Cascos azules investigados por abusos en la República Centroafricana

Eran las dos de la madrugada, cuando el 2 de este mes las fuerzas de paz de la Misión de Estabilización Multidimensional Integrada de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (Minusca) buscaban a un sospechoso en el enclave musulmán de PK5 en la capital, Bangui.

Ban Ki-moon habla a los periodistas en la ONU
Ban Ki-moon, habla con los periodistas el 12 de agosto sobre las acusaciones de explotación y abusos sexuales contra civiles por parte de cascos azules en República Centroafricana/ Foto: UN Photo/Eskinder Debebe

Mientras registraban una casa, se llevaron a los hombres que había en la vivienda. Los soldados, que gritaban todo el tiempo, reunieron a las mujeres y a los niños. Una niña de 12 años se escondió en el baño por miedo, según su relato y el de su familia.

La niña contó que uno de los cascos azules la sacó del baño a rastras, la manoseó, la llevó detrás de un camión y la violó. Un examen médico posterior confirmó el ataque sexual. «Cuando lloré me propinó una fuerte bofetada y me tapó la boca con la mano», declaró la niña a Amnistía Internacional.

Una de sus hermanas recordó: «Cuando ella volvió de la parte trasera del patio, lloraba y llamaba 'mamá' y luego se desmayó. La llevamos dentro de la casa y le arrojamos agua para revivirla». «La hice sentarse en un cacharro lleno de agua caliente», explicó la madre; es un método tradicional de tratar los abusos sexuales.

Amnistía Internacional supo del incidente casi de inmediato, y realizó una investigación en profundidad durante toda la semana pasada. Si las acusaciones demuestran ser ciertas, no será el primer incidente de mala conducta y abuso por parte de efectivos de paz de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la República Centroafricana.

En mayo, documentos filtrados mostraron que personal de alto nivel de la ONU sabía de abusos perpetrados por soldados en ese país y no tomó medidas al respecto, todo esto mientras planeaban la remoción de Anders Kompass por haber denunciado malas prácticas dentro de las fuerzas de Minusca. Los documentos revelaron que el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) tenía evidencias de abusos por parte de los soldados el 19 de mayo de 2014.

Días después, en una entrevista el 18 de junio, un adolescente de 13 años dijo no poder contabilizar la cantidad de veces que fue obligado a practicar sexo oral a los soldados, pero que la más reciente había sido entre el 8 y el 12 de junio de 2014, varias semanas después de la primera entrevista de Unicef.

Veintitrés soldados de Francia, Chad y Guinea Ecuatorial estuvieron implicados en el abuso, según uno de los informes. En junio, la ONU creó una Evaluación Externa Independiente para investigar las denuncias. Además de la presunta violación de la niña de 12 años, el incidente más reciente incluyó la muerte a balazos de dos civiles, un muchacho y su padre.

Balla Hadji, de 61 años, y su hijo Souleimane Hadji, de 16, fueron alcanzados por las balas frente a su casa. A Balla le dispararon aparentemente por la espalda y, a Souleimane, en el pecho. Un vecino que presenció los asesinatos dijo a Amnistía Internacional que los cascos azules «iban a dispararle a todo lo que se moviera».

El miércoles 12, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, anunció que el enviado especial a República Centroafricana, Babacar Gaye, había renunciado a su puesto. «La respuesta inicial de la ONU fue muy displicente», nos dijo la alta asesora de respuesta ante crisis en Amnistía, Joanne Mariner.

«No fue sino hasta que emitimos un comunicado de prensa y este concitó la atención internacional que, repentinamente, el sistema se activó y se tomaron medidas», señaló. «Hay una pequeña minoría de soldados que son directamente responsables. Sin embargo, es un problema que atraviesa el sistema. Las personas que cometen estos abusos piensan que pueden salir impunes. No están suficientemente bien entrenadas para cumplir sus responsabilidades del modo adecuado», agregó.

Según Mariner, «la ONU no tiene el poder para juzgarlos, y eso crea una tensión estructural. Es responsabilidad de la ONU presionar a sus estados miembro para que juzguen a estos individuos». «No hemos visto que la ONU haya sido suficientemente vigilante o activa en relación a estos asuntos. Ha habido muchas más palabras que acción real. Nosotros simplemente intentamos asegurarnos de que la ONU haga lo que debe hacer», dijo.

El secretario general de la ONU, Ban-Ki Moon, señaló: «Quiero ser claro en cuanto a que este problema va mucho más allá de una misión o un conflicto o una persona. La explotación y el abuso sexual son una escoria mundial y un desafío sistémico que reclama una respuesta sistémica».

Añadió que esos casos en República Centroamericana serán investigados más profundamente por un panel independiente externo y de alto nivel, y urgió a las víctimas a sentirse seguras a la hora de denunciar sus casos.

«A menudo les pido a los estados miembros que aporten más mujeres policías, porque muchas víctimas se sienten muy avergonzadas de denunciar estos delitos, y realmente necesitamos que lo hagan», planteó.

«No toleraré ninguna acción que haga que las personas sustituyan la confianza por el temor. Quienes trabajan para la ONU deben respetar nuestros ideales más altos», dijo Ban, agregando que las fuerzas no son completamente responsables ante el foro mundial sino ante sus países de origen.

«Quiero que los estados miembros sepan que yo no puedo hacer esto solo. Ellos tienen la responsabilidad última de pedir cuentas al personal uniformado individual, y ellos deben tomar medidas decisivas preventivas y punitivas. Deberían ser llevados a la justicia de acuerdo con las leyes internacionales», enfatizó.

Antes de desplegar efectivos militares, los estados miembros de la ONU «deberían educarlos y entrenarlos de manera adecuada para [que respeten] la importancia de los derechos humanos y la dignidad humana», añadió.