El Parlamento Europeo 'descubre' Albarracín

Esta ciudad a 35 kilómetros de Teruel, en la que se respira historia en cada esquina y en cada piedra, ha recibido la visita de la comisión de Cultura y Educación del Parlamento Europeo que ha concluido que Albarracín es el mejor ejemplo de vivir y conservar el patrimonio cultural europeo.

Una casa restaurada de Albarracín
Casa de la Julianeta, Albarracín

Promovida por el europarlamentario de UpyD, Fernando Maura, una comisión de 8 diputados europeos de diferentes grupos políticos ha visitado durante dos días la ciudad de Albarracín. Según ha destacado Maura «la vinculación entre el Parlamento Europeo y Albarracín acaba de nacer» y se materializará, de momento, en un apoyo concreto a la propuesta de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, «algo que le debemos al trabajo de muchas generaciones».

Para Mircea Diaconu, que encabeza el grupo de visitantes, ha sido el Consejo Europeo -jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros- el que les ha encargado un informe sobre el patrimonio cultural europeo. Lo más importante de ese patrimonio, dice Diaconu vicepresidente de la comisión de Cultura y Educación, «son las personas».

Para el Consejo Europeo el patrimonio cultural es una prioridad. Diaconu señala que la Comisión Europea y el Europarlamento hablan mucho de esa prioridad y no tanto de cómo financiarla. «Así que el punto fuerte va a ser concretar y llegar a un acuerdo entre lo que se dice y el dinero que hay»

Son las personas las que han cuidado y recuperado Albarracín, «Cuando hay algo tan extraordinario hay que ir con humildad», dice Diaconu. La comisión ha visto y conocido de cerca a las personas que transmiten a este lugar «una energía única, que es el lazo entre el patrimonio y la gente». Que el lugar esté habitado es especialmente importante «porque es esa habitabilidad del patrimonio la única posibilidad de hacer que perdure».

El patrimonio europeo necesita una guía de buenas prácticas -señala Diaconu- y, la ciudad aragonesa es un ejemplo de ellas que deben «reproducirse en otros lugares y continuar desarrollándose en Albarracín». El europarlamentario ha expresado el deseo de que este ejemplo pueda ser seguido por una ciudad en su país, Sibiu, cuya ciudadela medieval está también habitada. «Del conocimiento mutuo depende el futuro de una Europa unida», concluye.

De la agricultura de supervivencia a uno de los paisajes culturales más interesantes de Europa

Para Francisco Martí, alcalde de Albarracín desde hace 12 años, una ciudad llena de historia como la suya es «complicada de mantener» A pesar de los malos tiempos, la población se ha mantenido y se ha continuado abriendo negocios. «Una ciudad llena de historia tiene gastos muy superiores a otras». Pero también da mucha vida a la comarca.

El centro de visitantes cuenta 110.000 personas a lo largo del año que muy bien podría ser tres veces más. La ciudad ha ido creciendo poco a poco y ahora prácticamente, de una forma u otra, todos los habitantes viven del turismo. Cómo señala Fernando Maura, la gestión municipal es difícil en un lugar como este donde muchas veces hay «que decir no a unos vercinos a los que en otro momento hay que pedirles el voto»

Martí explica que tradicionalmente la población no tenía muchos recursos y vivía de una agricultura y ganadería de supervivencia, de la madera y de las aserradoras, una industria que ha ido bajando al mismo ritmo que ha ido aumentando la del turismo. Fue a partir de principios de los años 50, cuando comienzan a tomar conciencia de su patrimonio y del tesoro que podía representar para ellos y para las generaciones venideras.

Fue en 1993 cuando se pone en marcha el gran proyecto de restauración y recuperación. Reciben el premio Europa Nostra, y en 1996 se constituye la Fundación público-privada Santa María de Albarracín. Que se ha empeñado no solo en recuperar, sino en «convencer a los albarraciñenses de la necesidad de conservar.»

La Fundación Santa María de Albarracín

Albarracín es la «ciudad de los mil», señala el director gerente de la Fundación Antonio Jiménez : está situada a 1 200 metros de altitud, tiene 1 100 habitantes y 1 200 plazas hoteleras en una zona árida a 35 kilómetros de Teruel. Rodeada por el río Blanco o Guadalaviar, -wadi al-abyad, como lo denominaron los musulmanes en el siglo X- a modo de foso natural, Albarracín ha conservado su arquitectura medieval hecha con las dos materias primas de su entorno: el yeso y la madera, que le dan un característico color rojizo.

Todo comenzó a partir de la escuela taller, poco a poco los programas se fueron quedando cortos y ampliando, ampliando... se llega al «milagro de Albarracín» del que habla su director gerente con entusiasmo.

Las claves del éxito han estado según Jiménez, en «un proyecto gradual y una economía doméstica, basada en recuperar el patrimonio a medida que se van consiguiendo y generando fondos».

El 'holding' cultural actual está formado por once infraestructuras restauradas, equipadas y con un uso cultural. Técnicos de toda España asisten a cursos y seminarios de Música, Ilustración y Diseño, Pintura, Fotoperiodismo y el público puede disfrutar de exposiciones, conciertos y danza.

Un rico panorama cultural que el Parlamento Europeo deberá ahora estudiar y aprovechar en beneficio de todos los europeos.