Shelly Kittleson
Unas mujeres caminan por una calle con restos de edificios destruidos

La mujer entró a la oficina de prensa del Frente Islámico cerca de la frontera con Turquía estaba a punto de desmayarse bajo el fuerte sol, pero lo único que le importaba era su bebe. La mujer es una más de los tres millones de refugiados sirios que se esfuerzan por mantener a sus hijos sanos y salvos frente a los innumerables peligros de las zonas de guerra, los campos de refugiados y el hecho de carecer de ciudadanía.

Un hombre camina sobre las ruinas de un edificio

Alepo (IPS)- Las congestionadas calles cercanas a la Ciudad Vieja de Alepo, la segunda mayor de Siria y otrora un centro industrial y comercial, solían estar repletas de talleres mecánicos. Ahora, piezas de vehículos, chatarra, trinitrotolueno (TNT) y otros materiales explosivos se envasan en bidones de petróleo, tanques de agua u otros recipientes cilíndricos de gran tamaño que las fuerzas del gobierno de Bashar al Assad transforman en bombas de barril arrojándolas desde helicópteros militares sobre zonas pobladas de la ciudad en poder de la insurgencia.

Niño con pan por las calles de Alepo

La única carretera por la que aún se pueden introducir suministros a la zona oriental de Alepo, la mayor ciudad de Siria en poder de las fuerzas insurgentes, está sumamente dañada y expuesta al fuego enemigo. Todos los camiones que llevan trigo a las panaderías subterráneas, jabón y combustible para vehículos y generadores viajan por esta ruta. Los francotiradores concentran la atención en esta vía y otros frentes de esta ciudad de 2,1 millones de habitantes, mientras el gobierno de Bashar al Assad reduce el resto de la urbe a escombros con sus constantes bombas de barril.