Los cubanos no están muy interesados en las conversaciones entre la UE y Cuba

En las calles de La Habana apenas se comenta sobre el acuerdo de cooperación que afinan Cuba y la Unión Europea, aunque el trato podría facilitar los vínculos con Estados Unidos y amortiguar los costes sociales en el paso hacia una economía más abierta. «El acercamiento con Estados Unidos aumenta la necesidad de un avance rápido en un convenio con la UE, donde Cuba defina sus necesidades de cooperación»

El vicecanciller cubano Abelrdo Moreno con el negociador europeo, Christian Leffler
El vicecanciller cubano Abelrdo Moreno con el negociador europeo, Christian Leffler/ Foto: Jorge Luis Baños/IPS

En las calles de La Habana apenas se comenta sobre el acuerdo de cooperación que afinan Cuba y la Unión Europea (UE), aunque el trato podría facilitar los vínculos con Estados Unidos y amortiguar los costos sociales en el paso hacia una economía más abierta.

«El acercamiento con Estados Unidos aumenta la necesidad de un avance rápido en un convenio con la UE, donde Cuba defina sus necesidades de cooperación», nos dice por correo electrónico el economista Christian Ghymers, experto en los nexos económicos entre Europa y América Latina.

«El bloque puede ofrecer alternativas útiles incluso en las gestiones sobre las relaciones y negociaciones económicas con Estados Unidos», valora el presidente del Instituto Interuniversitario para las Relaciones entre Europa y América Latina y el Caribe, en Bélgica.

Los procesos por separado de La Habana con Washington y la unión de 28 países «se complementan», valoró en conferencia de prensa Christian Leffler, quien encabezó la delegación de la UE en la tercera ronda de conversaciones sobre el Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación, que negocian Bruselas y el gobierno cubano.

La reunión, celebrada en esta capital el miércoles 4 y el jueves 5, representa el primer encuentro UE-La Habana desde el comienzo del llamado deshielo entre Cuba y Estados Unidos, anunciado el 17 de diciembre y que ha sido seguido ya por dos encuentros.

La ronda permitió «un mejor entendimiento de las posiciones, sensibilidades y ambiciones de ambos lados», según Leffler, director general para América del Servicio Europeo de Acción Exterior, cuya contraparte es el vicecanciller cubano Abelardo Moreno.

La delegación europea dijo que avanzaron en el capítulo sobre cooperación, que abarca el área laboral, cultura, educación, salud y agricultura, entre otras. Y presentaron los otros dos capítulos: sobre diálogo político (con temas como gobernanza, derechos humanos y seguridad) y para el comercio y las relaciones económicas.

El acuerdo cerraría un periodo de relaciones complicada entre Bruselas y La Habana, desde que la UE adoptó la llamada «Posición Común», una declaración de principios de sus países, vigente desde 1996, que condiciona la cooperación con Cuba a que haya avances en la isla en materia de derechos humanos y libertades individuales.

Los desacuerdos sobre estos temas se hicieron críticos en 2003, a raíz de la detención y severas condenas impuestas por Cuba a 75 opositores políticos.

Reanudaron el diálogo político en 2008, cuando suscribieron una declaración conjunta que ampara la cooperación de la UE. En abril de 2014, Bruselas y La Habana comenzaron a negociar el tratado, para que Cuba deje de ser el único país de América Latina sin un marco contractual en su relación con el bloque europeo.

Leffler descartó que la UE sea desplazada por Washington en el diálogo político con la nación caribeña. «Hay suficiente materia para todos», afirmó el diplomático, quien ve la presencia europea «sólida», entre otras razones, por las relaciones diplomáticas sostenidas durante más de 25 años.

La UE es el segundo socio comercial de Cuba, superado solo por Venezuela. En 2013, últimas cifras disponibles, las importaciones cubanas al bloque sumaron el equivalente a 2.127 millones de dólares y las exportaciones 971 millones de dólares. Además, es el primer inversor extranjero en el país y el que más fondos destina a la cooperación en desarrollo sostenible.

