A las rebeliones árabes les queda mucho tiempo

Este martes ha finalizado la reunión del Foro de Lisboa, a la que han asistido destacadas personalidades internacionales con la conclusión de que el proceso democrático registrado en las rebeliones árabes de la región del Mediterráneo está lejos de haber concluido. Ese ha sido el motivo de que la convocatoria de la decimonovena edición del foro, una iniciativa del Centro Norte-Sur del Consejo de Europa (CNS-CE) y de la Alianza de Civilizaciones, haya cambiado el término «primavera» por «temporada» árabe.

Jorge Sampaio
El expresidente portugués Jorge Sampaio, de la Alianza de las Civilizaciones/ Foto: Mario Queiroz/ IPS

El encuentro denominado, por tanto, «Temporada árabe: de los cambios a los desafíos», ha contado con la participación de representantes de gobiernos e instituciones de casi 40 países e importantes organizaciones internacionales, encabezadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El expresidente portugués Jorge Sampaio, alto representante del secretario general de la ONU para la Alianza de las Civilizaciones (AC) comenta: «La asistencia a esta convocatoria del Foro de Lisboa y los países que están involucrados demuestra su importancia».

Sampaio señala que la nutrida presencia de europeos demuestra el interés por avanzar en los procesos de democratización del sur y el oriente de la región del mar Mediterráneo. «Pero no debemos ni queremos imponer modelos». «Podemos ayudar a llevar las cosas a un marco de referencia democrática, pero todos esos países tienen su evolución propia».

El gran reto de Europa es «entender cómo se puede apoyar a los estados que tratan de definir su identidad y el papel de la religión en la sociedad», recordando que el origen de los levantamientos «no era islámico, sino económico, social, anti-represivo y por la libertad». «Esa es la parte objetiva de la primavera del Mediterráneo».

«En el Foro de Lisboa tenemos un espacio de debate democrático y no de imposición de sistemas», añade Sampaio, que preside la Alianza de Civilizaciones desde su creación en 2005. Fue nombrado por el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, con los patrocinios del entonces presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y del primer ministro turco Recep Tayip Erdogan.

La activa acción de los delegados europeos en el Foro de Lisboa nos lo explica Luis Filipe de Castro Mendes, representante del Comité de Ministros del Consejo Europeo. «La misión básica del Consejo es promover la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley en nuestro continente, pero somos conscientes de que la interdependencia del mundo actual se traduce en que hay que prestar una especial atención a lo que ocurre fuera de las fronteras nacionales, en especial a nuestros vecinos inmediatos».

En el encuentro han participado representantes de gobiernos y organizaciones de países de tradición islámica como Arabia Saudita, Argelia, Egipto, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Marruecos, Palestina, Pakistán, Catar, Túnez y Turquía.

Desde Europa y regiones cercanas llegaron delegados de Eslovaquia, Suiza, Portugal, Malta, Italia, el Vaticano, Grecia, Rusia, España, Serbia, Israel, Georgia, Polonia, Hungría, República Checa, Luxemburgo y Croacia.

América ha estado presente con Argentina, Estados Unidos, Canadá y Venezuela, también han asistido representantes de Cabo Verde, Senegal y Corea del Sur, y delegados de la ONU y de varias de sus agencias, de la Liga Árabe, la Unión Europea, el Consejo de Europa, la Organización Internacional de las Migraciones, la Federación Internacional para los Derechos Humanos, la Alianza de las Mujeres Árabes y del Parlamento Europeo.

Es «una vergüenza para nuestra región no haber logrado poner fin a la guerra civil sangrienta y destructiva de Siria, un conflicto alarmante por el aumento de represalias violentas, muertes y un creciente fundamentalismo sectario en la sociedad», dijo Sampaio.

Además del apoyo e influencia de grupos externos, el conflicto de Siria «tiene la capacidad de inflamar las tensiones en los países vecinos y cambiar el equilibrio de poder en la región Euro-Mediterránea», advirtió.

En Siria hay también un problema de persecuciones religiosas. ¿Esto se encuadraría en la acción de la Alianza de Civilizaciones?, preguntamos.

«La Alianza no tiene ningún tipo de posibilidad de intervenir en el conflicto. Aunque es necesario señalar la gravedad y la importancia del problema, hay que tener en cuenta que nosotros no podemos sacarnos de la manga ninguna solución. Reconoce que «es una cuestión muy seria». «No podría afirmar que la Alianza no pueda tener un rol de importancia algún día, pero en este momento es totalmente inviable».

«Si ni la propia ONU consigue un diálogo para la paz, la Alianza no puede tener esa pretensión, pese a tener la voluntad de hacer todo lo que pueda», explica.

Sobre el conflicto palestino-israelí, considera que la solución de dos estados «corre un grave peligro en un momento en que los nuevos asentamientos que se anuncian amenazan con separar a Jerusalén

oriental del resto de Cisjordania». Es necesario que las dos partes vuelvan a la mesa de negociaciones, en un «esfuerzo colectivo» tras la «decisión histórica» de la Asamblea General de la ONU que apunta el «derecho legítimo de los palestinos a un estado independiente, soberano, democrático y viable», precisa.

El Foro de Lisboa ha dedicado también buena parte de sus debates al tema de la integración multicultural en el espacio europeo.

Hablamos con la jordana Suhair El Qarra, de padre palestino y madre italiana, investigadora de la organización no gubernamental Paz política y Seguridad. «Yo vivo en Italia, país multiétnico, pero no necesariamente inter- étnico donde se debe trabajar mucho para lograr una cierta empatía hacia el prójimo, algo que puede considerarse un problema común en Europa», apunta.

Aclara que «La interculturalidad es un concepto que debe partir de abajo, algo que es común a toda Europa, y creo que hasta en todo el mundo, es un concepto transversal». «A medida que los europeos conocen más el mundo va naciendo una empatía hacia 'el otro' y el convencimiento de que el mundo no es algo limitado por las opiniones y descripciones nacionales».

En el caso particular de los italianos, «es necesario explicarles que el mundo no está hecho con las convicciones de cada país, sino que es trasversalmente intercultural. Y con la globalización y la consecuente proliferación de las redes sociales, existe una posibilidad mucho mayor de comprender estos fenómenos a nivel de la sociedad civil».