El transporte en la UE: contaminación, consumo y ruido

Ni siquiera la caída de la demanda provocada por la crisis económica ha conseguido frenar significativamente las emisiones contaminantes del transporte en la Unión Europea. La Agencia Europea de Medio Ambiente ha constatado que la reducción ha sido tan modesta que demuestra que Europa no está preparada para afrontar con buenos resultados medioambientales una reactivación económica. Gases de efecto invernadero, alto consumo y ruido excesivo son los grandes retos del sector.

Congestión en la autopista M1 en Reino Unido
Congestión en la autopista M1 en Reino Unido / Foto: freephoto

El último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) tiene datos de 2009. Con la crisis económica ya extendida las emisiones de muchos contaminantes generados por el transporte solo se redujeron de forma modesta y solo por la menor demanda.

Los datos son demoledores si se comparan con los objetivos generales de la UE en medio ambiente. El transporte es responsable de la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE. Entre 1990 y 2009, aumentaron un 27%, de modo que para llegar a la meta marcada por Bruselas para 2050, Europa debe conseguir una improbable reducción global del 68%.

Con el estallido de la crisis, la demanda energética del sector transporte disminuyó un 4%, una cifra excesivamente modesta en tiempos de recesión, porque en el periodo 1990-2007 no dejó de aumentar y muestra el riesgo de nuevas alzas si la economía se recupera.

Los objetivos sobre calidad del aire se incumplieron en muchas zonas. En el caso del dióxido de nitrógeno, que puede causar asma y otros problemas respiratorios, los valores límites anuales se superaron en 2009 en el 41 % de las estaciones de medida de tráfico. A todo esto hay que sumar que casi cien millones de personas estuvieron expuestas a unos niveles de ruido nocivos provocados por el tráfico.

La directora ejecutiva de la AEMA, Jacqueline McGlade, afirma que hace falta más ambición en el sector europeo del transporte para cumplir los objetivos marcados. «Será necesaria una transformación más profunda del sistema de transporte en Europa, para evitar que las emisiones aumenten incluso en un contexto de fuerte crecimiento económico».

Aún hay otro factor a tener en cuenta: las carreteras, vías férreas y autopistas de Europa están fragmentando el paisaje en parcelas cada vez más pequeñas, con graves consecuencias para la diversidad.

Como aspecto positivo, el informe destaca que en 2010, los vehículos nuevos fueron un 20% más eficientes que en 2000. El uso de combustibles alternativos aumenta constantemente en Europa y en 2009 lo utilizaba ya más del 5% de la flota, la mayor parte, gas licuado de petróleo. El porcentaje de vehículos eléctricos sigue siendo mínimo, un 0,02% del total.