El plan de reconstruccion de Gaza, diseñado para el fracaso

Los restos de hormigón retorcido y metal se cocinan bajo el sol del Mediterráneo en medio de una ola de calor. Hace ocho meses, la devastación estructural en la franja de Gaza era la misma, excepto que el agua de las inundaciones y las bajísimas temperaturas invernales arrasaban los montones de escombros de casas y empresas.

Casas convertidas en escombros en Gaza
Casas derruídas en Gaza

Un año después de la operación militar de Israel que en sus 51 días dejó 2.200 palestinos muertos, entre ellos más de 500 niños, no se ha reconstruido ni una sola de las 11.000 viviendas destruidas.

La reconstrucción a gran escala le fue encomendada al Mecanismo de Reconstrucción de Gaza (MRG), acordado entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) con la mediación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), destinado a vigilar la distribución de materiales de obra que ingresaran a la franja.

Hasta la fecha, apenas un 5,5 por ciento de los materiales de la construcción necesarios para reparar y reconstruir casas y otra infraestructura dañada han entrado al enclave costero, según la organización israelí de derechos humanos Gisha, fundada en 2005 para proteger la libertad de movimiento de los palestinos, especialmente los residentes en Gaza.

Los esfuerzos de reconstrucción se han visto obstaculizados por factores como el incumplimiento de las promesas de los países donantes, que en octubre se comprometieron a aportar 5.400 millones de dólares, las tensiones políticas entre la ANP y Hamas (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica), y las continuas restricciones de Israel al ingreso de materiales a la franja.

Sin embargo, muchos consideran que el MRG es el responsable directo de la lentitud en resucitar a Gaza, argumentando que los términos del acuerdo han consolidado el subdesarrollo de ese territorio palestino al concederle a Israel el control sobre casi todos los aspectos del proceso de reconstrucción.

«En realidad Israel tiene un poder profundo sobre cada una de las casas construidas en Gaza», dice Ghada Snunu, del Centro Ma'an para el Desarrollo en la franja. «Nosotros no podemos construir una casa si Israel dice que no. Israel decide si las viviendas se construyen o no», agrega.

Como parte del MRG, Israel aprueba, caso por caso, las postulaciones individuales para los materiales de construcción, y también tiene poder de veto sobre empresas constructoras propuestas por la ANP para proveer de esos materiales. Además, posee acceso a la base de datos del Ministerio de Asuntos Civiles de la Autoridad, que registra los números de los documentos de identidad y coordina por GPS (sistema de posicionamiento global) a los palestinos cuyas viviendas fueron destruidas.

Según Gisha, todo requiere de la aprobación israelí. Las empresas y los comerciantes que almacenan los materiales de construcción –principalmente conglomerado, cemento y barras de acero– se ven obligadas a disponer de guardias de seguridad y cámaras para supervisar las mercancías 24 horas al día.

Este proceso burocrático, prolongado y costoso, fue diseñado específicamente para cumplir con las declaradas preocupaciones de seguridad de Israel, y hace que la reconstrucción esté prácticamente paralizada. «El MRG fracasó porque le da a Israel el poder de veto sobre todo. Hasta ahora no hay cambios en el terreno», se queja Snunu.

En enero, el Centro Brookings de Doha señaló en un informe político que el MRG efectivamente parece ofrecer «legitimidad al bloqueo israelí», y que deposita «confianza exclusiva en la voluntad de Israel de permitir el flujo de materiales de reconstrucción» para el éxito del mecanismo.

En los últimos meses, según la organización internacional Oxfam, más materiales de obra entraron en Gaza, pero los niveles son todavía de apenas el 25 por ciento de los previos al bloqueo israelí, impuesto en 2006. «A este ritmo, pueden pasar 19 años antes de terminar solo la reconstrucción de los hogares destruidos en 2014 y por lo menos 76 años para construir todas las nuevas casas que Gaza necesita», dice Arwa Mhunna, de Oxfam.

La mayor parte de los 100.000 palestinos desplazados por la guerra continúan viviendo en refugios improvisados, a menudo sobre los escombros de lo que antes fueron sus viviendas. Mientras, el paisaje presenta un deterioro apocalíptico en el lugar donde en otro tiempo se erguían casas, comercios y restaurantes.

El enorme daño en las infraestructuras del pasado verano, causado por una cantidad sin precedentes de explosivos usados por las fuerzas israelíes, minimiza los efectos del bloqueo y de otras ofensivas militares desde 2008.

Instituciones y otros actores en Gaza han sido ampliamente excluidos del proceso de reconstrucción posterior a las tres guerras, dejando a la población civil a merced de las luchas políticas internas, las promesas internacionales incumplidas y el bloqueo de Israel.

«Gaza ya había sido destruida por completo antes de la guerra. Este acuerdo no cambia nada. A los palestinos les dijeron que sus hogares serían reconstruidos, pero la comunidad internacional y la ANP incumplieron estas promesas», dijo Snunu.

En mayo, el Banco Mundial informó que Gaza tenía el desempleo más alto del mundo, del 43,9 por ciento, con un 67 por ciento de menores de 24 años en el paro. El ingreso real por persona es ahora de un 31 por ciento más bajo que hace 20 años, de 970 dólares al año, señala el informe.

Por lo menos el 80 por ciento de los gazatíes depende de la ayuda humanitaria. «La situación en Gaza se está volviendo más seria y desesperada», dice Mhunna. «La crisis humanitaria continúa y ahora afecta a todos los aspectos de la vida. El desplazamiento ha durado más de un año desde la guerra, y la situación económica es devastadora».

Funcionarios de Hamás, organizaciones de derechos humanos, y entidades no gubernamentales, tanto locales como internacionales, hicieron hincapié reiteradamente el año pasado, durante las negociaciones del cese del fuego, que Gaza no debía volver a un statu quo de bloqueo.

Desde que Israel se fue de Gaza en 2005, retirando a unos 9.000 colonos y soldados, sostiene que ya no está ocupando la franja, y responsabiliza a Hamas de lo que ocurra con la población civil. Pero 10 años después, Israel controla el movimiento de los palestinos que entran y salen de Gaza, los alimentos a los que pueden tener acceso, si pueden recibir tratamiento médico o no, y ahora, bajo los términos del MRG, si sus casas pueden reconstruirse.

«El MRG perjudica a los palestinos más de lo que los beneficia. Lo que queda claro en nuestras reclamaciones es que el MRG intensifica el bloqueo, y que Gaza no se reconstruirá a menos que este se levante», dice Snunu.

«Los palestinos necesitan soluciones para la crisis, no mecanismos que la administren», concluye.