No reducir las emisiones contaminantes tendrá un efecto devastador

Dos informes divulgados esta semana revelan la peligrosa brecha que existe entre ciencia y política y concluyen que los eventos meteorológicos extremos se duplicarán para 2020, aumentarán el 400 por ciento para 2040 y seguirán empeorando si no hay una reducción significativa de las emisiones de dióxido de carbono.

Los riesgos de la producción petrolera
Un mapa con las zonas del globo que se calentarán más
Aumento de las temperaturas por región, según las previsiones para 2100. Fuente: Informe de Síntesis 2004 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático

Dos informes divulgados esta semana revelan la peligrosa brecha que existe entre ciencia y política y concluyen que los eventos meteorológicos extremos se duplicarán para 2020, aumentarán el 400 por ciento para 2040 y seguirán empeorando si no hay una reducción significativa de las emisiones de dióxido de carbono.

La severa ola de calor que padeció Estados Unidos el año pasado es un ejemplo de esos eventos extremos.

Mientras, un análisis muestra que Canadá no puede cumplir su débil objetivo de reducción de emisiones contaminantes para 2020 y, sin embargo, planea triplicar sus masivas operaciones en las arenas alquitranadas para las próximas décadas.

Canadá no tiene ningún plan creíble para disminuir sus emisiones, y prácticamente no ha hecho nada en relación al clima desde que el primer ministro Stephen Harper llegó al gobierno en 2006, dicen los ecologistas.

«Al gobierno canadiense le resultará muy difícil lograr sus propios objetivos de reducción de emisiones para 2020 aún sin una expansión en las arenas alquitranadas», dijo este miércoles el científico climático Danny Harvey, de la Universidad de Toronto.

Canadá, Estados Unidos y otros países se comprometieron a reducir el 17 por ciento del total de sus emisiones de dióxido de carbono en comparación con los registros de 2005 para el año 2020, en el marco del Acuerdo de Copenhague. Los científicos dicen que esa meta es demasiado débil y que hará que las temperaturas mundiales aumenten por lo menos 3,5 grados, lo que implica un nivel muy peligroso de cambio climático.

Probablemente, esas elevadas temperaturas producirán olas de calor extremo que matarán a personas, animales y cultivos, y para 2100 cubrirán el 85 por ciento del área terrestre del planeta en verano, informaron científicos alemanes y españoles el día 14.

«Eso es lo que muestran nuestros cálculos para un escenario de cambio climático» imparable, dijo el coautor del informe, Dim Coumou, del Instituto de Potsdam de Alemania para la Investigación del Impacto Climático (PIK, por sus siglas en alemán).

Aunque resulte toda una conmoción, ya es demasiado tarde para impedir que se dupliquen las olas de calor para 2020 y que se cuadrupliquen para 2040, concluye el estudio publicado en la revista Environmental Research Letters.

El motivo es que la quema de enormes cantidades de combustibles fósiles en los últimos 50 años sumó un 40 por ciento de dióxido de carbono a la atmósfera. Aunque hoy mismo se pusiera punto final a todas las fuentes de emisiones de ese gas de efecto invernadero, las temperaturas continuarían aumentando de los actuales 0,8 grados de recalentamiento planetario a incluso 1,1 y hasta 1,5 grados, debido a un retraso en el sistema climático, según los científicos.

Y esas temperaturas no bajarán en mucho tiempo

Por eso que todos los países acordaron reducir las emisiones de dióxido de carbono en la 15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en 2009 en Copenhague.

Canadá se adhirió al compromiso de Estados Unidos de reducir un 17 por ciento las emisiones, pero luego ha hecho poco por bajar las suyas y, en cambio, ha expandido drásticamente el mayor proyecto energético del mundo: las arenas alquitranadas de Alberta.

Cada año, las arenas queman casi 40.000 millones de metros cúbicos de gas natural, aproximadamente dos tercios de lo que India usa anualmente. Este gas se usa principalmente para calentar agua, con la que se extrae el bitumen alquitranado del suelo y se convierte en crudo pesado.

En 2011 se usaron 370 millones de metros cúbicos de agua dulce. Esto es más que lo que consumen los 2,8 millones de habitantes de la ciudad de Toronto. Las empresas petroleras no pagan nada por el agua aunque esta se vuelva demasiado tóxica para ser devuelta a ríos o acuíferos.

La mayoría de los análisis muestran que el petróleo procedente de las arenas alquitranadas es el más contaminante y el que deja la mayor huella de carbono. Esas emisiones aumentan a medida que el bitumen se vuelve más difícil de extraer, y se prevé que se duplicarán para 2020.

Según Mark Jaccard, economista experto en energía de la Universidad Simon Frasier y designado por el gobierno de Harper para integrar la ahora clausurada Mesa Redonda Nacional sobre el Ambiente y la Economía,»los políticos canadienses simplemente no están diciendo la verdad. No se puede seguir expandiendo las arenas alquitranadas y cumplir la meta de reducción» de emisiones contaminantes.

En Canadá no existen regulaciones federales sobre emisiones derivadas del petróleo y del gas. En vez de actuar, el gobierno de Harper lanzó una campaña de relaciones públicas que costó 16 millones de dólares, en Estados Unidos y Canadá, para promover los beneficios económicos del «desarrollo responsable de recursos» de las arenas alquitranadas. Los activistas consideran que esto fue un intento de darle una fachada verde al proyecto.

Después de 2020 se necesitarán profundos recortes en las emisiones para evitar que la mayor parte del mundo sufra devastadoras olas de calor antes de fin del siglo, plantea el Instituto de Potsdam. Esas reducciones «serán imposibles de lograr si nos encerramos en 40 años de mayores emisiones de las arenas alquitranadas construyendo más oleoductos» como el Keystone XL, dice Harvey, de la Universidad de Toronto, en una conferencia de prensa realizada el miércoles en esta ciudad.

Estados Unidos va camino de cumplir el compromiso de reducción que asumió en Copenhague. Sin embargo, los abismales antecedentes ambientales de Canadá han llamado la atención del gobierno de Barack Obama.

El presidente estadounidense ha dicho que solo aprobará el oleoducto Keystone XL si eso «no exacerba significativamente el problema de la contaminación con carbono». La muy postergada cañería prevé transportar 800.000 barriles de crudo pesado desde las arenas alquitranadas de Alberta a refinerías ubicadas en la costa del Golfo de México en Estados Unidos.

Keystone XL aumentará las emisiones de Canadá al permitir que las arenas alquitranadas se expandan, dice Gillian McEachern, de Defensa Ambiental Canadá. Y no hay ni tecnologías ni políticas que permitan a Canadá reducir esas emisiones antes de 2020, añade.

Otros ductos propuestos que se necesitan para apoyar la expansión de las arenas alquitranadas se han topado con una fuerte oposición en Canadá, y dista de ser un hecho que sus obras vayan a completarse, dice Jaccard.

Que añade, «ahora estamos en un punto en el que la única alternativa aceptable es que el gobierno de Estados Unidos rechace el Keystone XL».