Cumbre UE-EEUU: dos modelos de gestionar la crisis

La Unión Europea y Estados Unidos celebran este lunes una cumbre transatlántica con la economía mundial estancada, la crisis más profunda del euro y el déficit estadounidense haciendo sonar las alarmas. Juntos forman el mayor bloque económico y comercial del mundo pero afrontan la crisis financiera por separado, con visiones distintas de cómo conseguir la estabilidad financiera y el crecimiento económico.

Banderas de Estados Unidos y de la UE
Banderas de Estados Unidos y de la UE / Foto:CE

Europa plantea esta cumbre de Washington como una oportunidad para reforzar lazos en una relación formalmente inmejorable y para plantar cara a la crisis desde una perspectiva común. El presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y el de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, encabezan la delegación europea que se entrevistará con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Los dos líderes comunitarios han hecho declaraciones previas de entendimiento. «Juntos buscaremos caminos para usar nuestros fuertes lazos económicos para conseguir crecimiento y empleo a ambos lados del Atlántico», dice van Rompuy. «Con la economía mundial atravesando momentos de incertidumbre y con los cambios en el sistema internacional, la relación transatlántica es más relevante que nunca», resalta Barroso.

Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de la UE. Según datos de Eurostat, la crisis ha aflojado los intercambios pero siguen siendo importantes. El 38% de las exportaciones europeas van a Estados Unidos y de allí vienen el 21 % de las importaciones.

Alemania es el primer exportador europeo a Estados Unidos, con diferencia sobre los siguientes: Reino Unido, Francia e Irlanda. En importaciones, también Alemania ocupa el primer lugar, seguido de Reino Unido, Holanda y Francia.Con permiso de las potencias emergentes, no hay perspectivas de grandes cambios en esa relación en la que unos se necesitan a otros.

La confrontación puede venir en las herramientas que usa Bruselas, es decir, Berlín, para poner remedio a una crisis de deuda soberana en Europa que ya está durando demasiado y que Washington miró primero de reojo para después alertar de que lo que pasa en la UE está repercutiendo negativamente en la economía mundial.

Tanto el presidente Obama, como su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, han reclamado acción a los 27. Este último afirmó que Europa tiene recursos para salir de la crisis, pero «falta voluntad política».

El centro de la polémica en Europa, la negativa alemana a que el Banco Central Europeo intervenga decididamente en la compra de deuda en una situación excepcional, aunque no esté entre sus misiones, se va a comparar inevitablemente con la actuación de la Reserva Federal estadounidense que ha inyectado millones de dólares para dar liquidez a la economía, sin que, por cierto, haya aumentado la inflación, como dice temer la canciller Angela Merkel.

Mirando más allá, se ve una concepción distinta a cada lado del Atlántico de cómo afrontar la crisis. La prioridad de Bruselas por estabilizar las cuentas de los 27 no se comparte en Washington, que solo ve salidas a la crisis en un decidido impulso al crecimiento económico. La consecuencia aquí, es una espiral de ajustes que lleva a contraer la economía; y allí, un compromiso de reducción del déficit público imposible de cumplir.