Salvando el turismo caribeño

Unos 25 millones de turistas viajaron el año pasado al Caribe, más de 4 millones y medio eran europeos. Esta avalancha de personas y la creación de servicios para cubrir sus necesidades, principalmente hoteles en las playas. Es uno de sus principales ingresos, pero los países de la zona están planteándose otras alternativas, ante la posibilidad de que el cambio climático acabe con parte de su franja costera.

Playa erosionada en Antigua
Playa erosionada en Antigua / Foto: Desmond Brown (IPS)

Ante la perspectiva de perder kilómetros de hermosas playas de arenas blancas por la erosión, y los millones de dólares de turistas que las visitan, Barbados toma medidas para proteger su franja costera como cuestión de vida o muerte. «Tenemos que ser capaces de preservar esas playas, nuestros arrecifes de coral y la naturaleza marina, que es parte de lo que los turistas buscan en el Caribe», señala el exdiplomático regional Ronald Sanders. «Mientras hablamos, todas esas cosas están destruyéndose, y sentarse a no hacer nada no es de nuestro interés». «Si hay una continua erosión de las playas, que es precisamente lo que uno vende al mundo..., ¿qué está vendiendo?», agrega Sanders.

El turismo es una de las industrias más grandes del mundo. Se estima que cada año 500 millones de personas gastan miles de millones de dólares en servicios vinculados al sector, que emplea más de 100 millones de personas. En Barbados aporta el 15 por ciento del producto interno bruto (PIB).

«No hay mayor amenaza a la supervivencia, viabilidad y seguridad de Barbados que la amenaza que plantea el cambio climático», declara la ministra de Relaciones Exteriores, Maxine McLean. Pero «Barbados solo no puede actuar, Antigua sola no puede, San Vicente solo no puede. Solo si actuamos juntos, unidos con otros países que tienen el mismo problema, la gente nos escuchará», explica Sanders.

La gerenta del Programa Sostenible en la Organización Caribeña de Turismo, Gail Henry, señala que la región lleva cierto tiempo viendo los impactos del cambio climático. «Estamos viendo mayores períodos de sequía, mayores precipitaciones imprevistas fuera de la estación lluviosa». «Hay problemas de intrusión de agua salada, de erosión costera... Son algunos impactos típicos del cambio climático que, según los científicos, sabemos que ocurrirán».

Y mientras tanto, tendrán que buscar formas de salvar las playas, plantea. «Cuando usted tiene un producto turístico que gira en torno a la franja costera, tiene que preocuparse por cosas como el aumento del nivel del mar», explica. «Los países deben planificar dónde colocan sus recursos, y qué pueden hacer, porque el costo de trasladar un complejo hotelero probablemente no es viable».

Con la ayuda del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Barbados ya está dando pasos para proteger y manejar sus playas. El Programa de Evaluación de Riesgo Costero se lleva a cabo durante cinco años a un costo de 42,2 millones de dólares. Barbados también está un paso más cerca de instalar un Centro Climático Regional. Estados Unidos aportará más de cinco millones de dólares en los próximos tres años con ese fin.

«El programa es oportuno, y sus objetivos crearán capacidades cruciales en los niveles regional y nacional para acceder, analizar y usar datos climáticos e informar mejor la toma de decisiones en los sectores sensibles al clima», señala el secretario permanente en el Ministerio de Agricultura, Alimentación, Pesca y Utilización de Recursos Hídricos, Esworth Reid. Añade que dado que los pequeños estados insulares en desarrollo son particularmente sensibles al cambio climático, los resultados del programa contribuirán con el desarrollo sostenible. «Avizoro un Caribe resiliente a los riesgos climáticos e hidrometeorológicos, y esa será una herencia que podremos dejar con orgullo a las futuras generaciones».

Los efectos del cambio climático en economías como la de Barbados pueden ser más severos que el de cualquier recesión económica, observa. «Los gobiernos pueden al menos administrar las estructuras impositivas y el gasto público para amortiguar el impacto de la recesión mundial sobre la economía local, pero tales políticas no funcionan cuando la economía es sacudida por un fenómeno como el cambio climático».

David Farrell, director del Instituto Caribeño para la Meteorología y la Hidrología, con sede en Barbados, explica que a esa institución le preocupa crear capacidades de la población para hacer cosas por su propia región. «Debemos decirle a la gente cómo planificar, y esta inversión asegurará que tengamos algún grado de sostenibilidad».

Los beneficios del Centro Climático Regional incluyen un pronóstico estacional, acceso a datos de teledetección satelital para evaluar riesgos climatológicos, mejorar las estadísticas del Instituto y las comunicaciones y la mercadotecnia. El embajador de Estados Unidos en Barbados y el Caribe Oriental, Larry Palmer, dijo que el Centro también ayudará a la región a entender cómo cambia el clima y cómo su población puede dar una respuesta estratégica para mejorar la resiliencia de las economías, los ecosistemas y las comunidades.

Esto también fortalecerá la capacidad del Instituto y de entidades nacionales de toda la región para monitorear el calentamiento y convertir los datos en productos que informen mejor la toma de decisiones en sectores sensibles al clima.

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