las redes sociales.

eXp.- Se habla de una generación perdida en Europa, principalmente por el alto índice de paro juvenil.

H.M.- Yo tengo por costumbre no hablar de una generación perdida, ni siquiera lo pronuncio. Es una generación que se expresa, y si se expresa no está perdida. Los que se manifestaban en la Puerta del Sol, se autodenominaban indignados, eso quiere decir que estaban enfadados pero son gente muy digna. La difícil situación laboral de muchos de ellos ha hecho que tengan que plantearse salir de sus países. hay jóvenes en Grecia que me decían «nos sentimos como emigrantes en nuestro propio país», pero hay que tener en cuenta que irse a otro país debe ser una elección, no una obligación. Otros jóvenes me han dicho, en las próximas elecciones europeas voy a votar por la extrema derecha, no porque sea fascista o nazi, sino porque quiero protestar contra este sistema que no me aporta ninguna esperanza. No es una generación perdida, es una generación que se mueve y que cuenta con muchos emprendedores. A menudo son gente muy responsable, son personas que quieren montar empresas. Ya no quieren volver atrás, miran hacia adelante, piensan que de ellos depende seguir adelante en la construcción europea, por lo tanto no son una generación perdida, al revés es mucho más lucida que la mía.

eXp.- Otra parte de la sociedad muy afectada por la crisis son los adultos con más de 45 años, muchos están endeudados con los bancos, ven peligrar su jubilación. De ellos se habla muy poco.

H.M.- Es cierto que hay muchos problemas, pero para mí la prioridad son los jóvenes, nosotros somos los que tenemos que luchar por las generaciones jóvenes. Lo que ha sucedido con la crisis bancaria, que ha afectado muchísimo a España, es algo tremendo, pero yo creo que los bancos tienen que pagar eso, ¿porqué tienen que pagarlo las nuevas generaciones?. Las instituciones financieras, son responsables, porque lanzaron la locura de las subprimes y todos los artilugios bancarios, un consumismo desenfrenado, esa locura de querer tener cada vez más..., pero la verdad es que todos somos responsables de querer tener más de todo. Así que estamos pagando errores colectivos, que todos hemos cometido en los últimos años. Era una sociedad sin ética, inmoral, basada en el consumo. Por eso digo que mi prioridad son los jóvenes.

eXp.- El ciudadano tiene la sensación de que en esta crisis lo que más se ha tocado ha sido el mercado laboral, que es lo que afecta más directamente a los ciudadanos que no son los grandes causantes de esta crisis.

H.M.- Creo que en los últimos 30 años, precisamente por ese interés en querer tener más, la fiscalidad se ha basado prácticamente en el trabajo, en los trabajadores, en los empleados y también en los empresarios. Eso es un error porque, lo acabamos de ver con el primer ministro italiano, Matteo Renzi, que procede de la izquierda, y ya ha anunciado que reducirá drásticamente la fiscalidad del trabajo y de las empresas...

eXp.- Y también lo dijo François Hollande...

H.M.- Sí el señor Hollande también, pero no de forma tan clara. Siento decirlo, pero no aclaró muy bien el qué y el cómo, mientras que Renzi ha tomado unas decisiones más transparentes, que se refieren a todos, también al sector público... Yo creo que hay un gran problema respecto a la fiscalidad, y sería más razonable trasladarla hacia el consumo, que es una idea a la que se está volviendo ahora. La situación de los mercados y de la deuda, es preocupante y me parece un escándalo que en Europa, en la UE, no se contemple la mutualización de la deuda, porque no es normal que los tipos de interés en España sean tres veces superiores a los de Alemania o Austria, cuando estamos hablando de la zona euro. El Banco Europeo de Inversiones tiene que hacer algo. El rechazo de Alemania a poner en común la deuda con la emisión de eurobonos, es algo que le sale muy caro a un país como España. Por cierto, que el presidente Rajoy debería ser más enérgico con Alemania, pero para eso tiene que contar con un pacto de estado, para obligar a Alemania a aceptar lo que sería razonable, que es la puesta en común de la deuda.

eXp.- El Comité Económico y Social Europeo es un órgano consultivo de la Comisión Europea ¿les escuchan, les hacen caso?

H.M.- Claro que me hacen caso, si no me hicieran caso, se arrepentirían. Los representantes del CES no nos olvidamos de nuestro papel consultivo. Somos la institución que representa a la sociedad civil, y tenemos una fuerza increíble: la libertad de expresión. Yo digo las cosas como las veo y de frente, sin esconderme, como cuando considero que la Comisión Europea y el señor Barroso mienten a los ciudadanos. Cuando creo que ocultan la verdad, cuando no han visto venir la crisis o no aportan las respuestas adecuadas, yo se lo digo a la cara... y a los medios de comunicación. Un comité consultivo solo puede desempeñar su papel cuando dice la verdad. No tenemos porqué ser políticamente correctos, ni diplomáticos, nos mantenemos dentro de la corrección pero expresamos las expectativas de los ciudadanos y creo que nos escuchan, nos hacen caso, porque los responsables políticos saben que somos sus interlocutores.

eXp.- Vamos a la práctica, durante la crisis ¿en qué aspectos les han hecho caso?

