«Guerreros y traidores», una mirada sobre los voluntarios de la brigada Lincoln
Hablamos con Jorge Martínez Reverte, escritor, periodista e historiador que ha investigado en algunas de las realidades más ocultas de la guerra civil española.

Sus libros «La División Azul», «Hijos de la guerra», «La batalla del Ebro» o «La batalla de Madrid» desvelan algunos asuntos poco conocidos sobre estos acontecimientos y sobre el conflicto en general. Aunque sus novelas tienen también un indudable valor literario y documental (véase su saga sobre Gálvez), sus trabajos sobre la guerra civil española han oscurecido el resto de su obra. Ahora publica «Guerreros y traidores. De la guerra de España a la guerra fría» (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores), que incide sobre este mismo conflicto.

Jorge Martínez Reverte
Jorge Martínez Reverte

Hablamos con Jorge Martínez Reverte, escritor, periodista e historiador que ha investigado en algunas de las realidades más ocultas de la guerra civil española.

Sus libros «La División Azul», «Hijos de la guerra», «La batalla del Ebro» o «La batalla de Madrid» desvelan algunos asuntos poco conocidos sobre estos acontecimientos y sobre el conflicto en general. Aunque sus novelas tienen también un indudable valor literario y documental (véase su saga sobre Gálvez), sus trabajos sobre la guerra civil española han oscurecido el resto de su obra. Ahora publica «Guerreros y traidores. De la guerra de España a la guerra fría» (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores), que incide sobre este mismo conflicto.

Francisco R.Pastoriza: La investigación sobre la guerra civil española ha ocupado casi toda su obra como escritor, al menos una gran parte. «Guerreros y traidores» es también, en parte, una visión panorámica de esta guerra. ¿A qué se debe esta dedicación casi exclusiva?

Jorge M. Reverte: No tomé una decisión al principio. Todo es fruto de una evolución natural de las cosas. La guerra civil es un tiempo apasionante, además de espantoso, y he ido aprendiendo según investigaba sobre gentes y situaciones muy sugestivas. El que, en ocasiones, me haya encontrado con datos nuevos y reveladores, que podían cambiar la percepción de aquellos tiempos, ha multiplicado mi interés por cada libro. No he pretendido contar lo que sabía, sino que he aprendido y lo he contado.

FRP: Aunque «Guerreros y traidores» no es estrictamente una biografía de Bill Aalto, brigadista de la Lincoln, todo gira alrededor de este personaje, ciertamente novelesco. ¿Cuándo decidió investigar a fondo la trayectoria y la vida de Aalto y por qué?

JMR: Aalto tiene interés por sí mismo. Pero ese interés aumenta si se le pone en un contexto. Aunque Aalto ocupa una gran parte de la narración, sus compañeros o las personas con las que se topó tienen tanto interés que todo derivó en una historia coral. Aalto, además, es un personaje que tiene un componente muy atractivo: está lleno de contradicciones, y evoluciona como un protagonista novelesco. Nunca es unidimensional.

FRP: Parece contradictorio, aunque al mismo tiempo es uno de los atractivos del personaje, que en Bill Aalto, convivieran la ternura y el amor a la poesía con las actitudes violentas y la atracción por el riesgo, tan cercano a veces al suicidio. ¿Cree que su homosexualidad influía en estos cambios de actitud?

JMR: La homosexualidad de Aalto, en unos tiempos en que el machismo era tan potente, es definitiva para marcar su evolución dramática. Tenía que afrontar situaciones difíciles como sus compañeros y, al tiempo, resistir todas las presiones que su condición le aportaba. Es un héroe, y un héroe trágico. Era imposible que su biografía acabara como un cuento feliz.

FRP: Paralelamente, «Guerreros y traidores» es también una crónica histórica de los avatares de los voluntarios de la brigada Lincoln y aún más allá de su participación en la guerra de España. ¿Qué le movió a conocer la trayectoria que siguieron después de nuestra guerra civil y por qué estos personajes son tan poco conocidos por los españoles?

JMR: Es lógico el desconocimiento, porque nos pillaba muy lejos. Pero es fascinante ver cómo esa aventura les condicionó para siempre. Realmente, los brigadistas no conocieron España, sino algunos aspectos. Y se quedaron enamorados de sí mismos, de su capacidad de sacrificio, y de la épica de la tragedia española. Cuando uno entra en su historia no puede dejarla, porque siguieron luchando por sus ideas, que eran las ideas de los comunistas de la época, embellecidas por su carácter antifascista pero terribles por sus efectos visibles en los países donde ganaron, como la URSS o los países de la Europa Central de posguerra.

FRP: Del libro se desprende también una crítica a la política del Partido Comunista de la Unión Soviética y a su influencia sobre los militantes, sobre todo los comunistas americanos y los exbrigadistas, cuya actitud cambia según los intereses estratégicos del partido en cada momento.

JMR: Sí. Y hay una reflexión muy dura sobre su actitud en los años de la inmediata preguerra mundial y la posguerra. Fueron perseguidos por auténticos psicópatas como Hoover o MacCarthy, pero es obvio que eran traidores a su patria y obedientes seguidores de la política marcada por la URSS.

