AFP, de las palomas mensajeras a las redes globales

La Agencia France Presse (AFP) ejerce «una misión de interés general». Así han terminado reconociéndolo en la Comisión Europea, tras dos años de instrucción del expediente que lo cuestionaba. Desde luego, es importante para la agencia EFE y otras agencias de información general; asimismo para los medios que en inglés denominan PBS (Public Broadcasting System), es decir para la radiotelevisión pública. Vuelve a quedar clara la necesidad de financiación estable de los grandes medios públicos, como mecanismo clave de las democracias europeas.

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La Comisión Europea reconoce a la agencia France Press de interés general/ Foto: AFP

La conclusión de la CE (publicada el 27 de marzo) reconoce a la AFP la posibilidad de recibir ayudas (durante al menos diez años), porque esa agencia cumple un servicio planetario y «sirve de manera independiente y permanente a sus clientes franceses y extranjeros». En su mayor parte, esos clientes son medios de comunicación, pero también organismos públicos, empresas e instituciones sociales diversas.

AFP, un estatus peculiar

En el caso de la AFP, el propietario no es el Estado como tal, y en su Consejo de Administración se sientan representantes de los medios de comunicación privados, junto a representantes de los sindicatos de trabajadores de la agencia, otros del personal que son elegidos entre los empleados, representantes de la radiotelevisión pública y también delegados de tres o cuatro ministerios mayores. Ese Consejo de Administración nombra al Director General de la agencia.

Se trata de un organismo autónomo con personalidad jurídica propia, que funciona atento a la competencia de los demás y que tiene como objetivo «la búsqueda, tanto en Francia como en el extranjero, de elementos de información que sean completos y objetivos» para ponerlos a disposición de sus usuarios. Un estatus original, aprobado parlamentariamente en 1957, que no ha impedido repetidos intentos –intensificados durante la presidencia de Sarkozy- para lograr la sumisión de la AFP ante los gobernantes de turno. Esos ataques han chocado siempre con movilizaciones, huelgas y movimientos internos de rechazo a los planes privatizadores o de control político absoluto.

El carácter jurídico sui géneris, ni totalmente público, ni privado de la AFP, choca en estos tiempos con la marea predominante. Tengan uno u otro estatus, hay un discurso contrario a los medios públicos. Éstos se enfrentan a ataques ideológica y económicamente teledirigidos, que embellecen siempre -o esconden- el poder socialmente corrosivo de los oligopolios informativos privados, de los imperios de Murdoch o Berlusconi. Buscan desacreditar, destruir y eliminar los contrapesos sociales, profesionales, políticos o administrativos que dotan a los medios públicos de voluntad de equilibrio.

Orígenes y cuestionamiento de la AFP

Y es curioso que el cuestionamiento (en febrero de 2010) del estatuto y la financiación de la AFP llegara vía la Deutscher Auslands-Depeschendienst (DAPD), una extraña aventura empresarial y mediática. Confluían en ella fragmentos de la DDP (Deutscher Depeschendienst) de la Alemania del Oeste, el servicio en lengua alemana de la Associated Press (AP) y los restos de la ADN (Allgemeiner Deutscher Nachrichtendienst, Servicio General Alemán de Información), que fuera la agencia oficial de la República Democrática Alemana.

Este último componente, la ADN, era parte esencial del sistema de control de los medios en Alemania del Este, hasta la caída del muro de Berlín. Tenía acuerdos con otras agencias del mundo y ejercía de filtro de todo lo que le suministraban los demás. Seguramente, esos orígenes no son determinantes en el caso, pero no dejan de llamar la atención.

Por el contrario, la AFP nació en el primer tercio del siglo XIX como Agence Havas, por obra de un tipo, Charles Louis Havas, que vendía noticias reescritas de otros medios (anglófonos, alemanes, etcétera), ayudado por su esposa que era portuguesa y hacía versiones a partir de la información que tenían en portugués y en español.

Desde la época en que Havas enviaba miles de palomas mensajeras en todas direcciones, con sus «dépêches», ha pasado el tiempo. No tanto como para desvirtuar del todo a las mejores agencias, donde se cuece una savia informativa que alimenta a miles de medios periodísticos de todo el mundo.

Momento crucial para la AFP

A pesar del pronunciamiento favorable, en una carta del Comisario Almunia, sigue habiendo una advertencia para que el número de abonos públicos de la AFP sea «limitado» y «conforme a las tarifas aplicadas a las empresas del sector privado». Esas tarifas de la AFP dependen, en efecto, del número de sus clientes (administraciones, empresas informativas, empresas de otro tipo, instituciones), que son mayores o menores en función de la difusión, las páginas impresas, el impacto de los sitios web.

Quizá es conveniente explicar también que la AFP funciona mediante un contrato-programa con el Estado (Contrato de Objetivos y Medios, COM), donde se precisan las «misiones de interés general» que la agencia debe cumplir y respetar. El COM actual cubre el período 2014-2018. Y la semana próxima se hará público un informe parlamentario para asegurar «la financiación y el desarrollo» de la AFP.

De modo que esta gran agencia, que se moderniza en el mundo de los nuevos medios, con cierta limitación de sus medios posibles, aunque sean muchos, sobrevive en el mundo caótico de las nuevas tecnologías, de la multiplicación de datos irregularmente presentados, de los dispositivos móviles y de las redes sociales.

La información de la AFP se entrecruza con esa galaxia confusa donde –no hay que olvidarlo- se multiplica una miríada de intoxicaciones, que prosperan sin remedio, quizá en mayor medida que en los medios tradicionales. En ese contexto, la AFP sigue siendo uno de los aceites necesarios para el buen funcionamiento del motor informativo global.

Patrick Kamenka, periodista, antiguo representante sindical en la AFP, nos resume así su impresión del reconocimiento de los objetivos de servicio público de la agencia por parte las autoridades europeas: «Es importante porque la AFP forma parte del pluralismo global. Es decisiva en los países francófonos, ante el enorme peso informativo de las grandes agencias anglosajonas (Reuters y AP). Y mantiene servicios en otras lenguas (inglés, español, árabe, portugués y alemán). Para su sostenimiento debe contar con un presupuesto suficiente que sirva para mantener su independencia».