«Hay costes injustos que pesan sobre los países pobres»

Hablamos con Mary Robinson, expresidenta de Irlanda de 1990 a 1997 y ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y directora de la fundación Mary Robinson - justicia climática.

La justicia climática, nexo entre los derechos humanos y el cambio climático, debe ser un pilar de la agenda de desarrollo a partir de 2015 según la destacada dirigente Mary Robinson. Las comunidades pobres padecen de modo desproporcionado los problemas de salud, los costes financieros y las alteraciones sociales y culturales derivadas del calentamiento global.

Mary Robinson
Mary Robinson / Foto: cortesía de la Fundación Mary Robinson

Hablamos con Mary Robinson, expresidenta de Irlanda de 1990 a 1997 y ex alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y directora de la fundación Mary Robinson - justicia climática.

Naciones Unidas, (IPS) - La justicia climática, nexo entre los derechos humanos y el cambio climático, debe ser un pilar de la agenda de desarrollo a partir de 2015 según la destacada dirigente Mary Robinson. Las comunidades pobres padecen de modo desproporcionado los problemas de salud, los costos financieros y las alteraciones sociales y culturales derivadas del calentamiento global.

En esta entrevista, Robinson se refiere a los desafíos y oportunidades que deben afrontar los países en desarrollo, especialmente los pequeños Estados insulares que pueden sobrevivir o extinguirse en las próximas décadas.

En 2009, durante la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Copenhague, usted dijo que no veía a periodistas o ministros de países industrializados exponiendo la urgencia del recalentamiento planetario. ¿Cree que la Asamblea General de la ONU reflejó este año algún cambio?

Me sorprende que no haya más jefes de Estado y ministros de países en desarrollo que hablen sobre su realidad, aunque estén sufriendo cada vez más por las alteraciones climáticas. Hablan en privado, pero por algún motivo no quieren mostrar vulnerabilidad. En eso se diferencian los jefes de Estado de los pequeños Estados insulares, que tal vez sucumban (a los efectos del cambio climático). No tienen opción, así que hablan y demandan justicia climática.

Conocemos la realidad, y también entendemos que las comunidades que no han contribuido (al problema) tienen que beneficiarse de la economía baja en carbono que debemos adoptar, en particular en el acceso a energías baratas y renovables.

Muchos países pobres se ven en el trance de elegir entre el desarrollo económico y el coste de proteger el ambiente. ¿Qué hacer?

Hay costes injustos que pesan sobre los países pobres. Necesitamos mucho más apoyo para la adaptación y para la resiliencia climática, tanto en áreas rurales como en las ciudades.

Hablé con la presidenta (de Liberia) Ellen Johnson Sirleaf. Por culpa del cambio climático, quizá deba movilizar a parte de la población de Monrovia, la capital, y no tiene presupuesto para hacerlo. Así que necesitamos mucho más apoyo para la adaptación y también para las tecnologías que ayuden a los países pobres a beneficiarse del crecimiento sin carbono.

Hay muchos ejemplos de cooperación Sur-Sur, por ejemplo en materia de energía, incluso en el ámbito local, y siento un gran entusiasmo en promoverlos al máximo. Pero debemos reconocer que estamos llegando a un período muy difícil. Si no hacemos lo correcto en 2015 y no logramos un acuerdo justo, robusto y equitativo que nos mantenga por debajo de los dos grados (de calentamiento), a los países con gran crecimiento demográfico les resultará mucho más difícil hacer frente a la inseguridad alimentaria y adaptarse.

Así que este es un momento decisivo, y es por ello que la justicia climática está vinculada a una correcta agenda de desarrollo sostenible para todos los países, decidir qué países deben asumir más responsabilidad en reducir las emisiones (de gases de efecto invernadero), y a un acuerdo climático justo.

¿Usted se mantiene en contacto con lo que acontece en Irlanda?

Sí, y también vigilaré si Irlanda asume su responsabilidad. Como expresidenta, no participo en cuestiones políticas internas, pero Irlanda es un buen país a partir del cual trabajar sobre seguridad alimentaria, porque tenemos muy buena reputación en la lucha contra el hambre, cosa de la que estoy orgullosa.