Sociedad civil presiona para conseguir el desarme nuclear

Mientras los países firmantes del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) han comenzado este lunes en Ginebra su segunda conferencia preparatoria, las ONGs de varios países exponene las potenciales consecuencias humanitarias del uso de armas atómicas.

Lanzamiento misil Trident_II
Trident_II_missile / Foto: Departamento Defensa USA

Para Rebecca Johnson, copresidenta de la Campaña para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), «el TNP tiene su propio proceso», explica la dirigente de esta coalición mundial de organizaciones, con sede en esa ciudad suiza, que promueve el desarme y la prohibición a este tipo de armamento.

El comité preparatorio de la reunión de Ginebra se centrará en una serie de temas en las próximas dos semanas, a fin de elaborar la agenda para la Conferencia de Evaluación 2015 que tendrá lugar en esta misma ciudad. Y, lo que es más importante, tiene lugar en un contexto de crecientes tensiones nucleares en la península de Corea y por el programa de enriquecimiento de uranio de Irán. También, varios países han participado en marzo en una conferencia internacional sobre el impacto humanitario de las armas atómicas. «Espero que una gran cantidad de países hablen sobre la importancia de devolver el asunto nuclear al nivel humano y de entender las consecuencias para las personas» del uso de estas armas, explica Johnson.

La portavoz de ICAN espera que muchas partes del TNP suscriban la declaración sudafricana sobre la dimensión humana de las armas nucleares que será divulgada en la conferencia. «Queremos un diálogo sobre el impacto humanitario, para que eso cambie el equilibrio de poder en el TNP».

El Tratado de No Proliferación Nuclear entró en vigor en 1970, con el objetivo de impedir que los países construyeran una bomba nuclear. Hasta ahora lo han ratificado 189 países, mientras que India, Israel y Pakistán se negaron a ser partes del mismo. Los tres estados poseen un arsenal nuclear, y las estimaciones totales oscilan entre 50 y 200 armas de este tipo. En el marco del tratado, a los estados oficialmente nucleares –Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Francia y China, conocidos como P-5- se les requiere implementar medidas de «reducción» de la carrera por las armas atómicas, y completar el «desarme» en este sentido.

Los cinco estados nucleares se reunieron la semana pasada para debatir sobre cómo promover el diálogo y la confianza mutua en esta materia. Intercambiaron puntos de vista sobre la «no proliferación», los «usos pacíficos de la energía nuclear», y el «desarme», es decir, los tres pilares del TNP. Esas naciones, que también son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), reafirmaron su compromiso con el objetivo del desarme nuclear.

Sin embargo, el avance hacia el desarme nuclear ha sido limitado o, directamente, insignificante en los últimos 45 años. «No hay mucho progreso en el desarme nuclear y necesitamos una nueva dinámica para romper esa parálisis, de otro modo habrá una nueva Guerra Fría», señala Martin Hinrichs, activista de ICAN. Representantes de esa entidad procedentes de 16 países han debatido sobre cómo abordar su campaña.

Los integrantes del P-5 «tienen intereses creados y construyeron sus industrias de defensa, y fuerzas armadas para desplegar, poseer y modernizar las armas nucleares», explica Johnson. A esas naciones les interesa «mantener el statu quo e impedir que nuevos países ingresen al club nuclear», agrega.

Además, sostiene, gozan de numerosos privilegios a raíz de su estatus y sería un error pensar que implementar medidas sustanciales hacia un completo desarme nuclear. Así que el «juego» para la eliminación de las armas nucleares no se originará del lado del P-5, integrado precisamente por quienes poseen poderoso armamento atómico, añade. La copresidenta de ICAN cree que «lo que tiene que cambiar es que los estados no nucleares han de empezar a generar el desarme nuclear». Esos países «tienen el poder y las herramientas para cambiar, volviéndose conscientes de que las armas nucleares son un problema humanitario aunque estén enmarcadas en reglas legales y políticas internacionales».

Para Rebeca Johnsonn «los estados no nucleares (...) tienen que comprometerse en la política y cambiar las relaciones internacionales uniendo fuerzas con la sociedad civil», afirma. El movimiento que promueve la prohibición internacional busca deslegitimar las armas nucleares para todos, a fin de disuadir a los países de gastar miles de millones de dólares en ellas.