Estigma y falta de información causas de los abortos inseguros en Uganda

Según el informe «Sí a la opción, no al azar: planificación de la familia, derechos humanos y desarrollo» de la ONU en el mundo hay 222 millones de mujeres que carecen de acceso fiable a servicios de planificación familiar. Se da en los países desarrollados con altos niveles de embarazos no deseados, especialmente entre adolescentes, pobres y minorías étnicas. Pero sobre todo en los países subsaharianos.

Una mujer embarazada entra a un centro de salud
Menos de un tercio de las mujeres ugandesas usan anticonceptivos/ Foto: Andrew Green/ IPS

Por lo menos cinco mujeres llegan a diario a la sala de ginecología del Hospital Nacional de Mulago, en la capital de Uganda, por complicaciones derivadas de intentos caseros de poner fin a su embarazo.

Según el director del departamento de ginecología, Charles Kiggundu, algunas pacientes beben gasolina o una combinación de hierbas y fármacos con la intención de provocarse un aborto. Otras incluso se introducen palos en la vagina.

Las mujeres que llegan en esas condiciones al Hospital de Mulago son una pequeña porción de las 150.000 al año que se estima sufren complicaciones por abortos en malas condiciones en este país, donde mueren 1.200 por esa causa, un cuarto de las muertes maternas registradas en Uganda.

Según Kiggundu «La falta de información sobre los anticonceptivos» eleva la tasa de abortos inseguros, en especial entre mujeres jóvenes. Menos de un tercio de las ugandesas usan algún método de control de la natalidad, según la Encuesta de Demografía y Salud de 2011.

Algunas pacientes atendidas por Kiggundu son estudiantes solteras, y muchas fueron abandonadas por sus parejas. El informe sobre el estado de la población mundial 2012, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), señala que los abortos practicados en condiciones inseguras son casi la mitad del total mundial.

El estudio «Sí a la opción, no al azar: Planificación de la familia, derechos humanos y desarrollo», divulgado este miércoles, señala que casi todos los abortos inseguros ocurren en los países en desarrollo, con una mayor concentración en los de África subsahariana.

Los últimos datos indican que adolescentes y jóvenes representan el 40 por ciento de las que se practican abortos en malas condiciones. «En África subsahariana, cada año las tasas de alumbramiento son, en promedio, el 120 por 1.000 adolescentes de 15 a 19 años de edad, y oscilan desde un máximo de 199 por 1.000 en Níger hasta un mínimo de 43 por 1.000 en Ruanda», señala el informe.

Además, «más de la mitad de las jóvenes dan a luz antes de los 20 años, y la tasa de fecundidad adolescente en la mayoría de los países de África subsahariana ha disminuido muy poco desde 1990», añade.

El director ejecutivo del Centro de Salud, Derechos Humanos y Desarrollo, Moses Mulumba, dice que la cuestión de los abortos inseguros en jóvenes es motivo de creciente preocupación. «La mayoría de las personas afectadas son estudiantes de secundaria o universitarias». «No hay duda, de que es un problema de la juventud».

Los abortos en malas condiciones se podrían evitar si las mujeres conocieran la política destinada a ampliar el derecho a este procedimiento médico en condiciones legales. Existe la percepción de que los abortos son ilegales en el país, explica Elisa Slattery, directora de la división para África del Centro de Derechos Reproductivos.

El Ministerio de Salud legalizó el aborto en 2006 para casos en los que existe serios riesgos para la vida o la salud mental de la madre, graves anomalías fetales, problemas médicos como cáncer de cuello de útero o VIH/sida, o cuando el embarazo es el resultado de una violación o de un incesto.

Un mayor conocimiento sobre la ley podría contribuir a reducir la cantidad de abortos inseguros, no solo para las mujeres amparadas por la norma, sino también disminuyendo el estigma asociado a este asunto, dice Slattery. La reglamentación, hecha este año por el gobierno, dice que todas las mujeres tienen derecho a atención médica tras un aborto, aun si fue realizado de forma ilegal.

Pero Mulumba aclara que las autoridades no han explicado a las mujeres cuáles son las condiciones en que tienen derecho a practicarse un aborto seguro y legal. «Históricamente, la gente considera el aborto como una mala práctica», indica Mulumba. «Muchas personas no quieren hablar del tema». Entre ellas médicos y otros profesionales de la salud que podrían ofrecer sus servicios si se sintieran moralmente cómodos.

Kiggundu explica que algunos profesionales son renuentes a realizar el procedimiento quirúrgico por una cuestión de estigma. Muchos tampoco están bien informados sobre la política nacional al respecto o sienten rechazo, y es poco probable que lo recomienden cuando es necesario.

Para reducir los abortos en malas condiciones en Uganda es necesario superar la cuestión del estigma y educar a las mujeres y a los médicos sobre la legislación actual, señala Slattery.

Disminuir el estigma no solo facilitará el acceso al procedimiento quirúrgico a las mujeres amparadas por la ley, sino que también alentará a otras que lo están considerando a consultar primero con un profesional, opina Joy Asasira, asistente de programa del Centro de Salud, Derechos Humanos y Desarrollo.

«No se trata de decirles que si quieren tienen derecho a abortar y dejemos que lo hagan», explica Asasira. Pero al «dejar que fluya la información» hay más probabilidades de que las mujeres hablen primero con un profesional y conozcan los riesgos de hacerse un aborto en malas condiciones, puntualiza.

Eso no resolverá el problema de la gran cantidad de abortos inseguros de mujeres jóvenes, pobres y sin educación con dificultad de acceder a los servicios médicos, insiste Slattery. Seguirá habiendo mujeres que quieran terminar su embarazo, que no cumplan con las condiciones para hacerlo de forma legal ni tengan recursos para pagar una atención segura.

Una respuesta al problema, según Asasira, es ofrecer un mejor acceso a métodos anticonceptivos y de planificación familiar. «Las personas se vuelven sexualmente activas cada vez más jóvenes, lo que se suma a la gran cantidad de necesidades no satisfechas en materia de anticoncepción y a la carencia de información sobre salud reproductiva», indica.

«Si se capacita en planificación familiar y en cómo usar los servicios, disminuiremos en forma drástica la incidencia de abortos inseguros». Asasira dice que la creciente cantidad de muertes ha obligado a las autoridades a hacer una nueva evaluación de la cuestión.

Las nuevas pautas del Ministerio de Salud incluyen atención integral en los servicios de salud sexual y reproductiva después del aborto. Esto incluye emergencia y asesoramiento a mujeres sobre cómo prevenir embarazos no deseados.

Con suerte, indica Asasira, esta apertura aliente a los trabajadores de la salud a difundir información más sistemática sobre la anticoncepción, pero también sobre dónde hacer un aborto legal y seguro.