Grecia: La moneda de la solidaridad

Mientras que los líderes de la UE y los de Alemania, Francia, España... se enzarzan en discusiones sin fin sobre cuánto más hay que ajustar y qué derechos sociales habrá que recortar, en una pequeña localidad de Creta, Ierapetra, han cortado por lo sano y utilizan lo menos posible el euro. Han vuelto a la práctica más antigua del trueque con una moneda teórica que no depende de mercados ni de agencias, que les permite sobrevivir y, sobre todo, sentirse solidarios.

Una mesa, sillas y otros objetos con anuncios de su precio en Kaeretis
Diversos objetos a la venta, con el precio en la moneda local/Foto:Leonidas Ntilsizian/IPS

IERAPETRA, Grecia, (IPS) - «¡Cuidado! La sosa cáustica es peligrosa», grita Rea Pigiaki mientras mezcla el líquido con lavanda para preparar sus jabones aromáticos, que son muy famosos en esta pequeña localidad de Creta. Pigiaki, madre de tres hijos, ofrece sus productos artesanales a los integrantes de la Red de Moneda Alternativa de Ierapetra.

Cobra 1,5 kaereti -la moneda local, digital y también llamada «social» de Ierapetra- por cada barra de jabón, y lo normal es que reciba miel y naranjas a cambio de sus productos. «En nuestras billeteras ya no hay euros. El kaereti parece ser una respuesta a lo que está ocurriendo en la economía griega»,nos dice.

Todos los intercambios de la red se registran en un ordenador central, donde los miembros publican lo que sea que puedan ofrecer, cubriendo una amplísima variedad de productos y servicios. Los integrantes anotan qué necesitan. Cuando dos miembros deciden intercambiar productos, cada uno completa la cuenta del otro con la suma acordada en kaereti.

El punto clave es que no circulan ni euros ni ninguna otra moneda oficial, y que todos los intercambios se realizan exclusivamente en la nueva moneda. La palabra «kaereti» pertenece al dialecto local y significa «ofrezco una pequeña ayuda a alguien que la necesita, sin esperar un beneficio». Pescado fresco, vino, el famoso licor «raki» de Creta, café árabe, productos agrícolas locales, muebles de madera, artesanías, jabones biológicos, aceites esenciales, chocolate casero, joyas. Todo lo imaginable se ofrece y se intercambia rápidamente a través de la red digital.

La red de productos tangibles se complementó con un gran número de servicios y una fuerza laboral bien equipada y lista para ofrecer sus habilidades al instante: electricistas, fontaneros, sastres, pintores, jardineros, artistas gráficos, asesores legales, contables, profesores de idiomas, danza y música. La lista es interminable.

Lo más raro parece ser alguien que «ofrece sus estudios en arquitectura marina», observa Alexis Machairas, uno de los fundadores de la red, que es plenamente autosuficiente y profesional. «La moneda local se creó en agosto de 2011 y hasta ahora participan más de 300 miembros de la sociedad local», explica Machairas. «Especialmente en las últimas semanas -cuando la economía de Grecia ha mostrado un (gran declive)-, la cantidad de miembros y transacciones aumentó rápidamente. En el último mes, la red aumentó en un tercio el número de miembros, y se registra por lo menos una transacción por día», agrega.

Sin duda, la transparencia es la gran ventaja del sistema monetario local. Todos los miembros tienen acceso a la planilla principal, que muestra la hora del intercambio, los precios y la cantidad de operaciones realizadas en cada momento.

Un kaereti equivale a un euro, pero los euros no están permitidos dentro de la red. «Las monedas alternativas están (dirigidas principalmente) a los pobres», explica el profesor de economía política George Stathakis, de la Universidad de Creta. «Todas las redes alternativas son una base muy seria para superar los obstáculos que enfrentan los estratos más pobres de la sociedad», añade. De ese modo, resurgen viejas actividades que adquieren un nuevo valor, generando empleo simultáneo. «Todos los intercambios se basan en la confianza, la transparencia y la simplicidad.

Actualmente funcionan en Grecia 26 redes diferentes de intercambios, (aunque) la del kaereti es la (más) ambiciosa», destaca Stathakis. «Para fin de año, habrá alrededor de 100 de (esas) redes en Grecia. Los entre 300 y 1.000 miembros de una red tienen una buena perspectiva sobre cómo tener éxito en la sociedad local, y sin duda recibirán grandes beneficios», agrega.

Sin embargo, aunque la llamada «moneda social» da esperanza a los pobres, no soluciona los problemas macroeconómicos de Grecia, dado que carece de una base institucional o estatal. En cualquier momento, las redes pueden quedar a merced del centro de recaudación de impuestos, por lo que se necesita una regulación legal con urgencia, subraya Stathakis. «El kaereti no es un sustituto del euro. Funciona en paralelo a la economía común», añade.

Además, este tipo de economía tiene profundas raíces en la región. Hasta 1960, el sistema de trueque todavía regulaba el sector agrícola de Creta. «Mi madre recuerda que hasta 1959, cuando mi familia alquilaba una casa en Chania, la renta se pagaba en aceite», recuerda el profesor.

La economía de intercambio permite que los participantes se beneficien mutuamente. Por ejemplo, Kostas, miembro de la red kaereti, organiza excursiones en su bote durante el verano, y en invierno cultiva su huerto, lo que le permite ofrecer aceite y aceitunas a la red. Dimitris, otro integrante, le da a Kostas servicios de seguro de automóvil a cambio de su aceite de oliva. «Ambos obtenemos una ganancia», dicen. «En condiciones normales, el comerciante cobra 1,80 euros por un solo litro de aceite de oliva, y el cliente en el supermercado habitualmente compra la misma cantidad por cinco euros. Ahora ambos hemos hecho un acuerdo por 2,5 kaereti por un litro, y entre nosotros no interviene ningún intermediario», explica Dimitris.

El intercambio quedará inmediatamente registrado en la red, Kostas sumará más kaereti a su cuenta y, cuando transcurran unos meses, le pedirá a Dimitris que le proporcione el seguro anual para su automóvil.

Actualmente, en Ierapetra, «los miembros de la red pagan las facturas de los ancianos, ofrecen traslados a otros habitantes del lugar e incluso les cuidan a sus hijos», señala Ioanna, una funcionaria social de la red. «Los vínculos entre los miembros se fortalecen cada día. Se dan cuenta de las necesidades reales de los demás. Además, cada uno puede mostrar sus habilidades personales. Hay integrantes que pueden reparar sillas de madera y ahora se sienten útiles y productivos», dice.

La ausencia del euro abre la puerta a la solidaridad entre los integrantes de la comunidad del kaereti, lo que representa una efectiva vía de salida a una crisis económica nacida de la especulación financiera.

Los miembros de la red kaereti citan con frecuencia al premio Nobel de Literatura Giorgos Seferis, quien dijo que, en un mundo cada vez más pequeño, cada uno necesita a todos los demás.