Europa vacila frente a la tasa Tobin

A pesar de su grave crisis financiera, la Unión Europea (UE) no logra la aprobación unánime de una propuesta para gravar las transacciones financieras, que reduciría la especulación e incrementaría los ingresos públicos.

James Tobin elante de su librería
James Tobin, premio Nobel de Economía 1981

El fuerte rechazo de Gran Bretaña y de Suecia a la idea sugerida por la Comisión Europea, parece condenar a la llamada tasa Tobin a seguir siendo solo un proyecto con poca esperanza de volverse realidad. No obstante, bajo la presión de los gobiernos de Austria y Francia, y del opositor Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), 10 países de la UE aceptaron considerar la aplicación de esa tasa a partir de 2014.

El acuerdo preliminar se alcanzó durante la cumbre financiera europea a fines de junio, en la que participaron Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Italia y Portugal, todos se comprometieron a imponer un pequeño gravamen (de entre el 0,01 y el 0,2 por ciento) sobre todas las transacciones financieras a partir de 2014. El gobierno de Finlandia indicó que también podría aprobar la tasa que lleva el nombre de su primer propulsor, el economista estadounidense James Tobin.

Años después de una crisis global de proporciones épicas, y de una década de debates sobre el tema, la incapacidad de la UE para aprobar un impuesto común contra la especulación financiera muestra la enorme influencia que sigue teniendo el sector financiero internacional.

Tobin, ganador en 1981 del premio Nobel de Economía, publicó por primera vez en 1972 su propuesta de gravar las transacciones financieras especulativas. En 1997, tras las crisis económicas de México y de Asia, la Asociación por una Tasa a las Transacciones financieras especulativas

para Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) rescató la idea del olvido y la situó en la agenda. Desde entonces, la tasa ha sido tema central de los debates académicos y políticos, particularmente en Europa, hasta ahora sin resultados sustanciales.

Que 10 gobiernos europeos hayan aceptado la idea no significa que el impuesto se imponga. El proceso de aprobación de la UE es extremadamente intrincado y largo. «La tasa Tobin en Europa no es para mañana», dijo al finalizar la cumbre de junio la ministra de Finanzas de Dinamarca, Margrethe Vestegar, también presidenta del Consejo Europeo de Ministros de Finanzas.

Ultimátum en Alemania

En vísperas de la cumbre, el SPD dio un ultimátum: a menos de que el gobierno alemán acepte imponer un impuesto a las transacciones financieras, ese partido no apoyará en el Parlamento el pacto fiscal impulsado por el gobierno conservador de Angela Merkel para adoptar medidas de austeridad «comunes» en toda Europa.

Bajo esta presión, el gobierno alemán finalmente flexibilizó su oposición a la tasa Tobin, pero alertó que le tomaría por lo menos dos años ponerla en práctica. «El impuesto no será aprobado en este periodo legislativo», que concluye a fines de 2013, dijo en conferencia de prensa el ministro de

Finanzas de Alemania, Wolfgang Schaeuble. Sin embargo, añadió que el gobierno ya ha contabilizado en su presupuesto los 2.000 millones de euros que espera por los ingresos generados por la tasa Tobin el año fiscal de 2014.

Sin el apoyo del SPD en la Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, el gobierno de Merkel no podrá aprobar su plan de estricta disciplina presupuestaria que quiere implementar en toda Europa en los próximos años, en un esfuerzo por reducir los déficit estatales y resolver así las crisis de deuda soberana.

La imposibilidad de aprobar la ley correspondiente para el pacto fiscal significará un tremendo revés para el «régimen de austeridad» concebido en Berlín, y que el gobierno considera fundamental para restablecer la estabilidad financiera en todo el continente. «Sabemos que la aprobación de la tasa Tobin no va a ser fácil», dice Andrea Nahles, secretaria general del SPD. «Pero si los gobiernos de Alemania y de Francia, las dos economías más fuertes del continente, cooperan en este asunto, seguramente convencerán a esos gobiernos que todavía se oponen al impuesto».

Nuevas investigaciones sugieren que la tasa Tobin no solo impulsaría el crecimiento económico de Europa, sino que también incrementaría sustancialmente los ingresos públicos. Según un estudio realizado por el Instituto Alemán para la Investigación Económica, divulgado a comienzos de este mes, el impuesto podría generar unos 11.200 millones de euros en ingresos solo en Alemania.

Otro estudio realizado por los economistas Stephany Griffith-Jones, de la Universidad de Columbia, y Avinash Persaud, investigador del Caribbean Policy Research Institute, estima que la introducción de la tasa Tobin en Europa impulsaría el producto interior bruto (PIB) en la región al menos un 0,25 por ciento anual. Griffith-Jones dice que el impuesto «también contribuiría a reducir el riesgo de una crisis futura», y añadió que «cuando se considerado, se obtiene un sustancial efecto positivo en el crecimiento económico».

Además, rechaza el repetido argumento de que la tasa no sería viable debido a la evasión y a su limitada aplicación en Europa. Griffith-Jones subraya que «en el pasado se decía lo mismo del impuesto a los ingresos, que aunque se evade, ingresa mucho dinero», subraya.

Los expertos recuerdan que «uno de los impuestos más antiguos y más grandes sobre las transacciones financieras funciona con éxito», es el Impuesto de Reserva por Timbre Fiscal, de Gran Bretaña, que «desde 1986 y antes en otras formas, el gobierno británico adoptó unilateralmente, sin esperar a otros, un impuesto del 0,50 por ciento sobre las transacciones de bonos».