El movimiento LGTBI latinoamericano saborea triunfos y va a por más

América Latina es la zona más activa del mundo en la defensa de los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros e intersex (LGBTI). Eso obedece a la madurez y a las inteligentes estrategias que ha ido trenzando el movimiento LGBTI en varios de los 33 países de la región, aún dispar y compleja en el respeto a la libre orientación sexual e identidad de género, aseguran activistas regionales.

Las bailarinas entre el público
La compañía Tropicana anima a los asistentes a la conferencia de la Asociación Internacional de LGTIB en el balneario cubano de Varadero/ Foto: Jorge Luis Baños/ IPS

Las propuestas «más progresistas e interesantes» se están consiguiendo en el continente americano, dijo la mexicana Gloria Careaga, durante la VI Conferencia Regional de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe (IlgaLac), que se clausuró este sábado 10 en Varadero.

A la cabeza de los cambios más favorables están Argentina y Uruguay, especificó la cosecretaria de la federación mundial fundada en 1978 y con estatus consultivo en la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los dos países del cono sur continental tienen leyes antidiscriminatorias, matrimonio igualitario y permiten la adopción de niños y niñas por parejas diversas.

Para Careaga, otros países con pasos claros son Brasil, Colombia y México. También destacó avances en Cuba, donde fue delito la «ostentación pública de la homosexualidad» hasta los años 90 y que ahora ha hospedado la conferencia regional, inaugurada el martes 6.

En general, el Caribe es la zona más atrasada de la región en materia de derechos de los LGBTI. Actualmente, solo en dos países continentales se penaliza la homosexualidad, Belice y Guyana, mientras que en nueve insulares caribeños se consideran delito las relaciones entre personas del mismo sexo, en especial la sodomía.

Antigua y Barbuda, Barbados, San Vicente y las Granadinas, Dominica, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y Trinidad y Tobago imponen penas de entre 10 y 50 años de cárcel. Y Trinidad y Tobago veta desde 1976 la entrada de personas homosexuales a su territorio.

Por esa y por otras razones, la cita en el Centro de Convenciones Plaza América de Varadero, a 121 kilómetros al este de La Habana, es la primera en la región caribeña. Aquí se han reunido representantes de más de 200 organizaciones de IlgaLac, junto a participantes de Europa y Estados Unidos.

Banderas multicolores, símbolo del respeto a la libre orientación sexual e identidad de género, y carteles con mensajes inclusivos engalanan los corredores y salones del centro. Pese a la situación en el Caribe, la región en su conjunto sigue restando terreno a la homofobia y el machismo asentado en sus culturas. Careaga resaltó como causa de los avances que cada país ha trazado su propia agenda, adecuada a su contexto.

Para el abogado argentino Pedro Paradiso, que abandera esta causa desde hace más de 20 años, fue definitoria la evolución del activismo LGBTI. «Hemos ido cambiando. La lucha era al principio mucho más de victimización y reclamo. Esa perspectiva se fue ampliando y renovando. Ahora somos sujetos y sujetas de derecho», nos planteó este integrante de la Comunidad Homosexual Argentina, con tres décadas de vida.

A su juicio, elevar la autoestima de la población no heterosexual y asumir un enfoque basado en sus derechos como colectivo fueron decisivos, aunque mencionó que hay muchos más ingredientes en el cóctel del éxito.

Según Paradiso, comenzaron visibilizándose y empoderándose. Luego pasaron a institucionalizarse y a exigir derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos. También se articularon con otros movimientos sociales y concertaron alianzas con partidos políticos e instituciones públicas y privadas como las universidades.

Otro escenario conquistado fueron los foros internacionales de la ONU y la Organización de los Estados Americanos, que pueden ejercer alguna presión sobre gobiernos y Estados. Y en la medida en que lo permitió cada sistema, la comunidad LGBTI usó el Poder Judicial para abrir caminos de equidad, que han resultado a veces hasta tortuosos.

Ese es el caso de Colombia, donde las parejas del mismo sexo se unen legalmente a través de los tribunales, a la espera de que se decrete el matrimonio igualitario. «El proceso es como un parto largo y doloroso», comparó Anaís Morales, de la Corporación Femm, que agrupa a mujeres lesbianas y bisexuales en ese país sudamericano.

La activista feminista de 25 años asegura que las mujeres siguen siendo pocas en la lucha por los derechos sexuales y reproductivos. «Los hombres gays son los más visibles», nos indica Morales. De manera general, las organizaciones de mujeres presentes en Varadero coincidieron en que ellas son doblemente discriminadas, por su género y por su orientación sexual, y les falta más acceso a la reproducción asistida, trato respetuoso en los servicios de salud y conectar más el movimiento feminista con el lésbico, entre otros retos.

La primera concejala transgénero de Chile, Zuliana Araya, plantea que el movimiento LGBTI debe unirse más internamente. «Entre nosotros no puede existir ninguna discriminación», sostuvo la concejala del municipio de Valparaíso y activista en un sindicato local de personas trans. «No porque la mayoría de nuestra comunidad (trans) ejerza el comercio sexual tenemos que quedar fuera», enfatizó esta mujer de 50 años que ha pasado de la lucha ciudadana a la política, en un país con leyes antidiscriminatorias desde mayo de 2012. «Nosotras aún estamos en la parte reivindicativa», señala.

El cambio cultural y social hacia el respeto a la diversidad sexual y de género es el gran reto, incluso en Argentina y Uruguay, cuyas legislaciones están entre las más avanzadas del mundo. También se sienten los frenos del fundamentalismo religioso y del conservadurismo político, muy marcados en el Caribe. Aunque el militante gay dominicano Davis Ventura nos asegura que «hay muchos Caribes».

Para Ventura, de 40 años, en el Caribe anglófono la criminalización hace casi imposible el activismo o lo recluye a foros internacionales, mientras que en los países hispanohablantes –Cuba, República Dominicana y Puerto Rico— se observan avances «medios» y las islas de influencia francesa y holandesa son las más progresistas.

En Puerto Rico se dan pasos firmes en el ámbito municipal, en tanto que República Dominicana tiene asociaciones ya visibles y Cuba consiguió la primera ley antidiscriminatoria en 2013, cuando se aprobó un nuevo Código del Trabajo que protege de forma explícita los derechos laborales de las personas no heterosexuales.

Sin embargo, varias voces coinciden en que no existe aún un movimiento LGBTI cubano.

Manuel Vázquez, jefe de la Asesoría Jurídica del estatal Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), nos dijo que «se están viendo grupos con una conducta activa en solicitar, exigir y discutir sobre los derechos sexuales». Para Maykel González, del Proyecto Arcoíris, el activismo está «en vías de constitución».

Arcoíris, que asegura ser independiente y anticapitalista, la no gubernamental Sociedad Cubana Multidisciplinaria para el Estudio de la Sexualidad e iniciativas acompañada por entidades estatales como Cenesex o el Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH/Sida representó a Cuba en la conferencia de IlgaLac.