La violencia sexual afecta a un 20% de los niños europeos

Hablamos con Elda Moreno, directora del departamento de igualdad y dignidad humana del Consejo de Europa

Uno de cada 5 niños en Europa sufren abusos sexuales y el 80 por ciento conoce a su agresor. La violencia infantil es una de las lacras ocultas en la sociedad europea. Elda Moreno es directora del departamento de igualdad y dignidad humana del Consejo de Europa. Estos días ha estado en Madrid para participar en el foro «Prevención de la violencia infantil» organizado por Intervida.

Elda Moreno en el foro
Elda Moreno en foro

euroXpress- Estamos acostumbrados a hablar de la violencia infantil en países pobres con poco respeto a los derechos humanos, pero en Europa es una realidad que existe, y que permanece es invisible.

Elda Moreno- Hay muchos tipos de violencia infantil, algunos muy recurrentes que afectan a muchos niños sin distinción de tipos sociales, económicos o raciales. Hay una violencia cotidiana, como el castigo físico y otro tipo de violencia más extrema como la sexual, que afecta a más del 20% de los niños. Es decir que uno de cada cinco niños en Europa ha podido ser víctima de algún tipo de violencia sexual, y eso incluye los abusos en el entorno familiar. Este tipo de violencia afecta, estadísticamente, más a las niñas que a los niños, pero el castigo físico no distingue entre sexos. Se estima que entre el 70 y el 85 por ciento de las víctimas conocen a su agresor. Esto pasa en todos los países y no tiene nada que ver con el nivel cultural o su situación geográfica.

eXp- Habla de la violencia familiar, pero hay otra que se produce en instituciones que atienden a menores, y parece que es una práctica muy extendida, y poco denunciada.

E.D.- Siempre que un niño está dentro de un circuito cerrado, donde está sujeto a manipulación, se encuentra atrapado en el secreto. Ese circuito cerrado puede ser una institución religiosa o un gobierno o instituciones privadas, no hay muchas diferencia. Estamos en diálogo constante con las instituciones, porque es muy importante que se tomen medidas de prevención, de sensibilización, de supervisión, que ya ha demostrado en muchos países que es muy eficaz.

El convenio de Lanzarote, que España ha ratificado, tiene una serie de medidas preventivas, que incluye tener un filtro de las personas que van a trabajar en esos lugares. Por supuesto, eso no evita que pueda haber personas que no tengan antecedentes conocidos y trabajen con niños . Por eso hay que añadir una labor de prevención y sensibilización de los menores. Hay que ofrecer espacios donde ellos pueden explicar las cosas que les pasan, lo que no les gusta, que les preocupa dentro de la institución. Un mecanismo independiente, alguien de fuera que no esté en ese circuito. Hay que facilitar un conjunto de herramientas en la formación de los profesionales para que puedan detectar los síntomas de abuso. Todo eso, y otras medidas más concretas, pueden ayudar a reducir el número de víctimas.

eXp- Uno de los casos más escandalosos han sido las denuncias de pederastia en la Iglesia católica. ¿Qué ha hecho el Consejo de Europa?

E.D.- Choca que la iglesia sea el teatro de abusos sexuales. En muchos países de Europa se han revelado estos casos muchos años más tarde, una vez que ya son adultos. El hecho de que una víctima haya revelado abusos hace que otras se atrevan a hablar... y de repente nos encontramos con cadenas de casos que desvelan horrores de muchos años de abusos que han sido silenciados por la jerarquía de esa institución.

El Consejo de Europa intentó entablar una negociación con la Santa Sede, para que se adhiriera al Convenio de Lanzarote, sobre protección de menores contra el abuso sexual. Hay que decir que ha tomado bastantes medidas, aunque todavía sea insuficiente. La primera, y muy importante para las víctimas, fue reconocer la extensión del problema y la gravedad, pero hay que poner atención a la prevención. Tanto en la iglesia católica como en cualquier institución.

eXp- Actualmente hay 47 estados adheridos al Consejo de Europa, ¿cómo colaboran?

E.D.- Para poder hacer frente a la violencia infantil es imprescindible que los estados reconozcan que eso existe. Hay estados que te dicen «en mi país no hay abusos sexuales, queremos mucho a los niños», cuando se niega el problema está claro que tenemos un doble problema. No podemos trabajar en serio si no se reconoce la situación. Uno de los llamamientos que hacemos es que se investiguen los casos y que se ofrezcan datos. Pero hay muchas dificultades y de todo tipo. El primero, y muy importante, es que para obtener datos hay que entrevistar a menores, y eso nos enfrenta a un problema ético. Las estadísticas que existen suelen proceder de entrevistas con jóvenes adultos a los que se les pregunta sobre su vivencia como niño. Los niños, generalmente, no saben identificar el abuso y cuando lo hacen han pasado 4 años de violencia, a veces extrema. Además en su entorno familiar están sometidos a un sistema de manipulación, que les cuesta. El tabú, la vergüenza alrededor de la sexualidad, hace que no se sientan cómodos. Se sienten culpables, les da vergüenza. Todo eso hace que sea muy difícil que lo denuncien.

eXp- ¿Y entonces?