Bruselas tiene disponibles alrededor de 93 millones de dólares para el periodo 2008-2013, para proyectos en el país sobre seguridad alimentaria, ambiente, energía, preparación para situaciones de desastre, intercambio de expertos entre administraciones públicas, cultura y patrimonio.

Para Ghymers, «la colaboración con la comunidad europea es la mejor vía (y quizás la única) practicable para que Cuba pueda afrontar los retos sociales del cambio económico y preservar sus conquistas en un mundo globalizado». «Pero eso sería imposible sin abrirse también a Estados Unidos», acotó.

El vecino del que solo le separan 90 millas mantiene desde 1962 un bloqueo económico a La Habana que posteriormente pasó a afectar al comercio con el resto del mundo, al darle Washington al embargo carácter extraterritorial.

El economista sugirió a las autoridades cubanas «manejar bien una cooperación estratégica y profunda con la UE para disponer de instrumentos y consejos adecuados que permitan optimizar el camino hacia una economía social de mercados».

«La convivencia de dos tipos diferentes de acuerdos económicos le permitirá a Cuba beneficiarse de socios complementarios para incorporarse a la economía globalizada y sus cadenas de valores en función de sus ventajas en el turismo ecológico, medicinas alternativas y agricultura orgánica, entre otras», observó.

En 2008, el gobierno de Raúl Castro emprendió un proceso de reformas económicas, llamado internamente «actualización del modelo», destinado a afrontar la depresión económica que soporta el país desde hace más de 20 años. La ampliación de pequeños negocios privados y cooperativos y más apertura al capital extranjero, entre otras medidas para diversificar la centralizada economía local, indican según especialistas que la isla pasa de una economía planificada a otra con más influencia del mercado.

Pero los resultados son magros hasta ahora, como evidencia que en 2014 la economía creció en 1,3 por ciento, frente al previsto 2,2 por ciento. Para un mayor dinamismo económico, el gobierno socialista necesita inversiones anuales de 2.500 millones de dólares y los capitales de los países de la UE para esta meta son fundamentales.

«Cuba no parece estar preparada para responder a todas las oportunidades que se abren con la UE y Estados Unidos», analiza el economista cubano Pavel Vidal. «La extendida centralización y estatalización y las intenciones de controlar en exceso impondrán un ritmo lento a la integración internacional», evalúa desde Colombia, donde vive.

Leffler amplió que persisten «sensibilidades en temas bien conocidos» en la mesa de negociaciones. «Existen una serie de derechos fundamentales que no se cuestionan de la parte europea ni de la cubana. Se discute cómo se aplican y cuáles son los contextos en Europa y Cuba», clarificó.

Con algunas reservas, el gobierno cubano firmó finalmente en 2008 el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos, ambos en vigor desde 1976.

Pero este país no ha ratificado ninguno de estos convenios internacionales ni ha firmado los protocolos facultativos que amplían ambos tratados. «Hago lobby para que Cuba ratifique (los pactos). Se puede hacer con reservas. Incluso la UE ratificó con excepciones», nos informó el embajador de la UE ante La Habana, Herman Portocarero. «Sería un paso importante, no solo simbólico», sostuvo.

A diferencia de las opiniones encontradas, expectativas y atención que acapara el acercamiento histórico entre La Habana y Washington, las cubanas y cubanos de a pie conocen poco o nada sobre las conversaciones con la comunidad europea.

«La gente habla más sobre el tema con Estados Unidos porque hay mucha información en la prensa cubana sobre las afectaciones del bloqueo en nuestra vida», comenta el contador Eugenio Rodríguez, que trabaja en una empresa con capital extranjero.

«Casi nadie sabe cuáles son las limitaciones de la Posición Común y a la larga Cuba tiene relaciones con muchos países europeos», observa.

Mientras, Dania Valdés, secretaria en otra empresa, estima que las personas «se interesan poco porque los beneficios directos al pueblo se demoran en llegar o muchos no llegan».

Con la colaboración de Patricia Grogg desde La Habana.