El sida se lleva a los adolescentes africanos

Cuando Shola tenía 13 años, hace dos, lo echaron de su casa en Abeokuta, en el sudoeste de Nigeria, después de que su familia se enteró que el análisis de VIH le había dado positivo. Entonces vivía con su padre, la esposa de este y sus siete hijos.

dos adolescentes africanas
Adolescentes africanas/ Foto: Mercedes Sayagues

«La madrastra insistió en que Shola (nombre ficticio para proteger su identidad) tenía que irse porque podía infectar a los otros niños», relata Tayo Akinpelu, director de la Iniciativa Salvadores de Futuro para la Juventud.


Es alarmante que la prevalencia del VIH entre los adolescentes de 15 a 19 años de Tanzania no haya disminuido entre 2007 y 2012:

Unos 165.000 adolescentes son portadores del virus del sida, entre los que hay 97.000 niñas y 68.000 varones. Algunos nacieron con el VIH y otros lo contrajeron de niños o en la adolescencia.

Para comprender mejor sus necesidades, la Comisión de Tanzania para el Sida condujo un estudio entre adolescentes de entre 15 y 19 años en siete regiones.

Algunas de sus conclusiones:

• Cuatro de cada 10 eran sexualmente activos, la mayoría con una pareja regular.

• Poco más de la mitad declaró haber utilizado condón en su última relación sexual.

• Un tercio dijo haber sufrido violencia sexual. Pocos dijeron haber hablado del asunto con amigos o familiares o, incluso, haberlo denunciado.

• Poco más de un tercio conocían los servicios de planificación familiar o de protección infantil.

El estudio urgió a difundir la información sobre los servicios de salud reproductiva y sexual y de protección infantil entre adolescentes con VIH para que puedan tomar decisiones seguras para su vida y tener acceso a atención y apoyo.

La prevalencia nacional del VIH es cinco por ciento, según Onusida.

DATOS BÁSICOS

Mortalidad adolescente a causa del sida en 2013

• Sudáfrica 11,000
• Tanzania 10,000
• Etiopía 7,900
• Kenia 7,800
• Zimbabwe 6,500
• Uganda 6,300
• Malawi 5,600
• Zambia 4,400
• Mozambique 3,900
• Ruanda 1,200
• Lesotho 1,200

Akinpelu recurrió a la mamá de Shola, que se había vuelto a casar. Pero esta se negó a ayudar arguyendo que era el padre quien debía hacerse responsable de su hijo. «Shola se sintió un paria», dice Akinpelu. Al final, sus abuelos se hicieron cargo de él.

El VIH, causante del sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), destruye a las familias en Nigeria y, en general, en África, donde esta enfermedad se ha vuelto la principal causa de muerte entre los adolescentes.

«Es totalmente inaceptable», se lamenta Craig McClure, jefe del programa de VIH del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en Nueva York. «Es más, las muertes vinculadas al sida disminuyen en todos los grupos de edad, salvo en la adolescencia».

Los fallecimientos relacionados con el sida cayeron un 30 por ciento entre 2005 y 2012, pero aumentaron el 50 por cientoentre los adolescentes, según un informe de Unicef.

Miedo a pedir ayuda

Una de las razones de la gran cantidad de muertes, según Arjan de Wagt, jefe de VIH/sida de Unicef en la ciudad nigeriana de Abuya, es que muy pocos adolescentes reciben tratamiento con antirretrovirales. De los 3,1 millones de personas portadoras del VIH en Nigeria, la mitad tiene menos de 24 años. Pero solo dos de cada 10 de las mayores de 15, y una de cada 10 menores de 15, recibieron medicamentos en 2013, nos dice De Wagt.

La exclusión de la familia y de la sociedad, como le ocurrió a Shola, o el miedo al rechazo hace que estos adolescentes no reciban la ayuda necesaria. «Muchos adolescentes con VIH mueren en silencio porque tienen demasiada vergüenza como para recibir tratamiento», nos confirma la psicóloga de adolescentes residente en Lagos, Blessing Uju.

«La vergüenza es aún mayor entre las niñas. En Nigeria, si eres portadora del VIH, parece que fueras una trabajadora sexual», explica.

Sally (nombre ficticio para proteger su identidad) no le dijo a sus padres ni hermanos que el análisis de sida le dio positivo hace cuatro años, cuando tenía 19. «Hay mucho estigma a nivel familiar», indica. Y si bien era consciente de los peligros de no tomar la medicación con regularidad. Sally solía saltarse algunas pastillas para que en su casa no la vieran romarla.

«Los jóvenes necesitan una persona de confianza. Si no son lo suficientemente fuertes, pueden terminar por quitarse la vida», indica. Los adolescentes necesitan ayuda para seguir tomando antirretrovirales, subraya Akinpelu.

Los abuelos de Shola solían preparar la primera comida del día por la tarde hasta que Akinpelu les explicó que las pastillas pueden causar náuseas si se consumen con el estómago vacío y que el joven iba a necesitar una comida sustanciosa más temprano.

El cansancio del tratamiento afecta más a los adolescentes, explica Uju. «Algunos dicen que prefieren morir antes que consumir la medicación», añade.

Alta mortalidad

De los 2,1 millones de adolescentes con VIH que había en el mundo en 2012, más del 80 por ciento vivían en África subsahariana, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida).

En Malawi, con 93.000 adolescentes portadores de VIH, pierden la vida 6.900 por causas vinculadas al sida. La gran mortalidad tiene que ver con diagnósticos demorados y con el inicio del tratamiento demasiado tarde, explica Judith Sherman, de Unicef en Lilongwe.

La política de Malawi es que se debe hacer el análisis de VIH a todos los niños y niñas a los que se atienda en centros de salud. «Pero por desgracia, no se realiza de forma rutinaria», lamenta.

La adhesión de los adolescentes a los antirretrovirales es más baja que la de los adultos, precisa Sherman, «por varias razones como fatiga del tratamiento, depresión, miedo al estigma, negación y relaciones familiares inestables».

Los 165.000 adolescentes que se estima son portadores del VIH en Tanzania sufren dificultades similares a sus pares de Nigeria y Malawi (ver recuadro adjunto).

Allison Jenkins, directora de VIH/sida de Unicef en Tanzania, dice que los clubes son una de las formas efectivas de ayudar a los adolescentes. «Los clubes de adolescentes mejoran la adhesión al tratamiento, en especial entre quienes concurren de forma asidua», añade.

VIH entre las adolescentes

Es alarmante el sesgo de género que tiene la prevalencia del VIH, pues la tasa de infección entre las adolescentes es lo que Onusida considera «inaceptablemente alta». La prevalencia de la enfermedad en las adolescentes de entre 15 y 19 años en Mozambique es del siete por ciento, más del doble de los varones de su misma edad. Botswana presenta un escenario similar.

Lucy Attah, de la organización Mujeres y Niños que viven con VIH y Sida, con sede en Lagos, atribuye la situación a la pobreza. «Las niñas se ven obligadas a cambiar sexo por dinero para mantenerse», indica. «La presión de conseguir fondos es mayor en las ciudades, donde las adolescentes compiten por los mejores teléfonos móviles o ropa», añade.

Las adolescentes se inician en la actividad sexual, en las drogas y el alcohol, se sienten invulnerables y experimentan la presión social y económica de volverse adultas. El VIH y la falta de servicios de salud especiales para jóvenes son las claves del problema, señala el informe de Unicef.

«Tenemos que hacer más y hacerlo bien, concentrarnos en África subsahariana y en las adolescentes, que es donde está la mayor carga» de la enfermedad, subraya McClure.