Unión Europea, ¿65 años de paz?

En el 65 aniversario de la Declaración Schuman, reconocido como el primer paso para la creación de la Unión Europea, el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, hace un llamamiento a los comisarios y a la ciudadanía para trabajar por una Europa «que es un modelo a seguir para los demás». Olvida así los diversos conflictos que sacuden a la Unión.

Conferencia sobre el Estado de la Unión en Milán
Conferencia sobre el Estado de la Unión en Milán (Italia)/ Foto: CE

El 9 de mayo de 1950, el entonces ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Robert Schuman, propuso la creación de una comunidad franco-alemana para aprovechar y gestionar conjuntamente el carbón y el acero de los dos países. El objetivo era ampliar esta comunidad a otros Estados europeos y usar la unión como un modo de cooperación que evitara futuras guerras. Europa aún sufría las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.

La conocida como 'Declaración Schuman' marcó el inicio de la actual UE. «La puesta en común de las producciones de carbón y de acero (...) cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas», dijo el ministro francés.

65 años después de aquel germen, y 70 años después del fin de la Segunda Guerra Mundial que arrasó Europa, la paz no es una realidad absoluta en el Viejo Continente. «La Unión Europea nació a raíz de una guerra terrible y todavía hoy vivimos en un mundo impredecible. Las palabras de Schuman siguen vigentes», ha apuntado el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker. «El proyecto europeo, hoy como hace 65 años, trata de garantizar la paz en Europa y trabajar juntos más allá de las fronteras nacionales», ha añadido, a la vez que ha hecho un llamamiento a los comisarios y a la ciudadanía para trabajar por una Europa «que es un modelo a seguir para los demás».

Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión, también se ha referido a la efeméride y al Día de Europa: «Creo en Europa, ya que sigue siendo la mejor respuesta que tenemos para los desafíos que enfrentamos en el mundo». Unos retos que, en cambio, están poniendo en evidencia la fortaleza y capacidad de repuesta de la UE.

En el capítulo de las declaraciones no hay que obviar las que hizo el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, cuando visitó el 27 de abril la zona de Sicilia donde no paran de llegar, y de morir, personas que huyen de países en conflicto: «Ésta es una de las peores crisis humanitarias desde la segunda Guerra Mundial». Y es que, aunque ya han pasado 70 años de aquel conflicto, los problemas de Europa siguen siendo muchos. Y graves.

Respuesta ineficiente en el Mediterráneo

El último ejemplo es la respuesta ante las miles de muertes en el Mediterráneo. El número de personas que arriesgan su vida por llegar a la UE continúa aumentando: tan solo en abril se registraron unas 1.000 muertes y se rescataron más de 7.000 personas, que huyen de países en conflicto, como Libia o Siria, donde la actuación de la UE está siendo cuestionada. Según Acnur, este año han muerto intentando llegar por mar a Europa alrededor de 1.800 personas. La tragedia de abril ha puesto de nuevo el foco en este problema de la UE, muy visible no sólo en Italia, también en España, donde las fronteras de Ceuta y Melilla son centro de controversia mundial.

«La situación es que más del 80 por ciento de los inmigrantes que llegan a Europa son potenciales beneficiarios de protección internacional», ha reconocido el director adjunto de la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores (Frontex), Gil Arias.

Precisamente Frontex está en el foco de los debates, pues ante las devastadoras cifras parece evidente que la respuesta europea no está siendo adecuada. De momento, han anunciado un nuevo plan que ha despertado muchas críticas. «Lo que hemos visto en Bruselas ha sido una operación para salvar el tipo, no para salvar vidas. Todo lo que se está diciendo y haciendo sobre este problema indica que a los líderes de la UE les preocupa realmente salvar vidas en el mar, pero lo cierto es que todavía sólo están afrontando el problema a medias», ha afirmado el director del Programa de Amnistía Internacional para Europa y Asia Central, John Dalhuisen.

«Si no van hasta el final, seguirán muriendo ahogados muchos migrantes y refugiados, y Europa habrá vuelto a desentenderse vergonzosamente de esta tragedia que se produce a sus puertas», ha añadido Dalhuisen.

Frontex, en la que colaboran 21 Estados, tiene un presupuesto de tres millones de euros, cuando el anterior plan de respuesta puesto en marcha por el Gobierno italiano, Mare Nostrum, tenía un presupuesto de nueve millones. Otra de las críticas es que la operación Tritón, que lleva a cabo Frontex, es que no opera en aguas internacionales: Mare Nostrum operaba dentro de las aguas territoriales libias, mientras que Tritón actúa solo en aguas territoriales europeas. Los datos son claros al respecto: frente a las más de 1.500 personas que han muerto en lo que va de año, en el mismo periodo del año pasado se contabilizaron 50. Además, según Gil Arias, los Estados no han querido abordar ni debatir un nuevo sistema de distribución de refugiados.

El tablero ucraniano

Otra de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, de cuyo final se cumplen siete décadas, fue otro conflicto: la Guerra Fría, que enfrentó durante décadas a Estados Unidos (Occidente) con la Unión Soviética. Un conflicto latente en Europa pero que estalló violentamente en otros puntos del globo. Y aunque el Muro de Berlín cayó hace 25 años la presencia de ambos bloques aún persiste: Ucrania es el ejemplo más actual.

A punto de firmarse el Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Ucrania, previsto para noviembre de 2013, las autoridades ucranianas dieron marcha atrás y el país entró en un conflicto sin precedentes difícil de resumir. Crimea es ahora rusa y la UE utiliza Kiev, cuyo actual Gobierno merodea en la órbita europea, para medir sus fuerzas frente a Rusia. Como si el tiempo no hubiera pasado. Incluso se ha recurrido a un 'acuerdo de paz', ya que el conflicto ucraniano ha dejado más de 5.000 personas muertas y un país dividido.

Todo ello sin olvidar la grave situación económica y social, derivada de los recortes presupuestarios que viven y sufren los países del Sur de Europa como Grecia, Portugal o España. O el aumento del peso de los partidos racistas y xenófobos en diferentes países. Juncker habla de los 65 años de paz, pero olvida los numerosos retos y conflictos de presente y futuro por los que atraviesa la UE.