La declaración final de Río+20 se está dejando muchas cosas por el camino

Cuando concluya la conferencia Río+20 habrán quedado atrás restos de propuestas que no hallaron eco. Entre estas, la creación de un Fondo Global para el Desarrollo Sostenible de 30.000 millones de dólares, un Impuesto a las Transacciones Financieras, un Consejo de Desarrollo Sostenible, un Fondo Global para la Educación, una Organización Mundial de Medio Ambiente, y un Organismo Intergubernamental sobre Asuntos Impositivos.

Centro de prensa, mesas ordenadores y periodistas escribiendo
Centro de prensa de Río+20/ Foto: Diana Cariboni/ IPS

Cuando los líderes de más de 100 países concluyan la conferencia Río+20 la próxima semana, habrán dejado atrás restos de propuestas que no hallaron eco. Entre estas, la creación de un Fondo Global para el Desarrollo Sostenible de 30.000 millones de dólares, un Impuesto a las Transacciones Financieras, un Consejo de Desarrollo Sostenible, un Fondo Global para la Educación, una Organización Mundial de Medio Ambiente, y un Organismo Intergubernamental sobre Asuntos Impositivos.

Todas estas propuestas las han hecho ambientalistas, organizaciones no gubernamentales (ONG), grupos de derechos humanos, el Comité de ONGs de Financiación para el Desarrollo, de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y el Panel de Alto Nivel sobre Sostenibilidad Mundial.

Tras estancarse en las negociaciones -particularmente en temas relacionados con la fiananciación y la transferencia de tecnología- el Comité Preparatorio (PrepCom), integrado por los 193 países miembro de la ONU, no logró el viernes llegar a un acuerdo sobre el borrador de un plan de acción por una economía verde y el desarrollo sostenible.

Probablemente el documento definitivo sea el elaborado por Brasil, en su calidad de país anfitrión de la cumbre, titulado «El futuro que queremos», y que se deberá aprobar al término de la Conferencia Río+20.

Las propuestas, incluyendo el fortalecimiento y la actualización del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), dependen de que las apruebe la Asamblea General de la ONU.

Sobre la creación de nuevas metas de desarrollo sostenible, el plan de acción advierte que estas no deberían «desviar la atención o los esfuerzos de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio (ODM)». Las nuevas metas que se propongan comenzarían a regir a partir de 2015, cuando venza el plazo para los ODM.

Los ODM son ocho, y todavía se está considerando si las metas de desarrollo sostenible serán cinco, siete, ocho o 10, ha dicho el secretario general de la ONU Ban Ki-moon, que ha señalado que la ONU necesita herramientas institucionales para poner en marcha esos planes.

Algunas de esas herramientas son el fortalecimiento del PNUMA, así como la creación de un foro político intergubernamental de alto nivel, sobre la base de la actual Comisión sobre Desarrollo Sostenible de la ONU, para seguir de cerca el cumplimiento de los compromisos internacionales.

La cumbre recomendará que la primera reunión del foro de alto nivel se celebre en la sesión 68 de la Asamblea General, que comenzará en septiembre de 2013.

Hay otras dos nuevas propuestas en el plan de acción: la creación de un mecanismo de desarrollo de capacidades ,dentro de la ONU, para alcanzar las metas de desarrollo sostenible y el inicio de un proceso intergubernamental, a través de la Asamblea General, que proponga opciones para una efectiva Estrategia de Financiación al Desarrollo Sostenible, destinada a movilizar recursos.

No obstante, el plan de acción no incluye ningún compromiso financiero para apoyar la transferencia de tecnología a las naciones del Sur en desarrollo, las más afectadas por el cambio climático. «De 287 párrafos, solo siete comienzan con la frase 'nos comprometemos.'», lamenta el director político de Greenpeace International, Daniel Mittler. En cambio, la palabra 'voluntariamente' aparece 16 veces, mientras que la expresión 'si procede' está en 31 ocasiones, indica.

Estos números muestran que los gobiernos quieren postergar y no hacer nada en Río de Janeiro, añade. «La única gracia salvadora», nos dijo Mittler, es que haya un compromiso para adoptar un plan de protección a los mares abiertos. El Plan de Rescate de los Océanos es la gran prueba para Río+20, demostrará la verdadera disposición de los gobiernos por hacer algo.

El borrador del documento final de Río+20 elude algunas de las recomendaciones hechas por un panel de 22 miembros, liderado por los presidentes Jacob Zuma, de Sudáfrica, y Tarja Halonen, de Finlandia, que hizo un ambicioso informe en enero pasado.

Las amplias recomendaciones, dirigidas específicamente a Río+20, incluyen la creación de una serie de indicadores de desarrollo sostenible, que vayan más allá del tradicional Producto Interior Bruto (PIB) para medir el crecimiento. El panel llama también a que se realice un Informe Prospectivo sobre Desarrollo Sostenible Global anual, y propone la creación del cargo de consejero científico de la ONU.

Mittler, de Greenpeace lo tiene claro «Si se adopta en términos generales, el último texto que ha presentado el gobierno brasileño condenará al mundo a un futuro de contaminación, saqueo y destrucción. Aquí no hay acciones, no hay compromisos, no está el futuro que queremos», dice