El Cervantes premia la obra de Juan Goytisolo

Recibía la noticia en su casa de Marrakech, donde lleva viviendo más de una década, apenas unos minutos después de que el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, pronunciara su nombre en una rueda de prensa en Madrid. Autor de títulos como Señas de identidad o Campos de Nájera, su obra ya se vio reconocida en 2008 con el Premio Nacional de las Letras.

Juan Goytisolo
Juan Goytisolo

Recibía la noticia en su casa de Marrakech, donde lleva viviendo más de una década, apenas unos minutos después de que el ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, pronunciara su nombre en una rueda de prensa en Madrid. Autor de títulos como Señas de identidad o Campos de Níjar, su obra ya se vio reconocida en 2008 con el Premio Nacional de las Letras. Desde hoy además, Juan Goytisolo puede presumir de haber conseguido el que se considera el galardón más importante de la lengua española, dotado con 125 000 euros.

«Cuando me dan un premio siempre sospecho de mí mismo, cuando me nombran persona non grata, sé que tengo razón», ha asegurado Goytisolo en más de una ocasión. Y es que la obra del flamante Premio Cervantes 2014 nunca deja a nadie indiferente porque pocos como él han sabido transcribir en palabras las penurias españolas del último medio siglo.

Hermano mediano de una familia consagrada a la literatura, nació en Barcelona en 1931. Su nombre aparece dentro de la conocida como «generación del medio siglo» e incluso se le considera el narrador más influyente de la década de los 50. Sin embargo, aunque la oposición a la dictadura franquista marcó sus primeros textos, con los años derivó hacia el experimentalismo y el desencanto con el Partico Comunista.

Goytisolo escribe su primera novela, Juego de manos, en 1953, en plena posguerra española, cuando acababa de cumplir los 23 años. En 1956 se instala en París, y es en la ciudad de la luz donde publica la trilogía compuesta por Señas de Identidad, Don Julián y Juan sin tierra. En ellas consigue aportar su ácida visión de la España franquista a través de su alter ego, Álvaro Mendiola. Su extensa bibliografía la completan títulos como Paisajes después de la batalla, Las virtudes del Pájaro solitario, La saga de los Marx, El sitio de los sitios o Telón de boca. En todas ellas se atreve a experimentar con las voces y los tiempos de narración como nadie antes lo había hecho.

Nunca quiso volver a España. Después de varios años en París, ha sido profesor en Nueva York y reportero en Sarajevo, Chechenia, Capadocia o Argelia. Después de muchas idas y venidas, en 1997 se instala definitivamente en Marrakech, donde es habitual verle en alguno de los cafés que todavía conservan el estilo bohemio. Makbara (1980) está dedicada a la ciudad de sus amores.

Premio a su capacidad de experimentar

El jurado ha querido premiar la «apuesta permanente por el diálogo intercultural» de la obra de Juan Goytisolo. En el fallo se reconoce expresamente «su capacidad indagatoria en el lenguaje en propuestas estilísticas complejas desarrolladas en diversos géneros literarios». Además, el jurado también ha destacado «su voluntad de integrar a las dos orillas a la tradición heterodoxa española».

Juan Manuel Caballero Bonal, Premio Cervantes 2012 y presidente del jurado, ha asegurado que se trata de un reconocimiento «oportuno en todos los sentidos», porque «Goytisolo representa una de las cumbres de la literatura española». «Ha evolucionado desde un realismo social a la indagación en el lenguaje», ha explicado. Elena Poniatowska, también miembro del jurado, tampoco escondía su alegría. «Es una fiesta que lo obtenga él», aseguraba la ganadora del Cervantes del año pasado. «Los mexicanos le conocemos desde que era muy joven y venia a visitarnos; es hombre en el que se puede confiar por su autenticidad, diría que es tan auténtico como la duquesa de Alba», aseguraba.

Juan Goytisolo suele recalcar que se jubiló como novelista hace seis años, cuando publicó El exiliado de aquí y allá. Su obra nada tiene ahora que ver con aquellas primeras novelas de posguerra. En estos años se ha atrevido con el ensayo, el periodismo o la literatura de viajes. Incluso en los últimos tiempos le ha tentado la poesía. De hecho, su último libro, publicado en 2012, es un poemario titulado Ardores, cenizas y desmemoria, y ha confesado que aunque tiene material nuevo, por el momento no piensa publicar. «Si uno no tiene nada que decir, se calla», zanjaba no hace mucho. Puede que recibir el Premio Cervantes le haga cambiar de opinión y nos dé un adelanto de su próxima obra durante la entrega del galardón, el próximo 23 de abril.