Holanda permite que una multinacional canadiense no pague impuestos en Grecia

Grecia se desespera intentando convencer a sus acreedores europeos para que aflojen sus exigencias y el país y sus ciudadanos puedan recuperarse y tengan acceso a servicios sociales mínimos. Mientras, una multinacional canadiense se está beneficiando de las normas fiscales holandesas para no pagar impuestos a Grecia. La cantidad que se ha perdido es de al menos 1.700 millones de euros.

Pancarta en una verja, al fondo se ve el mar
Halkidiki (Grecia), pancarta contra Eldorado Gold

Holanda, el país en el que es ministro de Finanzas Jeroen Dijessembloem, a su vez, presidente del Eurogrupo, no se cansa de decir que Grecia debería mejorar su sistema fiscal para recaudar más impuestos. Parecería una broma si no fuese porque Holanda sabe que Eldorado Gold disfruta de un sistema fiscal en Holanda por el que paga 0 impuestos.

Según el informe «El oro de los tontos» elaborado por la ONG holandesa Centro de Investigación sobre Empresas Multinacionales (SOMO), la evasión fiscal de las grandes empresas extranjeras es conocida en Europa y por la Unión Europea, pero es un tema del que no se habla en los debates públicos y políticos.

Eldorado Gold tiene doce filiales en Holanda, pero solo una de ellas tiene empleados (tres en concreto), el resto se limita a un apartado postal y un pequeño local. La multinacional no solo evita pagar impuestos, aprovechando lagunas en la legislación nacional y comunitaria, sino que «infla los costes en Grecia reduciendo los actuales (y posiblemente futuros) beneficios imponibles.»

«La multinacional canadiense, asesorada por expertos fiscales holandeses, comenzó en 2012 un plan de préstamos intra-empresa entre su negocio en Grecia, empresas fantasma en los Países Bajos, y una oficina en el paraíso fiscal de Barbados», señala el estudio.

Que explica que la filial con sede en Grecia, Hellas Oro, financia sus operaciones mediante la emisión de bonos que son comprados en su totalidad por sus empresas en Holanda. Estas a su vez se financian con préstamos de la empresa con sede en Babardos de Eldorado Gold.

Los pagos de intereses de los bonos y préstamos, que van desde Grecia a Holanda y de Holanda a Barbados, están virtualmente libres de impuestos.

Con ese esquema se reduce enormemente el impuesto de sociedades que debería pagar la multinacional en Grecia. Un dinero que el país necesita desesperadamente para pagar la sanidad, la seguridad, infraestructuras, educación... y que el resto de Estados miembros de la eurozona, incluida Holanda, le reprocha que no tenga.

El negocio de Eldorado Gold son las minas. Opera en el viejo bosque de Skouries, un acuífero natural que es la principal fuente de agua dulce de toda la región, en la que hay 16 aldeas. Desde 1980 las maravillosas playas vírgenes de aguas color esmeralda están cerradas para el baño y la pesca. Los residuos tóxicos de la cercana mina Stratoni impiden su utilización, mientras que el agua subterránea está también contaminada por metales pesados y los ácidos que se filtran desde la mina.

No se puede decir que sea algo oculto, desde hace casi dos décadas los vecinos de Halkidiki y Tracia, donde Eldorado tiene otras dos minas, han estado protestando. A veces las protestas se han saldado con el lanzamiento de pelotas de goma, gases lacrimógenos, golpes y acusaciones de pertenecer a organizaciones criminales.

Amnistía Internacional denunció un caso de abuso contra los derechos humanos en 2013 del gobierno griego, presidido entonces por el conservador Andonis Samaras, por su papel en la brutal represión policial y la criminalización del movimiento local de resistencia.

Parlamentarios griegos, dice el informe de SOMO, «tienen pruebas de que Eldorado Gold ha estado pagando a la policía local para que trabaje como guardias de seguridad privada de la empresa».

Los habitantes de la zona están convencidos de que cualquier beneficio que les pudiera llegar de las minas sería menor que las pérdidas que están sufriendo. Por una parte, por el peligro que representa para sus vidas la contaminación y por la pérdida de ingresos procedentes del turismo, la agricultura a pequeña escala, la silvicultura y la pesca.