La salud de Europa: dividida en dos

Las españolas, con una esperanza de vida al nacer de 85 años, son las europeas más longevas. Lo dice el último Informe Europeo de la Salud 2012 de la Organización Mundial de la Salud. La OMS advierte de las profundas diferencias que perviven entre los países de Europa, un continente en el que el Este tiene las mayores cifras de mortalidad y de incidencia de enfermedades cardiovasculares, entre otros factores.

Anciano atendido en una residencia
Anciano en Francia / Foto: OMS

Las españolas, con una esperanza de vida al nacer de 85 años, son las europeas más longevas. Lo dice el último Informe Europeo de la Salud 2012 de la Organización Mundial de la Salud. La OMS advierte de las profundas diferencias que perviven entre los países de Europa, un continente en el que el Este tiene las mayores cifras de mortalidad y de incidencia de enfermedades cardiovasculares, entre otros factores.

Con un rápido vistazo a la esperanza de vida de las europeas los resultados son ya ilustrativos y aparecen las españolas como las mujeres más longevas del continente, con una esperanza de vida al nacer de 85 años, por encima de francesas (84,8 años) e italianas (84,5 años) y muy superior a las mujeres de Kyirgikistán o de Moldavia, las menos longevas, con una esperanza de vida de 73 años. Un abismo sanitario entre el Este y el Oeste de más de 12 años.

En las últimas décadas, la modernización de los sistemas sanitarios y los avances en medicina y en las condiciones socieconómicas han provocado una disminución en ciertas causas de muerte y, con ello, un aumento de la esperanza de vida de los europeos (hombres y mujeres) que ya supera de media los 76 años de edad. Sin embargo, estas mejoras no se están desarrollando por igual en todas las regiones de Europa, en la que persisten diferencias sustanciales e incluso van en aumento. Existe una gran diferencia por ejemplo, entre suizos, islandeses y habitantes del Mediterráneo, que llegan a vivir más de 82 años y los habitantes de Rusia, que únicamente pueden aspirar a vivir 69 años. Son desigualdades evitables, advierte la OMS, con los conocimientos actuales, y por lo tanto injustas.

La población europea, unos 900 millones de personas, está envejeciendo rápidamente y los patrones de enfermedad están cambiando y creando diversas demandas en los sectores sanitario y social. Según el informe de la OMS, para el año 2050 más del 25% de la población europea superará los 65 años, un importante cambio demográfico y epidemiológico que se produce a un ritmo desigual en los distintos países de la región.

Diferencias entre hombres y mujeres

Desde hace décadas se produce una «masculinización» en los hábitos de vida de las mujeres (acceso al mercado de trabajo, más stress, consumo de tabaco y alcohol) y una «feminización» en los hábitos de los hombres, quizá más significativa, y que ha reducido la brecha en la esperanza de vida entre hombre y mujeres.

Sin embargo, en general, la esperanza de vida difiere entre los grupos por sexo de manera persistente en toda Europa. En 2010, la esperanza de vida de las mujeres ha alcanzado una media de 80 años, mientras que los hombres viven un promedio de 72,5, una diferencia de 7,5 años. Los hombres se están quedando detrás de las mujeres en la esperanza de vida de toda una generación.

Con pocas excepciones, las diferencias entre hombres y mujeres tiende a ser más amplia en aquellos países con bajos niveles de esperanza de vida, en los que las mujeres, por ejemplo, no superan los 80 años. Las diferencias más pequeñas entre los dos (4 años o menos) se encuentran en países como Islandia, Israel, Países Bajos, Suecia y el Reino Unido, mientras que las mayores brechas entre hombres y mujeres (de 10 años o más) se producen en Bielorrusia, Estonia, Kazajstán, Lituania, Montenegro, Rusia y Ucrania. Esto sugiere que, a medida que los países aumentan su esperanza de vida en general, también la esperanza de vida se vuelve más equitativa, ya que las disparidades y condicionantes externos entre hombres y mujeres se reducen, lo que, advierte la OMS, podría cuestionar la idea de que hay una explicación biológica para que las mujeres sean más longevas. La reducción de las desigualdades en la esperanza de vida entre hombres y mujeres requiere de la acción sobre los determinantes sociales de la salud, incluyendo normas de género, roles y comportamientos más igualitarios que permitan a ambos tener la mejor salud posible.

La polución, más dañina de lo que se creía

Los mejores accesos a los servicios sanitarios han hecho posible la reducción de la mortalidad infantil y la prevención de las patologías del corazón, una de las principales causas de mortalidad en Europa junto al cáncer, y con una incidencia tres veces más alta en los países del Este.

Para la OMS, uno de los factores clave destacados en el informe, son los de carácter ambiental, responsables, aseguran, de entre un 13 y un 20% de las enfermedades que afectan a los europeos. Turquía, Bosnia y Rumanía tienen las cifras más altas y más dañinas de partículas en suspensión (PM10), procedentes sobre todo de la combustión de motores y relacionadas con la arterioesclerosis o las enfermedades respiratorias en niños, además de con la diabetes, los problemas en la función cognitiva y el desarrollo neuronal.

Actualmente, más del 80% de la población europea está expuesta a niveles de partículas en suspensión - declaradas cancerígenas por las autoridades sanitarias en 2012 - que superan las recomendaciones de la OMS, a lo que se unen otros factores determinantes como el acceso al agua potable y a servicios sanitarios higiénicos, las condiciones de los hogares, del entorno de trabajo y la exposición a condiciones meteorológicas extremas. Factores que condicionan y contribuyen también a la brecha en la salud.

En los 53 países de Europa, mientras el 96% de la población urbana tiene acceso al agua corriente, en las zonas rurales no llega al 80%. Diferencias que afectan mayoritariamente a los más débiles de la sociedad, los casi 80 millones de europeos que sobreviven en el umbral de la pobreza, con hogares sin recursos, una alimentación deficiente y sin acceso a los servicios sanitarios adecuados.

Para la OMS, la única respuesta posible a esta situación es la apuesta clara por las políticas de salud pública. Y aunque su informe no contempla el peor momento de la crisis económica que atraviesa Europa (son datos de 2009 y 2010), la OMS no esconde su preocupación por la reducción en inversión sanitaria que han llevado a cabo países como Irlanda, Grecia o España y que, con palabras, de sus expertos «si no se hacen con cuidado, pasarán factura».