El 90 por ciento del mundo rechaza los ensayos nucleares, pero somos rehenes de unos pocos países

Hablamos con Lassina Zerbo, secretario ejecutivo de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (OTPCE)

Decenas de organizaciones que pretenden crear un mundo más seguro se niegan a que las disputas geopolíticas empantanen la quinquenal conferencia internacional de examen del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que celebra la ONU. Una de ellas es la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (OTPCE), fundada en 1996, con el objetivo de vigilar de forma independiente el cumplimiento del tratado en cuestión.

Interior de un helicóptero
La espectroscopía de rayos gamma puede detectar rastros de radiactividad de los ensayos nucleares desde el aire/ Foto: OTPCE/CC-BY-2.0

Con 183 signatarios y 164 ratificaciones, el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE) representa un hito en los esfuerzos internacionales para prohibir las pruebas nucleares.

Sin embargo, para que sea jurídicamente vinculante, el tratado necesita el apoyo de los llamados 44 «estados del Anexo 2», ocho de los cuales se niegan a ratificarlo: China, Corea del Norte, Egipto, Estados Unidos, India, Irán, Israel y Pakistán.

Esta situación ha tenido estancadas las gestiones para avanzar en el proceso de erradicación de las armas nucleares. Aún así, la OTPCE ha avanzado mucho en los últimos 20 años para sentar las bases de la ratificación.

Su red mundial de estaciones de detección sísmica, hidroacústica, infrasónica y de radionúclidos hace que sea casi imposible que los gobiernos violen las condiciones del tratado. La riqueza de datos generados en sus instalaciones los utilizan científicos de todo el mundo.

¿Qué papel tendrá la OTPCE en la conferencia?

Lassina Zerbo - Esperamos que las próximas cuatro semanas tengan un resultado positivo en lo que respecta al desarme y la no proliferación, creemos que el tratado juega un papel importante en eso. El tratado ha sido uno de los elementos clave que han conducido a la extensión indefinida del TNP en sí, y es lo único cosa que parece unir a todos los Estados parte. Es una fruta madura y tenemos que agarrarla, hacer que sirva de trampolín para lo que queramos lograr en esta conferencia.

Por ejemplo, tenemos que encontrar un término medio entre quienes opinan que debemos avanzar primero hacia la no proliferación, y entre quienes dicen que debemos avanzar de la misma forma, si no más rápido, hacia el desarme.

También debemos abordar las preocupaciones de quienes preguntan por qué se permite que los Estados con armas nucleares desarrollen armas más modernas, mientras que a otros Estados se les impide el desarrollo de incluso las tecnologías básicas que podrían servir para las armas nucleares.

El TPCE representa algo que está al alcance de todos los Estados. Es la base para el consenso sobre otras cuestiones, más difíciles, y ese es el mensaje que traigo a la conferencia.

¿Cuáles han sido algunos de los mayores logros de la OTPCE? ¿Cuáles son algunas de sus preocupaciones para el futuro?

LZ: La OTPCE prohíbe todas las explosiones submarinas, subterráneas y en el aire de ensayos nucleares. Generamos una red de casi 300 estaciones para detectarlas, incluso con el seguimiento de las emisiones radiactivas.

Nuestro sistema de supervisión internacional ha terminado con la proliferación horizontal (o sea, la adquisición de armas nucleares por más países) y con la proliferación vertical (sistemas de armas más avanzados).

Por eso algunos dudan en ratificar el tratado, porque opinan que todavía necesitan realizar ensayos para poder mantener o modernizar sus arsenales.

Cualquier desarrollo de las armas nucleares hoy en día se basa en los ensayos hechos hace 20 o 25 años. Ningún país, a excepción de Corea del Norte, ha realizado una sola prueba en el siglo 21.

¿Cómo se lidia con casos como el de Corea del Norte?

LZ: No tenemos contacto oficial con Corea del Norte. Solo puedo basar mi análisis en lo que me dicen los líderes del mundo. (El canciller ruso Sergey) Lavrov ha tratado de incorporar a Pyongyang en las discusiones sobre el tratado y le preguntó si consideraría una moratoria de los ensayos. Ayer me reuní con Yerzhan Ashikbayev, el viceministro de Relaciones Exteriores de Kazajstán, que tiene relaciones bilaterales con Corea del Norte, y su país le pidió que considere de forma urgente la firma del tratado.

Esos son los países que nos pueden ayudar, los que mantienen relaciones bilaterales.

Una vez dicho esto, si me invitan a Corea del Norte para una reunión que pueda servir como base de las conversaciones, para ayudarles a entender más sobre el tratado y el marco organizativo y de infraestructura que hemos construido, ¿entonces por qué no? Yo estaría dispuesto a ir.

También dialogamos con Estados como Israel, que podrían asumir el liderazgo en regiones como Oriente Medio mediante la firma del CTBT. Acabo de estar en Israel, donde pregunté, ¿quieren hacer ensayos? No lo creo. ¿Los necesitan? No lo creo. ¿Por qué, entonces, no tomar el liderazgo para abrir ese marco que necesitamos para el fomento de la confianza en la región que pueda conducir a una mayor ratificación y a una mayor consideración de una zona libre de armas nucleares o de armas de destrucción masiva?

Ahora Israel dice que ya no se trata de «si» la ratificación se producirá, sino de «cuándo». Espero que ese «cuando» no esté demasiado lejos.

IPS: A pesar de las decenas de marchas y los millones de firmas que reclaman el desarme y la erradicación de estas armas, los principales estados con armas nucleares no ceden. Eso puede ser muy desalentador para aquellos en la vanguardia del movimiento. ¿Cuál sería su mensaje a la sociedad civil internacional?

LZ: Seguir presionando a los líderes políticos. Necesitamos líderes que hagan avanzar estos temas. En este momento el 90 por ciento del mundo le dice que «no» a los ensayos nucleares, pero somos rehenes de un puñado de países (que no ratificaron el tratado).

Solo la sociedad civil puede decirles a los gobiernos «tienes que avanzar porque la mayor parte del mundo le dice que 'no' a lo que aún tienes, y a lo que aún te aferras». El tratado es un elemento clave para el objetivo que queremos conseguir, con suerte, en nuestra vida: un mundo sin armas nucleares.