Ana María Matute: la posguerra se queda sin su más brillante narradora

Ana María Matute, novelista reconocida con el Premio Cervantes en 2010 y miembro de la Real Academia Española ha fallecido esta mañana en Barcelona a los 88 años de edad. Una de las principales figuras de la narrativa del siglo XX que supo mezclar en sus relatos los aspectos políticos, sociales y morales de la posguerra española a la perfección.

Ana María Matute
Ana María Matute/ Foto: web de la autora

Nacida en Barcelona el 26 de julio de 1925, con tan sólo cinco años, tras haber padecido una enfermedad que le afectó al riñón, escribió su primer relato que ella misma se encargaría de ilustrar.

A los ocho años vuelve a enfermar lo que le lleva a trasladarse al pueblo familiar, Mansilla de la Sierra, donde vivió con sus abuelos. Los años transcurridos en aquel lugar influirán posteriormente en sus narraciones.

Lo que realmente supuso una fuente de inspiración en toda su obra fue el inicio de la Guerra Civil en 1936. Años de penuria que reflejó en sus primeros libros, como «Los Abel» o «Pequeño teatro» marcados todos por un notable pesimismo y protagonizados por niños que viven los horrores del conflicto.

Cultivó tanto la novela como cuentos para niños y relatos cortos, con «Historias de Altamira», «El tiempo» y «Algunos muchachos». También autora de obras autobiográficas entre las que se encuentra «A la mitad del camino» y «El Río», protagonizadas por historias de su infancia.

En 1949 queda por primera vez finalista de los Premios Nadal con su obra «Las Luciérnagas», que muestra un aspecto caótico y desastroso de la ciudad de Barcelona en los años de guerra. La novela no fue publicada hasta 1955, ya que su gran compromiso social hizo que fuera censurada.

Con «Primera Memoria», finalmente resulta ganadora del premio en 1959. Este no sería el único galardón de su carrera, reconocida con el Premio Planeta en 1954 con «Pequeño teatro», y en el año 2010 con el Premio Cervantes por toda su obra, entre otros.

La trilogía «Los mercaderes» y la «Torre de Vigía» fueron las dos obras que escribió antes de tomarse algunos años de retiro. Recobró su producción novelística en 1997 con «Olvidado Rey Gudú» y «Aranmanoth».

Un año antes fue nombrada miembro de la Real Academia Española de la Lengua, convirtiéndose en la tercera mujer miembro desde su creación.

Una vida dedicada al mundo de las letras, que colmó de grandes obras maestras convirtiéndose en todo un referente de la novela de posguerra.