España envejece sin relevo generacional y con recortes en sanidad

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha evaluado la calidad del acceso a la atención médica en los 28 países miembros de la Unión Europea. El acceso a la medicina básica se mantiene pese a los recortes, que afectan sobre todo a los llamados PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España). El caso español es único pues el Estado con mayor esperanza de vida y al mismo tiempo con la menor tasa de fertilidad.

Un tobogán para niños solitario en un parque
La sociedad española envejece sin recambio/ Foto: eXp

El Panorama de la Salud 2014, publicado este miércoles por el conocido como 'club de los países ricos', confirma una mínima tendencia a la baja de los gastos en salud de los veintiocho, en el período comprendido entre 2009 y 2012: el descenso se sitúa concretamente en el 0,6 por ciento de media, porcentaje que se entiende mejor si se compara con el aumento medio anual del 4,7 por ciento que se vivió entre los años 2000 y 2009.

En todo caso y pese a la crisis, la atención básica parece no haber sufrido en exceso los vaivenes de los tiempos actuales, al menos a tenor de la investigación de la organización internacional, que se ha basado tanto en criterios financieros (reembolso), como geográficos (distancia entre el paciente y el médico del hospital) y de tiempo (plazos de espera hasta ser atendido).

Los recortes presupuestarios, la reducción de salarios y de personal así como la disminución de los reembolsos de los gastos de salud están en la raíz de ese 0,6 por ciento sanitario que se ha quedado en el camino, afectando en mayor o menor medida a los diferentes países.

Quienes más han recortado en salud en este mismo período (2009-2012) han sido Grecia (-9 por ciento), seguida de Luxemburgo (-5,1 por ciento), Irlanda (-3,7 por ciento), Croacia (-3-6 por ciento), Portugal (-3,3 por ciento), Chipre (-2,5 por ciento) y España (-1,9 por ciento). Precisamente éste es el grupo de países donde más ha disminuido el gasto sanitario, con España (-3,3 por ciento) a la cabeza, cifra que aumenta hasta el 5,2 por ciento de media considerando únicamente el gasto farmacéutico. En el lado opuesto de la balanza, Alemania refleja una desaceleración que no esconde empero una subida del 1,8 por ciento, mientras que en Francia el aumento en gastos de salud fue del 0,8 por ciento.

Una de las consecuencias más evidentes en el Estado español es el aumento de las listas de espera, que continúan al alza desde 2010. Como ejemplo anecdótico pero ilustrativo, la comparación entre la sanidad holandesa y la española: en el curso 2012-2013 la demora para una cirugía de cataratas era, respectivamente, de 30 días frente a 100; y la sustitución de una cadera, de 40 días en Holanda frente a los 150 en España.

A través de 144 páginas, la OCDE sentencia que «la mayoría de los países de la UE ha mantenido una cobertura universal (o casi) para los servicios sanitarios básicos, con las excepciones de Bulgaria, Grecia y Chipre, donde una parte importante de la población no está asegurada».

Más viejos y menos jóvenes

Más allá de la coyuntura económica y financiera, la esperanza de vida de la UE continúa en aumento desde los años 90 y se situaba próxima a la barrera de los 80 años (79,2) ya en 2012, último ejercicio con datos, es decir, un lustro más que en 1990. Esta clasificación la encabeza España (82,5 años), seguida de Italia (82,4 años), Francia (82,1 años) y Suecia (81,8 años). En el extremo opuesto están Lituania y Letonia, ambas con 74,1 años.

Esta longevidad española contrasta con su tasa de infertilidad (1,32 hijos por mujer en edad fértil) por debajo de la media europea (1,56 hijos). Según los datos de la OCDE, este indicador lo lideran Irlanda (2,02), Francia (2,0), el Reino Unido (1,92) y Suecia (1,91). El dato español es muy similar al registrado en 1990 (1,36), si bien supone una gran diferencia con lo que sucedía hace cuatro décadas (2,9).

Con las cifras en la mano, los expertos se muestran preocupados ante el doble fenómeno de envejecer más sin relevo generacional, lo que se traduce en un futuro incierto para el equilibrio entre las pensiones y el gasto que conlleva su mantenimiento.