Dieta mediterránea + aceite de oliva + frutos secos = hasta un 49% menos de riesgo de infarto cerebral

El mayor estudio sobre la dieta mediterránea hecho hasta la fecha, Predimed, tiene firma española. Coordinado por Ramón Estruch, médico del Hospital Clínico de Barcelona, el ensayo ha supervisado la dieta de más de 7.000 personas con predisposición a enfermedades cardiovasculares durante casi cinco años. Los resultados se han publicado en el New England Journal of Medicine.

Frutas y verduras
«muchos fármacos no consiguen los buenos resultados de la ieta mediterránea»/ Foto: PE

El mayor estudio sobre la dieta mediterránea hecho hasta la fecha, PREDIMED, tiene firma española. Coordinado por Ramón Estruch, médico del Hospital Clínico de Barcelona, el ensayo ha supervisado la dieta de más de 7.000 personas con predisposición a enfermedades cardiovasculares durante casi cinco años. Los resultados se han publicado en el New England Journal of Medicine.

«Este es el mayor estudio español e incluso europeo que se realiza sobre los beneficios de la dieta mediterránea», son las palabras del doctor Ramón Estruch, coordinador del estudio en el que han participado 19 grupos científicos de Andalucía, Baleares, Canarias, Cataluña, Navarra, País Vasco y Valencia. «Prevención con Dieta Mediterránea – Predimed», ha tenido una financiación total de ocho millones de euros, de los que 6,9 millones fueron aportados por el Instituto de Salud Carlos III, dependiente de la Secretaría de Estado de I+D+i.

El ensayo comenzó en 2003 con la selección de 7.500 participantes que, aunque en un principio no sufrían ninguna enfermedad cardiovascular, tenían posibilidad de desarrollarlas ya que padecían problemas como la diabetes o presentaban varios de los factores de riesgo clásico: tabaquismo, hipertensión u obesidad.

De forma aleatoria se asignó a los participantes uno de estos tres tipos de dieta:

Una mediterránea con consumo de aceite de oliva virgen extra (50 ml diarios).

Una mediterránea con aceite de oliva y una aportación suplementaria de frutos secos (30 gr al día de nueces, almendras y avellanas).

Una dieta basada en la reducción del consumo de grasas (animales y vegetales).

Tras casi cinco años de ensayos los investigadores comprobaron que en los dos primeros grupos había aumentado significativamente el consumo de pescado y de legumbres, así como de aceite de oliva virgen y de frutos secos. Pero fue al contrastarlo con su estado de salud cuando brillaron las primeras conclusiones.

Según sus datos, entre estos participantes el riesgo a tener infarto de miocardio, ictus o muerte cardiovascular era un 30% menor que entre los que simplemente habían controlado su ingesta de grasas. En concreto, el estudio señala que 8 de cada mil personas con dieta mediterránea rica en aceite de oliva tendrán uno de los tres problemas cardiovasculares analizados, mientras que con una dieta baja en grasas la incidencia de las enfermedades aumenta hasta 11 personas de cada mil.

El éxito del estudio se adivinó pronto. Los ensayos clínicos tenían en origen una duración programada en seis años pero el Comité Científico Externo (especialistas supervisores de la salud de los participantes) los detuvo dos años antes al advertir que las personas asignadas a la dieta de reducción de grasas no se estaban beneficiando del proceso y tenían mayor riesgo de ictus que el resto de los grupos. El Comité seguía así la norma internacional que obliga a detener un estudio si hay un grupo que está saliendo perjudicado comparativamente.

Una buena guía para los médicos

El doctor Estruch ha señalado que este tipo de trabajos deberían influir en las recomendaciones que hacen los médicos a sus pacientes ya que, actualmente, la dieta baja en grasas es la más recomendada pero, a juzgar por las conclusiones del estudio, no es la más beneficiosa.

Para Estruch, la clave está en la capacidad saciante de los aceites vegetales, que además contienen polifenoles, antioxidantes naturales. Por ejemplo, explica el médico, «el 76% de la energía que aportan los frutos secos se compensa dejando de comer otros alimentos y una parte del aceite que contienen no se absorbe, sino que se pierde con los restos de frutos secos a su paso por el intestino. El aceite de oliva también tiene esa capacidad de saciar». Es más, según Estruch «hay muchos fármacos que no consiguen los beneficios observados con la dieta mediterránea».

Verduras, fruta, legumbres, pescado, frutos secos y aceite de oliva, ingredientes presentes de forma natural en la dieta de los países mediterráneos que aportan protección al corazón y explican, en parte, la menor mortalidad cardiovascular en comparación con países nórdicos o con Estados Unidos, apuntan los investigadores de Predimed.

Los expertos aseguran que no es la inclusión de alimentos concretos en nuestra dieta lo que aporta beneficios significativos, si no el cambio del patrón dietético global. Tanto, que el impacto sobre la mortalidad puede ser importante. Según el estudio, por cada 313 personas que cumplía la dieta recomendada se evitaba una muerte cardiovascular, lo que llevado a la población real española, a la franja de edad entre 60 y 80 años y con características similares a los participantes, resulta que se podrían evitar más de 10.000 problemas cardiovasculares.

Una dieta Patrimonio Inmaterial de la Humanidad... que se ha perdido en casa

Aunque la UNESCO en 2010 diera uno de sus máximos reconocimientos a la dieta mediterránea y los médicos no dejen de confirmar sus bondades, estos patrones de alimentación se han ido perdiendo en los hogares.

En España, el Ministerio de Sanidad alerta desde hace tiempo de la elevada tasa de obesidad entre los escolares y, según varios estudios, el 40% del aporte energético de los niños entre 6 y 10 años procede de las grasas, a lo que se suman el sedentarismo y el aumento del consumo de alimentos procesados, bollería industrial y «grasas trans». Por parte de los organismos internacionales también hay acuerdo en que la actual dieta occidental, con abuso del consumo de carne roja y grasas de origen animal, podría ser la clave de un tercio de los casos de cáncer en todo el mundo.

No sólo el corazón es el gran beneficiado de una alimentación equilibrada, ya que numerosos estudios confirman que los beneficios de comer bien van más allá del cuerpo. Un adecuado menú que combine Omega3, vitamina B12 y ácido fólico, presentes en el pescado azul, la fruta o el aceite de oliva, estimulan el funcionamiento de las células del sistema nervioso y fomentan la secreción de serotonina o de metionina, neurotransmisores de bienestar y sustancias que afectan a la depresión, la demencia y otros deterioros cognitivos.

Los resultados del estudio Predimed, según el doctor Estruch, «han permitido crear una base de datos que será un patrimonio esencial para la investigación en nutrición en España durante, al menos, los próximos veinte años. Su relevancia ha traspasado fronteras y ha suscitado un gran interés en todo el mundo».

Ver la encuesta sobre la dieta mediterránea que ha publicado el New York Times