Periodismo después de la Primavera Árabe

EL CAIRO, (IPS) - Los esfuerzos de los regímenes de Medio Oriente y norte de África para impedir el flujo de la información durante las revueltas populares del año pasado han dejado una gran cantidad de periodistas muertos, heridos o detenidos. Hoy, la censura continúa.

un quiosco de prensa, varios hombres y mujeres tapadas compran prensa
Irán/Foto:CE

Según Soazig Dollet de Reporteros Sin fronteras para Medio Oriente y África del Norte, «Al comienzo de la Primavera Árabe, el control de la información fue una prioridad para las autoridades» y continúa «Los gobiernos trataron de censurar la cobertura de la represión lanzada por las fuerzas de seguridad contra las protestas, impidiendo el acceso a Internet y bloqueando la telefonía móvil, y atacando a periodistas locales e internacionales».

El levantamiento popular de Túnez, en enero de 2011, que llevó a la salida del presidente Zine al-Abidine Ben Ali, dio origen a una ola de protestas que rápidamente se propagó por el resto del mundo árabe. Le siguió Egipto, con manifestaciones reclamando el fin de los 30 años del régimen del anciano presidente Hosni Mubarak.

Tras el éxito de Egipto y Túnez, otros países como Bahrein, Marruecos, Libia, Yemen y Siria lanzaron sus propias revueltas. La prensa desempeñó un papel fundamental informando sobre las manifestaciones y la consecuente represión, pero los profesionales corrieron serios riesgos cuando las autoridades trataron de bloquear la propagación de las noticias. Un informe de Reporteros Sin Fronteras señala que por lo menos 20 periodistas fueron asesinados y 553 agredidos o amenazados en la Primavera Árabe, eso ha convertido a Oriente Medio y al norte de África en una de las regiones más peligrosas para los trabajadores de la información.

Ayman Mhanna, director ejecutivo de la Fundación Samir Kassir. Explica que los regímenes de los países donde hubo levantamientos populares trataron al principio de censurar la información, «Comenzaron bloqueando el acceso a las redes sociales como Facebook y Twitter, pero luego se dieron cuenta de que podían abrir esos sitios para controlar quién escribía qué. Después restringieron el acceso a periodistas extranjeros e independientes, a menos que estuvieran totalmente bajo su control», señala. «La situación mejoró un poco, salvo en Siria y Bahrein.

En el primer país, los periodistas extranjeros solo entran furtivamente, a menos que acepten trabajar bajo control de las autoridades, que, por otra parte, no garantizan su seguridad. La muerte de Gilles Jacquier (el 11 de este mes) es un ejemplo de ello», añadió. «En Bahrein, la situación es muy difícil. Los países del Consejo de Cooperación del Golfo están muy interesados por bloquear la revolución en ese país. Todos los medios de prensa opositores están censurados, y los que son afines al régimen distorsionan totalmente la información».

Defensores de los derechos humanos consideran a Medio Oriente y el norte de África una de las regiones con mayor censura por la abundancia de controles, leyes, normas, hostigamientos, detenciones y restricciones físicas. Se utiliza toda clase de disposiciones legales para detener a periodistas, acusándoles de socavar la reputación del Estado, frenando así posibles denuncias de corrupción contra funcionarios públicos. Las autoridades de Bahrein utilizan la Ley de Prensa de 2002 para ejercer la censura. El Código Penal de Siria criminaliza la propagación de noticias en el extranjero.

Egipto y Siria tienen leyes de emergencia que permiten perseguir y detener sin el debido proceso a periodistas, trabajadores de prensa en general y activistas políticos. «Durante el régimen de Mubarak hubo muchas formas de censura, como llamadas (de presión) a los editores, prohibiciones para imprimir ciertos números en particular, confiscación de ediciones diarias, persecución a periodistas e incautación de sus pertenencias», señala Ramy Raoof, director de medios en Internet para la Iniciativa Egipcia de Derechos Personales. «Esas cosas siguen ocurriendo, pero con funcionarios diferentes. En vez del personal del Ministerio del Interior, lo hace gente del sistema militar.

Por ejemplo, el 22 de febrero de 2011, una carta de la Armada enviada a los periódicos egipcios les decía en resumidas cuentas que no publicaran nada sobre el ejército». Añade que «Los códigos de prensa de la mayoría de los países árabes pretenden respetar la libertad de prensa, pero en realidad dejan amplio espacio para ser violados por los regímenes de turno. Algunos de sus artículos, como 'desmoralizar a la nación', se han utilizado mucho en los últimos tiempos en Siria. Acusar a activistas de traición o de cooperar con el enemigo extranjero es otro cargo al que se recurre con frecuencia», añadió Mhanna.

Un año después del comienzo de la Primavera Árabe, cuando varios países luchan por construir un futuro democrático y en otros siguen las manifestaciones pidiendo democracia, todavía es difícil para los periodistas hacer su trabajo. Ahora «los periodistas pueden expresar sus opiniones con más libertad porque han roto la 'barrera del miedo'», indica Mhanna. «Pero sigue siendo peligroso expresar su opinión en países donde las revoluciones lograron derrocar al régimen y donde crece el peso de grupos religiosos extremistas» y añade «en cierta forma, cambió la naturaleza de la censura. Ahora son peligrosas las consecuencias de lo que escribe o dice un periodista»,