FRP: Hay también una crítica a la homofobia de los partidos comunistas de aquellos años. ¿Era esta una actitud específica de los comunistas o cree que afectaba entonces a toda la izquierda en general (de la derecha ni hablamos, claro)?.

JMR: La homofobia era una enfermedad muy extendida.

FRP: ¿Cómo cree que influyeron los intelectuales, escritores, poetas... que aparecen con frecuencia a lo largo de las páginas de «Guerreros y traidores», en la trayectoria de los brigadistas y en el concepto que se tiene del papel que desempeñaron en la historia?

JMR: Influyeron mucho, porque les daban la música para su aventura juvenil. Un justo cambio, porque los brigadistas les dieron motivos a los poetas y escritores.

Héroes de tragedia

Aunque se han publicado algunos libros sobre las brigadas internacionales que lucharon al lado de la República durante la guerra civil española, se sabe muy poco de los hombres y (algunas) mujeres que formaban parte de ese impagable (y en gran parte aún impagado) servicio a la causa republicana. La virtud de este libro de Jorge Martínez Reverte, «Guerreros y traidores. De la guerra de España a la guerra fría» (Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores), es la de hacernos partícipes de las hazañas de unos héroes, en buena medida anónimos, que arriesgaron sus vidas por una causa justa en una patria que no era la suya. Y sobre todo hacernos conocer la identidad de algunos de esos personajes cuya biografía es digna de ser tenida en cuenta por todos los españoles siquiera sea para agradecerles su sacrificio por nuestro país.

Uno de esos hombres, sobre cuya vida gira este libro, era un americano de origen finlandés llamado Robert Aalto. Poeta y escritor homosexual, alto y guapo, seductor, violento y tierno a la vez, capaz de las mayores hazañas y de los más esforzados sacrificios, también de los desplantes más sorprendentes, Aalto fue un personaje cuya vida se parece más a una novela de ficción que a un relato biográfico. El antiguo camionero americano de filiación comunista, que vive desde los primeros años de su vida las paradojas de la política a causa de una militancia fiel a su ideología comunista, fue uno de los primeros en apuntarse como voluntario para luchar contra el fascismo en la guerra de España, en un arriesgado grupo de operaciones especiales encargado de volar puentes y vías de trenes para impedir el abastecimiento de las tropas franquistas.

Siempre arriesgando su vida, Aalto participó en una vibrante operación para liberar a 300 presos republicanos de la prisión del fuerte de Carchuna y, tras el obligado regreso de los brigadistas a Estados Unidos, continuó la lucha en su país contra los brotes del fascismo americano, contra la mafia y finalmente también contra la locura del estalinismo intolerante que se había adueñado de su partido, que terminó por abandonar. A pesar de su deseo de participar en operaciones especiales durante la segunda guerra mundial, fue recluido como instructor en un cuartel de Maryland, en uno de cuyos ejercicios con fuego real perdió la mano derecha. Las causas por las que no se le permitió desplazarse a Europa están vinculadas a su sexualidad y a las relaciones con sus antiguos compañeros. Al finalizar la guerra los brigadistas estuvieron desde el primer momento en el punto de mira de la caza de brujas desatada por el gobierno americano contra comunistas e izquierdistas y muchos fueron perseguidos y víctimas de las delaciones de sus antiguos camaradas.

«Guerreros y traidores» es, además de la historia de Bill Aalto y de los hombres con los que participó en la guerra de España (Irving Goff, Edwin Rolfe, Alex Kunslich, Bill Bailey...), una mirada sobre el devenir de la contienda a lo largo de los años en que los brigadistas participaron en ella y un análisis de la influencia de los aparatos de los partidos, fundamentalmente el comunista, sobre las actividades de sus militantes. Pero, al margen de la guerra, el libro es también una crónica de los ambientes intelectuales y bohemios del Nueva York de la primera mitad del siglo XX.

Por sus páginas asoman escritores, poetas y artistas con los que Aalto tuvo una estrecha relación, en muchos casos sexual. Poetas como W.H. Auden o James Schuyler, escritores como George Orwell, Truman Capote, Hemingway y John Dos Passos, periodistas con los que Aalto y los suyos convivían en un Madrid asediado por los nacionales, sirven de testimonio de lo que estaba ocurriendo en la España de la guerra civil y en la vida intelectual y artística de Nueva York . El ambiente del Village neoyorkino, los poetas y escritores de la generación beat, la música de jazz, el alcohol y el sexo, inundan la vida de un Bill Aalto que busca una salida en los libros y en la poesía.

Para encontrarla, regresa a Europa, esta vez no para luchar en una guerra sino para buscar la paz. Pero Europa ya no es el paraíso añorado, aunque en Italia y en París vive momentos felices con nuevos amantes. Uno de ellos, James Foss va a escribir unas cálidas notas biográficas de Aalto. El acoso de la caza de brujas de McCarthy le obliga a volver a Nueva York, pobre y enfermo, para morir, olvidado de sus amigos y de sus amantes, en el Hospital Trafalgar. Que ya es casualidad.