Polémica y miedo por la perforación del supervolcán de Nápoles

Una enorme masa de magma duerme bajo la región de Nápoles, cerca del Vesubio pero con un poder devastador mucho mayor. Este verano se ha puesto en marcha un proyecto científico para perforar el supervolcán a una profundidad de casi 4 kilómetros. El objetivo es instalar un sistema de sensores que avise en caso de erupción. El temor de los vecinos es que las máquinas lo despierten. Sería mucho peor que la destrucción de Pompeya hace 2.000 años.

Edificios en Campi Flegrei, Nápoles
Zona de actividad volcánica en la bahía de Nápoles / Foto: Campi Flegrei

El Campi Flegrei, al oeste de Nápoles, es un parque muy visitado por turistas por los fenómenos hidrotermales que se producen allí. Se deben a la gigantesca zona volcánica que hay bajo el suelo de la ciudad y de la bahía. Medio millón de personas viven en la caldera del volcán y más de un millón y medio, en las proximidades.

«Es un volcán muy raro...No sabemos cómo funciona», reconoce Giuseppe di Natale, del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, encargado del proyecto de perforación que ha provocado una fuerte controversia entre científicos y vecinos. Se dice que solo hay una docena de volcanes como éste, capaces de provocar erupciones muy violentas. Los más catastrofistas aseguran que podría tener el efecto similar al impacto de un meteorito, que destruiría todo rastro de vida, más allá incluso de toda Italia.

Para comprender el funcionamiento del supervolcán escondido y prevenir una posible erupción, en 2008 se presentó ya el proyecto de perforación que permitiría además, según sus promotores, llevar a cabo investigaciones para la explotación de energía geotérmica. El Programa Internacional de Perforación Científica Continental aprobó la iniciativa, pero el Ayuntamiento de Nápoles la bloqueó en 2010, ante las protestas de los vecinos y las dudas de parte de la comunidad científica.

En los años setenta y ochenta, empresas energéticas como Enel y Agip ya realizaron perforaciones en la zona con fines comerciales, que no tuvieron éxito. Se dice que la alta salinidad de los fluidos hacía imposible la obtención de energía.

Los trabajos que ahora han comenzado en Campi Flegrei tienen exclusivamente un carácter científico. Tratan de instalar un observatorio en el fondo del volcán, con una red de sensores de fibra óptica capaces de soportar temperaturas extremas que alertarían de una posible erupción. «Es una perforación simple, que no implica ninguna extracción de fluidos como petróleo o gas, ni la inyección de ningún tipo de fluidos, y que no puede bajo ninguna circunstancia provocar un terremoto», explica di Natale.

Sin argumentos convincentes en contra, los vecinos de Nápoles prefieren no tentar a la naturaleza. En el subconsciente colectivo permanece la erupción del vecino Vesubio en el año 79 d.C. que sepultó a 25.000 personas.