Abbas viaja a Europa y recuerda que los problemas con Israel continúan

El presidente palestino, Mahmud Abbas, viaja estos días a varios países europeos para agradecerles su apoyo en la ONU y facilitar que Palestina haya conseguido el estatus de Estado observador no miembro del organismo internacional. A pesar de ese reconocimiento la situación en la zona sigue siendo muy difícil para la mayoría de ciudadanos. En Gaza, por ejemplo, los pescadores no pueden faenar.

Mohamed Baker, pescador gazatí junto a unas barcas
Mohamed Baker, pescador gazatí /Foto: Eva Bartlett (IPS)

GAZA, (IPS) - Poco después de que el 21 de noviembre firmara un acuerdo de cese del fuego con Hamás, el gobierno de Israel ordenó a la armada capturar a 30 pescadores palestinos en aguas gazatíes, a los cuales les destruyó y hundió una embarcación pesquera y confiscó otras nueve en cuatro días. El Centro Palestino para los Derechos Humanos ha informado que 14 pescadores de una sola familia, apostados a solo tres millas náuticas de la costa de Gaza, fueron arrestados el 1 de diciembre.

Algunos pescadores estaban apenas a dos millas de distancia de la costa de la franja cuando fueron atacados con ametralladoras y arrestados por la armada israelí. Estos pescadores, cuyas edades oscilan entre 14 y 52 años, proceden de algunas de las familias más pobres de Gaza. Según Mifleh Abu Riyala, representante del Sindicato General de Pescadores Marinos, el cese del fuego no ha significado ninguna diferencia para los pescadores palestinos.

Bajo el actual cese del fuego entre Israel y Hamás, los gazatíes tienen permitido «pescar a una distancia de seis millas», «pero las lanchas cañoneras israelíes todavía nos atacan, ya sea que estemos a seis o a tres millas». Los acuerdos de Oslo concedieron a los palestinos el derecho a pescar en un área de hasta 20 millas náuticas de mar, derecho que la armada israelí ha vetado unilateralmente, reduciendo los «límites» desde los años 90 a solo tres millas. Hasta que el acuerdo de cese del fuego de noviembre permitió un leve aumento, a seis millas náuticas.

Abu Riyala explica que «dentro de las (primeras) seis millas no hay peces, el lecho marino todavía es arenoso. Es apenas a partir de las siete que el fondo del mar se vuelve rocoso y los peces abundan». «Es nuestro mar, para vivir debemos poder acceder a él», reclama.

Mohamed Baker, de 70 años, pesca desde hace medio siglo, y recuerda los días en que el mar de Gaza estaba abierto a los pescadores palestinos, y cuando no había temor a ser atacados, arrestados o asesinados por la armada israelí. Dos de sus hijos, Amar, de 34 años, y Omar, de 21, estuvieron entre los 14 pescadores atacados por las lanchas cañoneras israelíes a principios de diciembre. La armada israelí todavía no les ha devuelto su «hassaka» (pequeño bote pesquero). Como muchos de los pescadores de la ciudad de Gaza, los Baker viven en Beach Camp, uno de los campamentos de refugiados más hacinados de la franja.

Amar, casado y padre de seis hijos, todavía estaba retenido por las autoridades israelíes el 5 de este mes, cuando su padre, Mohamed, relató los hechos de aquel día. «Lanchas cañoneras israelíes y (botes) zodiac más pequeños rodearon la hassaka de mis hijos. Los hicieron desnudarse, saltar al mar y nadar hasta uno de los botes israelíes», explica Mohamed. «A Amar le pusieron un saco en la cabeza y lo llevaron a Ashdod. Mi hijo es asmático, estoy muy preocupado por su salud», y añade que todavía no ha podido hablar con él.

Cuatro días después de la captura de Amar, Mohamed acudió al Comité Internacional de la Cruz Roja, cuyo trabajo incluye visitar y controlar las condiciones de vida de los prisioneros palestinos en las cárceles y centros de detención israelíes. «Me dijeron que Amar tiene prohibido hablar con nadie. Está siendo interrogado». Está acusado de «ser parte de la resistencia palestina», cargo basado en su trabajo anterior, que consistía en preparar café y té a los funcionarios de Hamás. Pero él aclara, «mi hijo era un 'pinche de cocina'. Las personas que trabajan para el gobierno igual siguen siendo civiles», enfatiza Mohamed, reiterando los principios del derecho humanitario internacional.

Despojados de su único bote y de un miembro de su familia, los Baker enfrentan circunstancias más nefastas que nunca. «No hay cese del fuego para los pescadores. Somos personas comunes, trabajamos para ganar apenas 30 o 40 shekels (entre 6 y 8 euros) por día para alimentar a nuestras familias», se lamenta Mohamed.

Khadr Baker, de 20 años, tuvo la suerte de no morir durante un encontronazo con la armada israelí el 28 de noviembre, cuando su bote fue tiroteado como castigo por pescar poco más allá de las tres millas de la costa de Beach Camp. Su padre, Jamal Baker, de 50, habló sobre el arresto de Khadr, explicando que las lanchas cañoneras israelíes se aparecieron de improviso y empezaron a disparar de cerca contra la pequeña embarcación motorizada del muchacho.

Jamal relata que «los israelíes ordenaron a los cuatro pescadores que estaban en la hassaka de Khadr que se desnudaran y saltaran al mar, que está extremadamente frío en esta época del año». «Hicieron que Khadr anduviera por el agua durante media hora y continuaron disparando ametralladoras a su alrededor», explica. La hassaka terminó atrapada en el fuego y explotó, hundiéndose poco después. «Los israelíes llevaron a Khadr en el bote de ellos, desnudo y esposado, y lo golpearon e interrogaron durante tres horas, acusándolo de trabajar para la resistencia palestina», cuenta el padre del muchacho. Sin su bote, la familia de 10 miembros no tiene ningún ingreso. «Vendí mis redes para que pudiéramos comer».

El Centro Palestino para los Derechos Humanos ha informado de otros ataques contra pescadores ese día. En un caso, la armada atacó y capturó a cinco pescadores de la familia Al-Hessi, dañando –y finalmente confiscando- la gran embarcación de pesca de arrastre en la que se encontraban. Todavía no la han devuelto.

En febrero de 2009, un soldado israelí disparó en la espalda a Rafiq Abu Riyala, que tenía entonces 23 años, a menos de 20 metros de distancia, con balas "dum-dum", que explotan al causar impacto. El pescador de la hassaka estaba a apenas dos millas de la costa de Gaza cuando lo atacaron. Uno de los dos sustentos económicos de su familia, ahora Rafiq Abu Riyala no puede pescar cuando hace frío porque "los fragmentos de metralla en mi espalda me duelen demasiado cuando hace frío".

Mahar Abu Amia, de 40 años, tiene que mantener a 16 personas. "Mi esposa también pesca. Pero no tenemos posibilidades, alcanzamos las seis millas y disparan, llegamos hasta apenas tres millas y disparan". "¿Qué es este cese del fuego? No significa nada para nosotros", agrega.

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