Falta dinero para la paz en República Centroafricana

Crece la preocupación de la carencia de fondos para las operaciones de paz en República Centroafricana socave cualquier posibilidad de estabilizar ese país. «Los recursos destinados a la crisis son inadecuados para semejante tarea», alerta Peter Pham, director del Centro de África del Instituto de investigación independiente Atlantic Council, con sede en Washington.

Soldado ruandés de la UA
Soldado ruandés de la UA / Foto U.S. Army Africa (Air Force Staff Sgt. Ryan Crane)

Crece la preocupación de la carencia de fondos para las operaciones de paz en República Centroafricana socave cualquier posibilidad de estabilizar ese país. «Los recursos destinados a la crisis son inadecuados para semejante tarea», alerta Peter Pham, director del Centro de África del Instituto de investigación independiente Atlantic Council, con sede en Washington.

«Es risible, en el mejor de los casos, la idea de que unos pocos miles de soldados –aun estando bien entrenados y equipados, como es el caso de los franceses y de algunos contingentes africanos, pero no de todos- son suficientes para darle seguridad a una zona que supera en tamaño a Francia», explica Pham.

En vísperas de que las fuerzas de paz en República Centroafricana recuperaban el domingo la ciudad clave de Sibut, que había sido tomada por los rebeldes, la comunidad internacional se comprometió a reunir 315 millones de dólares para respaldar las operaciones en ese país en una reunión de donantes en esta capital.

Pero los analistas señalan que esta respuesta es tardía e insuficiente para equipar la incipiente misión de la Unión Africana y llenar el vacío de seguridad en el país con 5,2 millones de habitantes, donde han muerto al menos 2.000 personas debido al conflicto. «Es por eso que las fuerzas han limitado sus actividades a Bangui, la capital, y a uno o dos lugares más, mientras el resto del territorio es inseguro», dice Pham.

La violencia interreligiosa estalló en República Centroafricana en marzo del año pasado, después de que Michael Djotodia, apoyado por el grupo rebelde islamista Séléka, le expulsara al presidente cristiano Francois Bozizé, en el poder desde 2003. Los constantes enfrentamientos entre las milicias musulmanas y cristianas han desplazado a una cuarta parte de los 4,6 millones de centroafricanos y han hundido al país en una sangrienta anarquía.

La Unión Africana lidera la Misión Internacional de Apoyo a la República Centroafricana (MISCA), integrada por 5.500 uniformados y con el respaldo de otros 1.600 soldados franceses. Pham sostiene que los recursos prometidos por la comunidad internacional son insuficientes para frenar la violencia, que no solo azota a ese país sino que también amenaza con extenderse por la región.

En paralelo a la XXII Cumbre de la Unión Africana, concluida el 31 de enero en la capital de Etiopía, una reunión de donantes acordó reunir 315 millones de dólares. Sin embargo, esto no alcanza para cubrir el presupuesto operacional de la MISCA, que se estima en 409 millones de dólares este año. La mayor donación individual provino de la Comunidad Económica de los Estados de África Central, con 100 millones de dólares.

Mientras, el Programa Mundial de Alimentos, de la ONU, ha solicitado 95 millones de dólares a los donantes para atender la crisis humanitaria y brindar asistencia a la población. La Unión Europea ha aportado 61 millones de dólares, la mitad de los cuales servirán para respaldar a la MISCA y el resto volcados a la preparación de elecciones generales, con el fin de acelerar el retorno del orden constitucional en República Centroafricana.

El bloque europeo también prevé enviar 600 soldados en marzo para apoyar a las fuerzas de la Unión Africana. «La UE está comprometida a apoyar financieramente a la Unión Africana para proveer de equipos militares a las tropas. La MISCA todavía está estableciendo su modus operandi, y tiene urgente necesidad de equipos», señala Nicholas Westcott, director para África del Servicio Europeo de Acción Exterior. Aunque Francia solicitó que la ONU asumiera las operaciones de paz, la Unión Africana insiste en que la MISCA debe liderar los esfuerzos por lo menos durante 12 meses. La misión está conformada por soldados de Burundi, Chad, Congo-Brazzaville, Gabón y Ruanda.

La designación de Catherine Samba-Panza, alcaldesa de Bangui, como presidenta del gobierno de transición, también ha generado esperanzas de que comience un proceso político y se ponga fin al derramamiento de sangre entre musulmanes y cristianos. Samba-Panza asumió el poder tras la renuncia de Djotodia el 10 de enero presionado por la comunidad internacional.

«El nuevo gobierno de transición no tiene más capacidad financiera que el anterior pero, en lo que sobre la reconstitución de las fuerzas de seguridad del Estado, tiene tres ventajas», sostiene Thierry Vircoulon, del Grupo Internacional de Crisis, con sede en Bruselas. «Tiene más competencia dentro de sus filas, más legitimidad ante los ojos de la población de Bangui y cuenta con el respaldo de las fuerzas de seguridad africanas, francesas y europeas».

El nuevo primer ministro interino, Andre Nzapayeke, asistió a la reunión de donantes en Addis Abeba, y dijo que su país necesitaba «un verdadero Plan Marshall» y que las promesas de ayuda economía tenían «especial valor» considerando el «periodo de crisis económica internacional». Pham defiende que, para lograr una solución duradera a la crisis, se necesitará una campaña de reconciliación y de diálogo entre las partes beligerantes, más fondos y equipos para las fuerzas de mantenimiento de paz.

«El tipo de violencia descoordinada y primitiva que estamos viendo en República Centroafricana no puede ser frenada solo por una fuerza militar, ya que tanto los asesinos potenciales como sus víctimas son en gran mayoría civiles», sostiene el analista del Atlantic Council. «En cambio, se necesitan grandes fuerzas policiales para prevenir múltiples atrocidades a pequeña escala durante un periodo de tiempo sostenido y, a partir de ahí, un mayor diálogo para restaurar la paz en la comunidad».