AMAZE: imprimiendo en el espacio

En un mundo en el que las materias primas escasean, son muy caras, los países que las poseen ponen muchas trabas a su exportación y la energía está contada, hay que pensárselo mucho antes de fabricar un objeto. La cosa se complica cuando se trata de una pieza fundamental de una nave espacial que debe ser cambiada. O de reparar un equipo de investigación. O de un satélite. La tecnología de impresión en tres dimensiones permite todo esto y mucho más.

El nombre del proyecto como pequeñas celdillas
Impresión en 3D del nombre del proyecto/ Foto: ESA-N/ Vicente

La Agencia Espacial Europea (ESA) en conjunción con la Comisión Europea, ha lanzado el proyecto AMAZE dirigido a perfeccionar la técnica de impresión tridmensional para su uso en misiones espaciales. Con la perspectiva de construir piezas de alta tecnología con aleaciones metálicas de última generación, el propio nombre del proyecto define a la perfección las posibilidades del estudio que realizan: «asombrar».

La tecnología de impresión 3D o «impresión aditiva» se basa en la creación de objetos fabricándolos capa a capa, inyectando material como si fuese una impresora de tinta que pasa muchas veces por el mismo renglón de un papel. El material que se inyecta puede ser desde plástico a metales, pasando por compuestos biodegradables o incluso tejido vivo. La precisión que se llega a alcanzar es altísima, del orden de nanómetros (menor que el tamaño de una célula).

las impresoras 3d pueden usar aleaciones metálicas de alta resistencia

La ESA y la Comisión Europea buscan con el proyecto AMAZE aprovechar al máximo las posibilidades que brinda este nuevo método de fabricación. Usando aleaciones de metales se pueden construir herramientas y repuestos que soporten las condiciones más extremas, temperaturas de más de 3000 grados y tremendas presiones.

Además, por la forma en que se crean los objetos, sólo se usa el material necesario, haciendo posible el trabajo con materias primas muy costosas (como el platino o el niobio) reduciendo a cero los residuos. Un kilo de material se convierte en un objeto de un kilo, sin pérdidas. Por último, otro de los grandes beneficios de estos sistemas es que los diseños se pueden enviar instantáneamente como un archivo informático, de forma que una nave en el espacio podría crear un objeto que un grupo de ingenieros haya diseñado en la Tierra. Esto incluiría, cómo no, una nueva impresora en tres dimensiones que reemplace a la anterior.

En AMAZE cooperan 28 empresas europeas y tiene cuatro plantas de producción e investigación en Reino Unido, Italia, Noruega y Alemania. Uno de sus objetivos es instalar una impresora de aleación de metales en la estación espacial internacional y su mayor reto es acelerar el proceso de fabricación, que por ahora sigue siendo relativamente lento.