Xi Jinping, el hombre de la nueva China

Xi Jinping ha asumido las riendas del poderoso Partido Comunista de China, iniciando una transición que lo pondrá en 2013 en la Presidencia de la segunda mayor economía del mundo para la próxima década. Xi, actual vicepresidente y próximo sucesor del presidente Hu Jintao, asume la secretaría general en un momento incierto.

Xi Jinping hablando en el Congreso del PCch
Xi Jinping en el Congreso del PCch

Xi Jinping ha asumido las riendas del poderoso Partido Comunista de China, iniciando una transición que lo pondrá en 2013 en la Presidencia de la segunda mayor economía del mundo para la próxima década. Xi, actual vicepresidente y próximo sucesor del presidente Hu Jintao, asume la secretaría general en un momento incierto, en el que afronta denuncias urgentes para limpiar sus filas de corrupción y poner a punto el modelo económico mientras el alto crecimiento del país se desacelera.

Su anunciado ascenso como jefe del partido se ha realizado junto con la presentación de un nuevo Comité Permanente del Buró Político del PCch, principal órgano de toma de decisiones del gigante asiático. Siguiendo la tradición, los flamantes miembros del Comité se han presentado ante los medios de comunicación por orden de jerarquía tras años de negociaciones entre facciones, proceso que se intensificó en los meses previos al recambio que se produce en este órgano cada cinco años.

En un discurso de 20 minutos transmitido en directo por la televisión pública china y en todo el mundo, Xi ha admitido que en el Partido Comunista hay problemas a resolver. «Los problemas entre los cuadros políticos, (en materia) de corrupción, de aceptar sobornos, de no estar en contacto con el pueblo, el énfasis indebido en formalidades y burocracia, deben abordarse con grandes esfuerzos. Todo el Partido debe estar vigilante contra ellos, ha dicho.

Xi consolidará su posición en el vértice de la política china en marzo próximo, cuando la Asamblea Legislativa lo nombre presidente del país. En ese momento también se convertirá en jefe de las Fuerzas Armadas, con lo cual acabará la tradición por la que ese cargo seguía en manos de los líderes que se retiraban por un período de transición para extender su influencia. Ese cambio llevó a que Hu a renunciara a todos sus cargos, dando a Xi mayor libertad para consolidar su autoridad.

El analista de asuntos chinos Robert Lawrence Kuhn explica que «Xi Jinping es el presidente, y es el único presidente, y lo que vuelve importante eso es que le da la independencia, la fortaleza y el poder para ejercer el liderazgo». El Comité Permanente, que tuvo nueve miembros durante la gestión de Hu, se ha reducido ahora a siete e incluye al viceprimer ministro Li Keqiang, lo que comporta que será nombrado primer ministro a partir de marzo. Los otros miembros son Zhang Dejiang, Yu Zhengsheng, Liu Yunshan, Wang Qishan y Zhang Gaoli.

A todos ellos se les encargará abordar una inusual desaceleración de la hasta ahora pujante economía, que amenaza el reclamo clave de legitimidad del Partido, mejorando continuamente el medio de sustento de los 1.300 millones de habitantes del país. China también bulle con una agitación localizada, a menudo disparada por la indignación pública ante la corrupción y los abusos del gobierno, y por una serie de manifestaciones de los que quedan fuera del boom económico.

Los comunistas tienen un monopolio sobre el poder político en China, y las designaciones estatales se deciden dentro del Partido. El proceso se inició con un tira y afloja y con pactos políticos tras bambalinas. Todo quedó terminado el miércoles 14, cuando el Partido puso fin a un congreso, que ha durado una semana y que ha finalizado con la designación de un nuevo Comité Central formado por 205 personas.

Política de facciones

Para los politólogos hay dos facciones que se vienen disputando el poder, una centrada ampliamente en protegidos del expresidente Jiang Zemin (1989-2002) y otra vinculada a los aliados de Hu. Xi es considerado una figura de consenso que se inclina hacia Jiang, mientras que Li fue visto durante mucho tiempo como un protegido de Hu.

Los analistas sostienen que, pese a que entre los dos sectores que se dividen según quién los patrocine hay rivalidades, ambos coinciden ampliamente en que China debe realinear su economía lejos de una dependencia de las exportaciones. El gobierno intensificó la seguridad en Beijing y aumentó la vigilancia sobre las redes sociales de Internet para impedir las críticas durante la reunión.

La previa al congreso de este año se vio alterada por hechos que rodearon a Bo Xilai, una estrella política a quien se vislumbraba como candidato para un alto puesto hasta que estalló un escándalo en el que su esposa fue condenada por asesinar a un empresario británico. El asunto derribó la carrera política de Bo, que será juzgado por cargos de corrupción y abuso de poder.

Reacciones

En las calles de Beijing, la gente se ha reunido para ver por televisión el anuncio del nuevo comité. Muchos mantienen la esperanza de que la transición conducirá a China a un futuro más próspero. «Estamos muy satisfechos con la nueva alineación del liderazgo que acabamos de ver, ahora podemos estar seguros y, lo que es más importante, tenemos grandes expectativas para los nuevos dirigentes», explica un hombre desde la provincia de Sichuan.

En tanto, los cambios en el gobierno chino se siguen muy de cerca en Taiwán, considerada por Beijing como una provincia rebelde. «A decir verdad, Xi Jinping acaba de asumir el cargo, y no tenemos muy claras sus ideas, su dirección y estilo, pero después de todo pienso que él debería seguir los pasos de Hu Jintao, porque hasta ahora la relación de un lado a otro del estrecho (de Taiwán) ha sido buena, y él debería continuarla», dice un vecino de Taipei. «Xi tiene buenas relaciones con los empresarios taiwaneses, así que espero que la economía de mi país mejore»,explica un joven trabajador de esa ciudad.

Mientras, en Hong Kong, el analista de temas chinos Willy Lam dice que Xi podría adoptar una línea más dura en materia de política exterior, «a fin de consolidar su poder rápidamente». Y agrega, «así que esperamos, tal vez, una posible confrontación militar con Japón, Filipinas y Vietnam en torno a las disputas de soberanía relativas a las islas en el sur y este del mar de China».

Mientras en Japón, la nueva dirigencia china ha sido recibida de forma muy cauta. El ministerio de exteriores de ese país ha comunicado que quiere desarrollar relaciones «mutuamente beneficiosas» con los nuevos líderes del gigante. En Corea del Norte, el líder Kim Jong-un ha dado la bienvenida a las nuevas designaciones en China y se ha comprometido a continuar desarrollando las relaciones bilaterales. (IPS)