Movilidad urbana complica una Copa FIFA sostenible
Brasil aseguró la promoción de una Copa Mundial de la FIFA ambientalmente sostenible en la construcción de los estadios. Pero las 12 ciudades donde se ubican esos campos de fútbol corren contra reloj para concluir a tiempo las obras de movilidad urbana, un escollo aún sin resolver.
Estadio Natal
Estadio Natal / Foto: Fabiola Ortiz (IPS)
Brasil aseguró la promoción de una Copa Mundial de la FIFA ambientalmente sostenible en la construcción de los estadios. Pero las 12 ciudades donde se ubican esos campos de fútbol corren contra reloj para concluir a tiempo las obras de movilidad urbana, un escollo aún sin resolver.

La capital del estado de Rio Grande do Norte es una de las ciudades sede del Mundial de Fútbol y en ella se celebrarán cuatro partidos. Con 800.000 habitantes, Natal es conocida como «ciudad del sol» porque este brilla aquí 300 días al año, y cuenta con 400 kilómetros de playa. Se jacta de tener el aire más puro del continente americano, según un estudio que realizó en 1994 el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales, a pedido de la agencia espacial de Estados Unidos, la NASA. La calidad del agua también es envidiable, «filtrada» por las extensas dunas que conforman su mapa urbano.

Con vocación turística y un flujo anual de 1,5 millones de visitantes, Natal lucha ahora por dar una imagen de ciudad sostenible en el Mundial de Fútbol que hospedará Brasil entre el 12 de junio y el 13 de julio. El Arena Dunas de Natal se inauguró el 22 de enero y tiene capacidad para 42.000 espectadores. Su costo fue un 30 por ciento superior a los 190 millones de dólares presupuestados, pero al menos el proyecto se considera ambientalmente idóneo.

La constructora OAS, que realizó las obras y administra el estadio, asegura que utiliza agua de lluvia, con lo que economiza el 40 por ciento del agua consumida en el recinto. Casi el cien por cien de los residuos también se aprovechan y desde 2012 se reciclaron 240 toneladas de basura.

En cambio, las obras de movilidad urbana en sus alrededores y por toda la ciudad tratan de terminarse a la carrera y corren riesgo de no estar acabadas cuando el 13 de junio se celebre aquí el primer partido, poniendo en duda la imagen de Natal como ciudad sostenible de la Copa.

De los siete proyectos urbanos previstos, solo uno se concluyó hace un año. De los otros seis, tres fueron descartados y los tres restantes se retrasaron en salir del papel, algo que se ha repetido en otras ciudades anfitrionas.

El alcalde de Natal, Carlos Eduardo Alves, del Partido Democrático Laborista, aliado del gobierno central, asegura que la ciudad estará lista para acoger el Mundial gracias a los recursos federales, de 250 millones de dólares.

Movilización social uno, expropiaciones cero

En 2012, los habitantes de Natal se sorprendieron con el anuncio de que en la avenida Capitão Mor Gouveia, una de las principales de la ciudad, serían expropiados los inmuebles de 3.000 residentes y 200 comerciantes para construir un corredor vial entre el nuevo aeropuerto y el estadio.

«Una mañana llegó un alguacil a mi negocio y me entregó una carta que me informaba de que la mitad de los 200 metros cuadrados de mi tienda serían expropiados. Lo hizo con maneras groseras y me indigné. Así que resolvimos luchar contra la medida», explica Jonas Valentim, un comerciante de 73 años. Valentim tenía su tienda en ese lugar desde hacía 30 años y el susto fue enorme. «Cuando nos enteramos de que la Copa venía para acá, todos nos habíamos puesto felices, porque no sabíamos que iba a golpearnos tanto», cuenta.

El comerciante se ha convertido en uno de los representantes de la Asociación de los Afectados por las Obras de la Copa en Natal, creada en 2012, y también integra el Comité Popular de la Copa, dedicada a denunciar que las obras de infraestructura están desvinculadas de las necesidades de la ciudad. El caso de Capitão Mor Gouveia fue emblemático porque dio ejemplo de cómo las comunidades pueden evitar un desalojo forzoso.

Las autoridades no habían consultado a expertos, pero los residentes de la avenida recurrieron a la universidad regional para que los ayudase a elaborar un proyecto alternativo. «Hicimos sugerencias para utilizar otras avenidas de poco uso y donde no habría expropiaciones», explica Valentim. Ese es el proyecto que se está ejecutando ahora y que no necesitó desalojar a nadie.

