«Quizá dos niños hayan muerto para que tengas tu teléfono móvil»

«Puede que dos niños hayan muerto para que tú tengas ese teléfono móvil», dice Jean-Bertin, un congoleño de 34 años que denuncia el «silencio absoluto» sobre los crímenes que se cometen en su país por la explotación de materias primas estratégicas como el «coltán».

Un montón de móviles para reciclar
Móviles para reciclar / Foto: Entreculturas

La República Democrática del Congo (RDC) posee al menos el 64 por ciento de las reservas mundiales de coltán, nombre popular en África central para designar las rocas formadas por dos minerales, columbita y tantalita.

De la mena de tantalita se extrae el tantalio, un metal de transición duro, de color azul grisáceo y brillo metálico, resistente a la corrosión que se emplea en condensadores para una enorme variedad de productos, como teléfonos móviles, computadoras y tabletas, así como en audífonos, prótesis, implantes y aleaciones para turbinas, entre muchos otros.

«La maldición de la RDC es su riqueza. Occidente y todo el que fabrica armas mete las narices allí», lamenta Jean-Bertin, que llegó hace ocho años a la ciudad española de Málaga desde Kinshasa, donde viven sus padres y sus dos hermanos.

La extracción de coltán contribuye a mantener uno de los mayores conflictos armados de África, que ha causado más de cinco millones de muertos, desplazamientos masivos y violaciones de 300.000 mujeres en los últimos 15 años, según organizaciones de derechos humanos.

Esto fue reconocido en 2001 por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que confirmó la existencia del «vínculo entre la explotación ilegal de los recursos naturales y la continuación del conflicto en la República Democrática del Congo».

Un Grupo de Expertos convocado por el Consejo registró hasta 2003 unas 157 empresas e individuos de todo el mundo vinculados de un modo u otro a la extracción ilegal de materias primas valiosas en la RDC.

La explotación de coltán en decenas de yacimientos informales, salpicados por la jungla oriental de la RDC, financia a los grupos armados y corrompe a militares y funcionarios.

La extracción artesanal, sin ningún control de calidad, comporta un régimen laboral cercano a la esclavitud y un gran daño al medio ambiente y a la salud de los trabajadores, incluyendo niños, según el documental de 2010 «Blood in the Mobile» (Sangre en el móvil), del director danés Frank Piasecki.

Pero fuentes de la industria, como el Tantalum-Niobium International Study Center (TIC), advierten que los yacimientos de coltán de la RDC y de toda la región de África central están lejos de ser la fuente principal de tantalio. Australia ha sido la principal productora de tantalio durante varios años y más recientemente ha crecido la producción sudamericana y asiática, además de otras fuentes, como el reciclaje.

El TIC estima que las mayores reservas conocidas de tantalio están en Brasil y Australia, y últimamente se han conocido hallazgos en Venezuela y Colombia.

La RDC tiene otras riquezas naturales que se utilizan también para el contrabando, como oro, casiterita (mineral de estaño), cobalto, cobre, maderas preciosas y diamantes. Pero está en el último lugar del Índice de Desarrollo Humano 2011.

En este escenario, las denuncias de la sociedad civil organizada apelan cada vez más a los consumidores de productos que contengan estos materiales.

En España, la Red de Entidades para la R. D. del Congo -una coalición de organizaciones no gubernamentales y centros de investigación- lanzó en febrero la campaña «No con mi móvil» para exigir a los fabricantes que se comprometan a no usar coltán de origen ilegal.

La aparición de nuevas fuentes de tantalio y el reciclaje deberían ayudar a reducir la presión de la demanda sobre el coltán congoleño.

La organización Entreculturas y la Cruz Roja Española promueven desde 2004 la campaña nacional «Dona tu móvil» para animar a la entrega de aparatos viejos para reutilizarlos o reciclar sus componentes. Los fondos obtenidos se invierten en proyectos de educación, ambiente y desarrollo para sectores pobres de la población.

Hasta julio se habían recolectado 732.025 aparatos y recaudado más de un millón de euros, nos dijo la coordinadora de la campaña en Entreculturas, Ester Sanguino.

Pero fundaciones y empresas dedicadas al reciclaje, coinciden en que sería imposible abastecer con esta fuente una porción significativa de la creciente demanda mundial de tantalio.

La presión del mercado hace que la gente actualice su teléfono móvil cada poco tiempo, y por eso el reciclaje, aunque se hiciese a gran escala, no daría abasto, nos dijo una fuente de BCD Electro, empresa de reutilización y reciclado informático y electrónico.

Y la telefonía móvil es solo un segmento de las aplicaciones actuales del tantalio. Apple e Intel anunciaron en 2011 que dejarían de comprar el mineral procedente de la antigua colonia belga. Nokia y Samsung han hecho declaraciones similares.

Samsung asegura en su página corporativa que ha tomado medidas para garantizar que sus terminales «no contienen materiales derivados del coltán congoleño extraído ilegalmente». De hecho, los códigos de conducta empresariales han venido a llenar el vacío de normas taxativas.

El esfuerzo más amplio es el de las «Líneas directrices de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) para empresas multinacionales», pues comprende a todas las naciones industriales socias de ese club. Pero el largo y opaco circuito del coltán congoleño hace difícil demostrar que tales códigos se cumplen.

Los minerales que se explotan ilegalmente se pasan de contrabando a través de países vecinos como Ruanda y Uganda hacia Europa, China y otros destinos. «Los grupos rebeldes proliferan por la riqueza de las tierras en coltán, diamantes u oro», dice el coordinador de la organización humanitaria Farmamundi en la RDC, Raimundo Rivas. Los gobiernos vecinos son «cómplices» y «hasta el momento todo lo apoyan y encubren las empresas que se benefician de esas riquezas», asegura.

«Hay muchos intereses económicos alrededor del negocio del coltán», dice Jean-Bertin. Mientras, en la RDC «las matanzas son reales. La sangre está en todas partes» y, sin embargo, «es como si el Congo no existiera».

Por eso genera expectativas la decisión de la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC por sus siglas inglesas), que el 22 de agosto reglamentó un capítulo de la Ley de Protección del Consumidor y Reforma de Wall Street, referido a los «minerales de conflictos».

La norma 1502 establece que todas las empresas nacionales o internacionales ya obligadas a entregar información anual a la SEC y que manufacturen o contraten productos que contengan uno de los cuatro minerales de conflictos (estaño, tantalio, tungsteno y oro) deberán adoptar medidas para determinar su origen mediante el análisis de la cadena de suministro.

El primer informe deberá presentarse el 31 de mayo de 2014, un plazo considerado excesivo por los defensores de los derechos humanos, que denuncian los crímenes que se siguen cometiendo en la RDC, pese a la presencia desde 2010 de una misión de paz de la ONU.

Con la mirada nublada de rabia y su hija de seis meses en los brazos, el congoleño Jean-Bertin insiste en que los grupos armados «les dan armas a muchos niños y les obligan a meterse en uno u otro bando».

Para Rivas, «la única solución es un gobierno fuerte en la RDC, que pueda responder a los ataques, y un apoyo internacional real que penalice a aquellas empresas sospechosas de importar minerales de zonas en conflicto».