El lucrativo negocio de la ayuda estadounidense a Egipto

Estados Unidos se niega a suspender su ayuda militar de 1.300 millones de dólares cada año a Egipto, con el argumento de que esa medida solo «desestabilizaría» aún más a aquel país. Pero probablemente la verdadera razón es que Washington simplemente desea proteger a sus contratistas del sector de defensa.

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Un tanque con soldados egipcios
Un tanque M1 Abrams cerca de la plaza Tahrir/ Foto: Sherif9282 GNU license

Estados Unidos se niega a suspender su ayuda militar de 1.300 millones de dólares cada año a Egipto, donde las fuerzas armadas derrocaron al gobierno democráticamente electo en julio, con el argumento de que esa medida solo «desestabilizaría» aún más a aquel país. Pero probablemente la verdadera razón es que Washington simplemente desea proteger a sus contratistas del sector de defensa.

Prácticamente el total de los 1.300 millones de dólares otorgados a El Cairo través del programa de Financiación Militar Extranjero (FMF, por sus siglas en inglés) regresan a la economía estadounidense, específicamente a su industria de armas. Las armas en Egipto las carga EEUU

William Hartung, director del Proyecto de Armas y Seguridad del Centro para Políticas Internacionales, nos comenta que la negativa del presidente Barack Obama a suspender la ayuda es algo «inadmisible», porque el arsenal estadounidense está siendo usado para matar a manifestantes pacíficos en Egipto.

«Las razones que da para mantener la asistencia no se sostienen ante ningún examen», indica.

La ayuda tampoco ha sido usada por Washington como palanca para influir en las fuerzas armadas egipcias, de 438.500 efectivos, indica Hartung, autor de muchos análisis sobre la industria armamentista estadounidense.

«Lo que sí ha hecho la asistencia y continúa haciendo es enriquecer a los contratistas de defensa estadounidenses como Lockheed y General Dynamics,» indica.

Con la excepción de una fábrica de tanques, explica, una gran mayoría de los alrededor de 40.000 millones de dólares que ha aportado Washington a El Cairo en los últimos 30 años ha ido directamente a las arcas de fabricantes estadounidenses de armas.

Los sofisticados sistemas de armas ya adquiridos por Egipto incluyen aviones de combate F-16, aviones de reconocimiento E2-C Hawkeye, helicópteros Apache y Sikorsky, aviones de transporte C-130, Sidewinder, misiles Sparrow, Improved-Hawk y Hellfire, tanques de guerra M-1A1 Abrams y M60A1, y vehículos blindados M113A2.

Todo este arsenal lo aportan grandes contratistas de defensa estadounidenses como Lockheed Martin, Northrop Grumman, General Electric, Boeing, Sikorsky, General Dynamics, United Defence y Raytheon, entre otros.

Además de las donaciones directas de 1.300 millones de dólares anuales del FMF, Egipto también recibe 1,9 millones al año en el marco de la iniciativa Educación y Entrenamiento Militar Internacional, y otros 250.000 dólares a través del Fondo de Ayuda Económica de Estados Unidos.

Egipto también recibe cada año, con costes mínimos de envío, equipos estadounidenses de segunda mano por cientos de millones de dólares, gracias al programa de Artículos de Defensa Excedentes.

General Dynamics colabora con El Cairo en la fabricación de tanques de guerra M1A1 Abrams, un proyecto considerado como «uno de los pilares de la asistencia militar de Estados Unidos a Egipto».

Al mismo tiempo, hay un programa en marcha para mantener, reparar y actualizar el equipamiento bélico estadounidense en manos egipcias.

En un artículo publicado en el sitio web de noticias Common Dreams, el periodista Jacob Chamberlain citó un informe de la National Public Radio señalando que, cada año, el Congreso legislativo estadounidense destina más de 1.000 millones de dólares en ayuda militar a Egipto.

«Aunque ese dinero nunca llega a Egipto. Va a parar al Banco de la Reserva Federal en Nueva York, luego a un fondo fiduciario en el (Departamento del) Tesoro y finalmente a los contratistas militares estadounidenses, que fabrican tanques y jets, que son finalmente enviados a Egipto», indicaba.

Hasta ahora, la administración de Obama solo ha castigado al nuevo gobierno de Egipto con la suspensión del envío de cuatro aviones de combate F-16 (la fuerza aérea de ese país ya tiene 143, y la última orden de 20 aparatos fue en marzo de 2010), y con la cancelación de los ejercicios militares conjuntos previstos para septiembre.

Washington también se resiste a referirse al derrocamiento del presidente egipcio Mohammad Morsi, el 3 de julio, como «golpe de Estado», porque de hacerlo estaría obligado por las propias leyes estadounidenses a suspender la ayuda.

Ello pese a que las manifestaciones y la represión militar de los últimos días en Egipto llevan un saldo de unos 1.000 muertos y más de 5.000 heridos, según las últimas estimaciones.

Pieter Wezeman, investigador del Programa de Transferencia de Armas en el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz, http://www.sipri.org/ nos dijo: «Es correcto que la industria militar estadounidense se beneficia de la ayuda a Egipto».

«Y es correcto pensar que si Estados Unidos deja de suministrar esa asistencia, eso tendría algún efecto en la industria de armas estadounidense», agregó.

Sin embargo, indicó también, «tengo dudas de que el lobby de la industria o la preocupación por ella sean razones para que Washington mantenga la asistencia del FMF a Egipto».

El gobierno de Obama también podría adoptar una suspensión temporal, que tendría solo un efecto menor en la industria, indicó. «Los equipos bélicos comprados pueden ser almacenados por el propio gobierno de Estados Unidos, que después de todo es la entidad que firma los contratos con la propia industria, hasta que cambie la situación en Egipto».

Además, señaló Wezeman, Estados Unidos ya ha adoptado embargos a grandes compradores de sus armas y ha suspendido ayuda militar en el pasado, a pesar de los costes obvios para los fabricantes.

Los mejores ejemplos fueron India en 1963, Irán en 1979 y Pakistán a comienzos de los 90. La ayuda militar a países como Grecia disminuyó drásticamente en los años 80 y 90 y ahora se encuentra en su mínima expresión.

Wezeman señala que, aunque 1.300 millones de dólares al año es mucho dinero, es relativamente poco comparado con los actuales recortes de gasto militar de Washington, que tendrán un efecto mucho mayor en la industria de defensa estadounidense.