Italia, «eppur non si muove»
Italia bicameral
Italia bicameral / Foto: Youtube

Hemos visto de nuevo aparecer a Silvio Berlusconi. Durante las consultas para nombrar al nuevo primer ministro italiano, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, lo ha recibido en el Quirinale. Berlusconi sigue, también Monti y Enrico Letta. Los tres últimos primeros ministros de Italia. Da la sensación de que en la política italiana nada cambia, todo permanece mientras la sociedad sigue su rumbo sin que esto le afecte negativamente, demostrando que puede funcionar sin ninguno de esos políticos.

En Italia todo se mantiene con pocas variaciones. En el senado coincidirán los dos últimos primeros ministros: Mario Monti y Enrico Letta. Ambos han ofrecido al exterior la imagen más seria del país transalpino, aunque con idéntico resultado: los partidos políticos tradicionales -los que ostentan desde siempre el poder-, los han fulminado, los han arrinconado... pero todavía sobreviven. Quién sabe si en un futuro volverán a la primera línea de la política, en un país en el que parece que el círculo se abre y se cierra sobre sí mismo, para acoger a nuevos políticos, sin expulsar a los viejos. A ellos se sumará Matteo Renzi, Serán los últimos tres primeros ministros del país. Berlusconi, aunque en la sombra, sigue mostrando que mueve los hilos del poder. Y no es el único. Los escaños de las Cámaras italianas están llenas políticos como ellos, muchos esperando otra vez su oportunidad.

Hasta el Vaticano, donde un papa debía morir para dar paso al siguiente, se ha influenciado de esa marca «made in Italia», que ha permanecido a lo largo de los años. Había pasado en pocas ocasiones, pero ahora hay dos papas, uno que pasa inadvertido, aunque vuelve a la actualidad de vez en cuando, y el otro que es el que gobierna la Iglesia.

Y ahí permanece el Costa Concordia, formando parte del paisaje de la costa italiana. Sigue ahí, como si hubiera estado siempre, como si hubiera conseguido cumplir un objetivo: permanecer en el tiempo como si nada cambiara.

Sería una pena que al final tengan razón los que juzgaron a Galileo y en Italia «nada se mueve».