Estrasburgo y Kehl, una amistad sin fronteras

La pasarela para peatones que cruza el Rin a la altura de la localidad francesa de Estrasburgo y la alemana de Kehl es uno de los puentes que une dos regiones fronterizas que el pasado enfrentó a sangre y fuego. Alsacia fue el teatro de operaciones de encarnizadas batallas entre Francia y Alemania para controlar la región. Las armas han sido silenciadas y los habitantes disfrutan de lo mejor que ambos países pueden ofrecerles tanto en empleo como en vivienda y educación.

Pasarela en Estrasburgo
Pasarela en Estrasburgo © Jérôme Dorkel (Ville de Strasbourg)

Fronteras de Europa

A los habitantes de Kehl, la ciudad de la orilla alemana, les encanta cruzar el puente para disfrutar de los muchos eventos culturales organizados en el lado francés. Exactamente lo mismo ocurre con los habitantes de Estrasburgo, que con frecuencia van de compras al otro lado del Rin. Muchos, sencillamente, pasean por el parque junto al río.

El café de Nadège Barre en el barrio de las dos orillas de Estrasburgo cada vez recibe más clientes alemanas. Y Axel Tabor, propietario de una próspera empresa de venta de automóviles de segunda mano en Kehl, asegura que su negocio está en el lugar perfecto para sacar partido de Europa. «Vendemos a los dos mayores mercados de coches en Europa, estamos presentes en Internet en ambos y, de hecho, se trata del mayor mercado del mundo», asegura Tabor.

El puente Mimram simboliza la colaboración constructiva y pragmática entre ambas orillas. Construido para trenes en 1861, fue destruido durante la II Guerra Mundial. Y en la actualidad, gracias a los fondos de la Unión Europea, ha sido sustituido por un puente de doble ancho de vía para trenes de alta velocidad.

La guerra no ha sido el único catalizador que ha hecho posible el cambio en las relaciones y el acercamiento de ambas orillas: la Unión Europea desempeñó un papel vital. Para evitar un nuevo conflicto devastador, en los años 50 se puso en marcha la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), a través de la cual los países acordaron poner en común sus sectores del carbón y la siderurgia.

La CECA se desarrolló hasta convertirse en la actual Unión Europea (UE), y ha generado oportunidades que las empresas y las personas pueden aprovechar a lo largo y ancho de Europa. El resultado ha sido que se han entretejido y estrechado los vínculos entre antiguos enemigos. Para simbolizar la reconciliación, se eligió a Estrasburgo como sede del Parlamento Europeo.

Esta evolución ha transformado la vida de quienes residen en Estrasburgo y en Kehl. Miles de personas cruzan la frontera a diario para trabajar en el país vecino, ejerciendo su derecho a la libre circulación en la UE. 36.000 coches cruzan el Rin cada día.

Amigos desde la guardería

«La primera guardería bilingüe abrirá sus puertas este año en Kehl. Treinta niños franceses y otros tantos alemanes tendrán la suerte de aprender a la perfección ambos idiomas. Si el proyecto funciona bien, podrían ponerse en marcha otras iniciativas de educación bilingüe.

Los educadores franceses y alemanes hablarán sus respectivos idiomas y los niños crecerán bañados en ambos idiomas y culturas», explica Annette Lipowsky, responsable de Comunicación y Cooperación Transfronteriza en el ayuntamiento de Kehl. «Los niños no eligen a sus amigos por su nacionalidad, sino por simpatía y, por tanto, los padres también se conocerán mejor y, quizás, también terminen por hacerse amigos», añade.

Sin fronteras físicas ni mentales

El año que viene habrá un puente nuevo para extender el tranvía de Estrasburgo hasta Kehl. El programa Interreg de la UE contribuirá con 4 millones de euros a financiar su construcción, que acercará aún más a ambas localidades.

Las autoridades locales se han comprometido a crear una unión entre ambas ciudades y una verdadera aglomeración urbana transfronteriza, asegura Nawel Rafik-Elmrini, teniente de alcalde de Estrasburgo y responsable de Asuntos Europeos e Internacionales. «Ya no hay fronteras físicas y ahora tampoco las habrá en las mentalidades», concluye.