Abrumadora victoria social-liberal en las legislativas rumanas

Incertidumbre y posible crisis política ante el anuncio del conservador presidente Basescu de no proponer como prime ministro al líder de la coalición ganadora. La coalición Unión Social Liberal (USL) –formada por los socialdemócratas del PSD y los liberales del PNL- ha obtenido una rotunda victoria con más de 3´5 millones de votos, el 59% del total, en las elecciones legislativas de este domingo en Rumanía.

Basescu y Ponta se dan la mano
Saludo de compromiso

El cabeza de cartel de USL, el socialdemócrata Víctor Ponta –primer ministro desde que en mayo prosperara una moción de censura contra su predecesor, el conservador Razvan Ungureanu- es partidario de suavizar las medidas de austeridad impuestas al país por la troika como condición al préstamo de 13.000 millones facilitado en 2009.

La Alianza Rumanía de Derechas, cuyo elemento aglutinador y hegemónico es el partido conservador PDL del presidente Traian Basescu, ha logrado un exiguo 17% de los votos, poco más de un millón. Pese a ser un resultado por debajo de las expectativas, diversos líderes del PDL se mostraban aliviados por haber sobrevivido al tsunami que se preveía hace sólo unos meses. La población ha tasado electoralmente a los responsables de las draconianas medidas de austeridad –bajada del 25% de los salarios al funcionariado o subida del IVA del 19 al 24%- que se han ido implementando en el país desde 2007 hasta el verano pasado.

Por otro lado se confirmó la irrupción en el Parlamento del Partido del Pueblo (PPDD), del populista presentador de televisión Dan Diaconescu, con un 14% de los votos. Asimismo está por ver si UDMR, el partido mayoritario de los húngaros de Rumanía, consigue superar el 5% mínimo exigido para entrar directamente en el Parlamento (por el sistema uninominal tienen prácticamente asegurados varios escaños, pero no como grupo).

Otro hecho a destacar es la baja participación electoral, con un 41´72%. Podría achacarse en parte a las adversas condiciones climáticas de la jornada electoral, con nevadas, frío y lluvia persistente en todo el país; o al hecho de que los emigrantes en otros países –un 15% de la población total del país- apenas votan. Sin embargo el quid de la cuestión es el desapego de la población con su clase política, considerada de manera generalizada como corrupta e incapaz.

El próximo gabinete tiene ante sí importantes e inminentes retos para un país con el segundo PIB per cápita más bajo de la UE-27: negociar en enero de 2013 con los enviados de la troika –FMI, Banco Mundial y UE- la prórroga del crédito concedido al país, negociar la entrada en el espacio Schengen o incrementar la absorción de fondos europeos (para el período 2007-13 sólo se ha logrado la absorción de menos del 10% de los 17.000 millones concedidos a Rumanía y la Unión ha bloqueado varias partidas hasta que el gobierno imponga medidas que aseguren la transparencia en el uso de dichos fondos).

El presidente conservador –procedente del PDL- Traian Basescu ya ha anunciado su negativa a proponer como primer ministro a Víctor Ponta. La Constitución prevé que el presidente en su calidad de jefe de Estado debe consultar con los diferentes partidos electos (al superar USL el 50% de los parlamentarios sólo debería consultar con ellos, aunque Basescu podría aducir que USL no es un partido sino una coalición); tras hacerlo debe proponer al Parlamento al candidato que cuente con mayor apoyo.

La cuestión está en que el presidente Basescu se niega a proponer a alguien con quien mantiene desde hace meses una guerra abierta llena de descalificaciones e insultos. El rechazo a dos candidatos consecutivos propuestos por el presidente llevaría a la disolución del Parlamento y la convocatoria de unas nuevas elecciones legislativas, opción desastrosa para el país.

Crin Antonescu, líder del PNL, avisó al presidente Basescu de que si se empecina en seguir por ese camino, el Parlamento iniciará al día siguiente su tercer intento de suspensión presidencial (el segundo fracasó en junio tras un referéndum de revocación presidencial en el que a pesar de votar mayoritariamente la población a favor de la suspensión, no se consiguió el quórum exigido –e imposible por otro lado- de un 50% más uno de los votos del total de gente censada, no de la presente el día de la votación). Se aducirían violaciones graves de las previsiones constitucionales, como no cumplir con su papel neutral al desprestigiar y acusar de pucherazo a varios líderes de USL durante la campaña.

Haciendo un paralelismo con España es como si el rey Juan Carlos tras las elecciones de 2011 en las que el PP consiguió mayoría absoluta se negara a proponer a Rajoy con una victoria aún mucho mayor a la real; legal desde el punto de vista constitucional pero ilógico y contradictorio a todas luces con los valores democráticos.

Por el bien de Rumanía, sería de desear que presidente y primer ministro en funciones cesaran su guerra particular y se encontrara una manera de cohabitación responsable.