E.D.- La parte que se denuncia es la punta del iceberg, supone un 10 por ciento de los casos. Lo único que tenemos son estimaciones, pero en casi todos los países las cifras de esas estimaciones son similares. De un 20 a un 30 por ciento de menores han sufrido abusos, más las niñas que los niños y lo sabemos también, por las denuncias que llegan a los tribunales. Hicimos un llamamiento a los ministerios de justicia para que nos facilitaran datos de los casos que llegan a las salas de justicia, y que los desglosaran. Necesitamos saber cuántos abusos son dentro de la familia, cuántos en centro de custodia, etc... cuántos de niñas, cuántos de niños... Ha sido imposible, incluso los casos que han llegado a juicio... los países no nos dan un desglose, porque los sistemas no están previstos para eso. Y muchas veces ni siquiera se pasa por los servicios sociales.

eXp- Es decir que para los estados son casos individuales que se juzgan y se acaba el problema

E.D.- No se acaba con la violencia sólo porque se condene a los agresores, se acaba con la prevención, con la atención a la víctima. Hasta ahora, por la falta de un enfoque integral, la policía o los sistemas judiciales lo tratan independientemente. Nosotros, desde fuera, les pedimos que nos ofrezcan datos porque solo así podremos actuar sobre la prevención y proteger a las víctimas antes de que lo sean. Queremos que eso no sea solo un problema desde el punto de vista penal, sino que se ataque a la raíz y se pongan en marcha los mecanismos de sensibilización.

eXp- Estamos hablando de los gobiernos, de las instituciones, pero ¿qué pueden hacer los padres para prevenir abusos, o para saber que sus hijos pueden estar sufriéndolos?

E.D.- Hace dos años iniciamos la campaña «1 de cada 5» para luchar contra todos los tipos de violencia sexual. Es decir que de cada 5 niños, uno sufre abusos de ese tipo. Se trataba de promover el Convenio de Lanzarote que establece un especie de menú que dice «si haces todo esto tienes muchas posibilidades de frenar, al menos, ese tipo de violencia». También se facilitan recursos a los padres, a las escuelas, a las instituciones. Todos coincidían en que había un gran desconocimiento del material que existe para los padres para hablar de este tema con los niños pequeños. Hay que tener en cuenta que el sexo es un tema tabú en casi todos los países. Además que cuando se trata el tema, los niños ya están en la adolescencia. Y entonces ya es tarde. Hay que tratarlo desde los cuatro años. A través del material que hicimos y de la web hemos podido ayudar a los profesionales que trabajan con niños o con familias y a los propios padres.

Entre las medidas que proponemos, hay que tener claro que los niños deben identificar a 3 o 4 personas dentro y fuera de la familia a los que les pueden explicar sus problemas. Porque hemos visto también que los teléfonos son difíciles de utilizar por los niños más pequeños.

eXp- La violencia sexual está mal vista, pero parece que el castigo físico está más aceptado.

E.D.- La violencia física es una violencia cotidiana, que la sociedad tolera, acepta, le parece normal. La gente dice que es para educar, pero el problema es que sigue siendo una violencia que genera más violencia, y en el ámbito educativo ese binomio amor-violencia, es nefasto, porque el mensaje que se le da al niño es que «para conseguir lo que quiero de alguien, tengo que pegarle o para resolver un conflicto la violencia es un método eficaz y aceptable». Ese es un mensaje peligroso. Para el Consejo de Europa el niño no es minipersona con miniderechos, el menor tiene tanto derecho a que no le peguen como un adulto. Porque si aceptamos que hay un nivel de violencia hacia ellos, nos resulta muy complicado poner la frontera o el límite, de cuando pasa a ser un peligro y como atajar la violencia más extrema. Donde está la línea roja ¿Cuándo le pega 3 cachetes?, ¿cuando le pega cuatro? ¿cuando le das en la cara?. Hay muchos niños que han muerto o han sufrido calvarios, porque el vecino no sabe si es normal que el padre le pegue.

Es muy fácil repetir esquemas que hemos aprendido de nuestros padres y pasan generaciones hasta que nos paramos a pensar si esos métodos son aceptables o no. Por eso pedimos a los países que presten atención a los padres y que reduzcan el estrés a los padres. Hay familias en situación de exclusión social o de estrés por falta de trabajo. Hay que potenciar la conciliación entre la vida laboral y la familiar. Esos aspectos son muy importantes y si se reduce el nivel de estrés, se añade calidad en la vida de las famílias.

eXp- Y ¿qué pasa con la pederastia en la red?

E.D.- El convenio de Lanzarote ha condenado el problema del «groomming» (que son personas que buscan a los niños en internet, les dan cita y abusan de ellos). Hasta hace unos años no estaba tipificado como delito. El Consejo ha pedido que se tipifique y que los países lo incluyan en los códigos penales nacionales.

Estamos muy preocupados porque es un problema inmenso, porque hay una complejidad añadida. La red es imposible de controlar y hay quien dice que no se debe controlar. Pero, ¿cómo encontramos un mecanismo que no sacrifique a los niños en aras a una libertad absoluta en Internet?. Porque no son niños virtuales, son niños normales a los que están violando. A veces esos niños son identificados, se les ha rescatado, se trata psicológicamente su traumatismo, pero viven obsesionados porque en la calle piensan que cualquier persona les ha visto y no estarán curados hasta que no se les borre de la red. Y entonces ¿qué hacemos?. Un estado ¿ puede bloquear el acceso a páginas que tienen imágenes pornográficas? Algunos dicen que no, porque eso va contra la libertad de expresión. Porque con la excusa de esa prevención, es verdad que hay países que censuran políticamente a sus ciudadanos, sin que tenga nada que ver con la defensa de los menores.

Estamos trabajando con los proveedores de Internet, con las empresas privadas, para que pongan filtros o mecanismos que permitan saber quien está contactando con un niño. Somos conscientes de que es un problema muy complejo, porque esas medidas tienen que tener garantías judiciales, no puede ser tratado como un tema político. Pero es necesario tomar unas medidas, no podemos sacrificar a tantos niños en aras a la libertad de expresión o a la libertad en la red.