H.M.- La Comisión Europea ha gestionado el aspecto macroeconómico de la crisis, pero ha olvidado que detrás hay millones de ciudadanos europeos que la sufren. Ha olvidado totalmente la política industrial, y sin embargo esa tiene que se ser la prioridad para la próxima Comisión, también la dimensión social. ¿Ha visto usted la política social del señor Barroso para los mayores de 65 años? Yo, no. En el Parlamento Europeo, a iniciativa nuestra y de algunos estados, la Comisión Europea ha tenido que presentar la garantía juvenil. Pero es un sistema tan burocrático, que de momento solo se habla de ello. Llevamos un año hablando de eso y todavía no se ha destinado ni un euro. A mí me parece que el balance de cómo la Comisión Europea ha gestionado la crisis desde un punto de vista humano, es totalmente negativo.

eXp.- Hablamos de otra crisis, la ucraniana. ¿Como está afectando a Europa la crisis de Ucrania? Los países del Este están mucho más preocupados que la Europa occidental o mediterránea.

H.M.- Hemos sido la primera institución europea que nos hemos movilizado a favor del movimiento civil que se ha vivido en Maidán y también hemos sido los primeros que hemos pedido sanciones a los corruptos, incluido el presidente Yanukóvich. Las movilizaciones en Kiev era un movimiento no solo para acercarse a Bruselas o a Europa, sino a los valores europeos tan importantes para nosotros como la democracia, la transparencia, el papel de la sociedad civil, la democracia participativa. Durante este tiempo hemos conseguido que Durao Barroso recibiera a los representantes de la oposición, en una época en que él era muy prudente. Por otro lado, tengo mis críticas de como la Unión Europea ha gestionado esta crisis. En la cumbre de Vilnius a finales de noviembre se engañó a los ucranianos, porque los jefes de estado y de gobierno dijeron que el objetivo final no era la adhesión de Ucrania a la UE y al mismo tiempo se les ha querido obligar a cortar con Rusia, con la que tienen relaciones comerciales, históricas o culturales muy importantes. Siento mucho que con esta perspectiva europea hayamos contribuido a dividir a la sociedad de Ucrania.

eXp.- Y se crean las tensiones con Rusia

H.M.- Claro, que por otra parte la actitud del presidente Putin y de Rusia es inaceptable y no deja de ser sorprendente el uso de ciertos métodos, como la presencia del ejército ruso durante el referéndum de Crimea, lo que relativiza todo lo que ha dicho el presidente Putin sobre la legalidad de esa consulta. Todo esto es muy cínico, no se puede aceptar ninguna adhesión con una pistola en la frente. Esos no son métodos civilizados y no lo podemos aceptar. Pero hemos de admitir que hemos cometido errores. Hemos dado un pretexto a Putin para invadir Crimea, un lugar que los rusos soñaban con recuperar desde hace años, y debido a nuestra actitud irresponsable les hemos dado un pretexto para hacerlo. Y eso lo deploro, lo lamento.

eXp.- ¿Y como recuperamos los puentes de diálogo con Rusia, porque no hay duda de que es necesario hablar?

H.M.- No soy diplomático. La responsable de eso es Catherine Ashton. En mi opinión debemos lanzar un mensaje de extrema firmeza denunciando esta anexión por la fuerza. En el siglo XXI es algo indigno de un país civilizado. Retirarlo del G-8 es una medida, porque cuando uno no tiene un papel responsable, tiene que quedar marginado de los círculos de los gobiernos responsables, pero tampoco hay que castigar al pueblo ruso, a la sociedad civil, porque no podemos olvidar que unas 50.000 personas salieron a las calles de Moscú para manifestarse contra la política de Putin en Crimea. Creo que hay que abrir la puerta a un debate con Rusia y le debe quedar claro que tiene que participar en el concierto de las naciones y en nuestro proyecto de construcción europea. Rusia es un país históricamente europeo, no cabe duda, y no queremos ni excluirlo, ni construir un nuevo muro, ni volver a la Guerra Fría. No soy partidario en absoluto de firmar un acuerdo de asociación con Ucrania, porque desde el punto de vista político puede ser correcto, pero podría acrecentar más las tensiones con Rusia y con Ucrania y con el Este de Europa. Puede afectar a las inversiones de Rusia en Ucrania y podría tener repercusiones en los países del Este. Es una mala solución para las relaciones entre Kiev y Moscú y en la Europa oriental. Hay que mostrarle a Rusia que no tenemos nada contra los ciudadanos rusos, que tienen derecho a las reformas, a la democracia, pero que no podemos aceptar una anexión de este tipo. Tal y como se ha llevado a cabo es un acto terrorista o un golpe de estado.

eXp.- La otra crisis es la de las instituciones europeas. Estamos a dos meses de las elecciones al Parlamento y los ciudadanos muestran un gran pesimismo ante estos comicios.

H.M.- Por un lado tengo cierta impaciencia y estoy ansioso por ver hasta donde llegará la exasperación de los ciudadanos europeos respecto a la construcción europea, una crispación que entiendo, si vemos todo lo que ha ocurrido desde el principio de la crisis. Pero claro, no me gusta el aumento de la abstención, ni el auge del populismo en muchos países. Sin embargo es una realidad y hemos de hacerle frente. Todo eso va en contra de mis convicciones, pero espero que represente una especie de despertar, y suponga una alarma para que las instituciones se den cuenta de la brecha que hay entre la población y las instituciones, que viven en las nubes macroeconómicas y muy lejos de los ciudadanos.