«Cuando Natal fue elegida para ser una de las sedes, tenía 53 meses para realizar el proyecto y construir la obra. Cuando asumimos en enero de 2013, faltaban 18 meses y no se había comenzado nada», asegura. En las obras urbanas trabajan actualmente por turnos 1.450 personas, durante las 24 horas del día.

Alves dijo que el 31 de mayo será la fecha límite para entregar seis túneles y un viaducto. Un segundo viaducto no estará completado totalmente a tiempo, pero sí funcionará para el transporte durante la Copa, asegura. «Natal no se acaba con la Copa. Va a dejarnos una gran red de drenaje subterráneo, que costó 60 millones de dólares y que tendrá el 70 por ciento listo para la Copa», dice el alcalde.

El gran problema de las ciudades brasileñas es el congestionamiento circulatorio y por eso se proyectaron túneles y viaductos para desahogar el tráfico, agrega. Además, el alcalde dice que el plan de la Copa incluye plantar 4.000 árboles, aunque sin dar mayores detalles. Pero el coordinador del núcleo de estudios en transporte del Departamento de Energía Civil de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte, Enilson Medeiros dos Santos, duda de que todas las intervenciones cercanas al estadio estén terminadas a tiempo.

«No se completarán. El viaducto de la autopista BR-101 (al lado del estadio) no estaba previsto en el proyecto original y no tiene la menor oportunidad, es una obra tardía», argumenta Santos. El especialista es una voz destacada en la planificación de la ciudad y se queja de que su equipo no fue consultado para la elaboración de los proyectos de infraestructura de transporte.

«En Natal fue donde las inversiones del gobierno federal tardaron más en llegar. El momento de la planificación pasó, hacen falta programas de inversión», sostiene. Santos critica además la desinformación. De las ciudades que serán sede de la Copa, Natal fue una de las seis suspendidas en el ranking de transparencia que elaboró en 2013 el Instituto Ethos.

«Nadie tiene acceso a los proyectos ejecutivos, son un misterio total», subraya. Natal es fruto de un desarrollo acelerado y está entre las ciudades del Nordeste con más alto índice de motorización, explica Santos. La ciudad tiene un vehículo por cada cuatro habitantes, mientras cae la demanda de transporte público. La congestión es parte de la realidad urbana porque el parque automovilístico sobrepasa las 260.000 unidades. Desde 2000, los automóviles aumentan a un ritmo de 20.000 por año.

«La ciudad no tenía un patrón de congestión, pero el tráfico ha empeorado rápidamente en los últimos 10 años. Ya habíamos advertido ese problema en 1998, si la ciudad no creaba un transporte público de calidad», concluye.

En junio de 2012, durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) anunció que el Mundial 2014 se regiría por los principios de la sostentabilidad y que invertiría en ello 20 millones de dólares. La Federación aseguró que priorizaría a proveedores ambientalmente idóneos y que realizaría estudios para medir los impactos del torneo sobre el entorno.

Además, las construcciones tuvieron que obtener un certificado ambiental obligatorio, como condición para ser financiadas por el estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Otro requisito del BNDES fue que las estructuras contasen con la certificación LEED (Liderazgo en energía y diseño ambiental), que concede el estadounidense Green Building Council (Consejo para la construcción verde) y es reconocido en más de 130 países. En total, ocho de los 12 estadios de la Copa atendieron las normas de construcción sostenible con tecnologías que ahorran agua y energía eléctrica, además de materiales reciclados como hormigón de demolición.

Lo que parece poco sostenible es el uso que se hará del Arena Dunas después de la copa. Existe el peligro de que se convierta en un elefante blanco, porque el público que suele asistir al fútbol en esta ciudad no sobrepasa las 6.000 personas, admite su gerente de negocios, Artur Couto. Esa afluencia ínfima significa que harían falta más de 3.000 partidos solo para pagar el costo de la construcción.

Con todo, este representante de OAS en Natal defiende el uso múltiple de la estructura. «Fue hecha con el concepto de multifuncionalidades, para ser una célula viva en la ciudad. Hay 40 fechas para juegos de fútbol al año, pero existen otros usos, como los espectáculos», dice Couto.