Caribe, biodiversidad sin fronteras

Se ha inaugurado en la localidad de Dosmond en Haití, el primer Centro de Propagación Vegetal. un proyecto que forma parte de la iniciativa del Corredor Biológico del Caribe que financia la Unión Europea. Un programa para la conservación de la biodiversidad, el medio ambiente y el desarrollo de la población en Haití, República Dominicana y Cuba.

Una especie de lagarto gigante
Especie endémica en el lado dominicano en la frontera con Haití/ Foto: Dionny Matos/ IPS

SANTO DOMINGO, (IPS) - La protección y conservación de la biodiversidad figura entre los grandes desafíos que impone el cambio climático al Caribe insular que, por sus características geográficas, guarda una gran cantidad de especies de flora y fauna endémicas.

En ese sentido, el Corredor Biológico del Caribe (CBC) abre para República Dominicana, Cuba y Haití, que lo impulsan con ayuda de la cooperación internacional, la posibilidad de concretar proyectos que beneficien no solo a sus territorios sino a toda el área.

El ministro dominicano de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ernesto Reyna, defende el corredor como una alianza estratégica necesaria para los territorios insulares amenazados por las variaciones climáticas, que incluyen el aumento de las temperaturas y del nivel de los océanos.

A la vez, se prevén tormentas más fuertes, sequías e inundaciones recurrentes con severos riesgos para los habitantes de Haití y República Dominicana, pero también para su fauna y flora, con especies en peligro de extinción. «Por la experiencia de Cuba, la situación difícil de Haití y el interés que ha mostrado República Dominicana, podemos decir que esta unión entre tres países hermanos es un ejemplo de lo que se puede hacer para beneficio de la conservación de los recursos naturales», considera.

Reyna confirma que Jamaica, Puerto Rico, Guadalupe y Martinica se han interesado y participan como observadores e invitados en este proceso, y esperan participar con todos los derechos en el corredor biológico, especie de sombrilla para proyectos de «acción práctica».

El corredor proporciona un marco de cooperación para proteger y reducir la pérdida de la diversidad biológica en la región caribeña mediante la rehabilitación del medio ambiente y el desarrollo de medios de subsistencia alternativos.

En unos 1.600 kilómetros lineales de extensión, el CBC incluye en República Dominicana la Reserva de la Biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo y la Cordillera Central, fundamentalmente todo el macizo central, hasta la parte limítrofe con Haití.

La porción haitiana abarca las zonas del Massif La Selle, el lago Azuei, Forêt des Pins, La Visite y el Massif du Nord (como se llama en Haití la Cordillera Central). Haití, el país más empobrecido de América, y República Dominicana comparten la isla La Española, con una línea de frontera de 382,8 kilómetros de longitud.

El CBC también comprende una amplia área de la región oriental de Cuba, incluida la Sierra Maestra, Baracoa, Nipe y Sagua. La dirección de esta iniciativa, acordada por las tres naciones en 2007, se encuentra actualmente a cargo del académico e investigador cubano Nicasio Viña.

A la vez que conecta paisajes, ecosistemas, hábitat y culturas de los tres países, el corredor confiere categoría especial a más de 60 áreas protegidas, lo cual puede facilitar inversiones que promuevan el desarrollo y la reducción de la pobreza, mejora de la calidad de vida y recuperación de zonas de alto impacto humano, entre otros objetivos.

Informes del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indican que la región del Caribe insular guarda 23,5 plantas endémicas por cada 100 kilómetros cuadrados, superando en 3,4 y 12 veces, respectivamente, la densidad existente en el brasileño Bosque Atlántico, los Andes tropicales y Mesoamérica, la zona que incluye el norte de América Central y el sur de México.

Promotores del CBC alertan que proteger y conservar esa riqueza biológica incluye el alivio de la pobreza de quienes habitan ese espacio, para reducir la presión sobre los recursos biológicos. Para el ministro Reyna, uno de los grandes desafíos es restaurar la confianza de las comunidades.

En ese sentido, Reyna considera clave la participación comunitaria en las acciones que emanen de los proyectos, especialmente en las estructuras de los gobiernos locales, como minicuencas y subcuencas, para que los planes no se queden paralizados.

La iniciativa cuenta con financiación de la Unión Europea y también está apoyada por el PNUMA.

Aunque tiene algunos años de vigencia, el titular dominicano de Medio Ambiente sostuvo que el CBC ha sido «relanzado». «Es un proyecto de futuro y de proyección hacia los demás países, creo que ha llegado el momento de que tome el impulso definitivo», comenta.

Entre los proyectos ya en marcha está el Centro de Propagación Vegetal de Dosmond, cerca de Ouanaminthe, en el noreste de Haití. El sitio incluye un invernadero que puede albergar hasta 600.000 plantas, un germinadero, un área de atemperamiento, una oficina, un almacén y un espacio multiuso.

Uno de los problemas ambientales más graves de Haití es la deforestación -menos del dos por ciento de su territorio cuenta hoy con bosques- y la degradación de sus suelos. La franja fronteriza dominico-haitiana está expuesta por tanto a fuertes amenazas y la pobreza de sus residentes los hace aún más vulnerables a eventos extremos del clima.

Un acuerdo binacional apoyado por Noruega a través de Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), vigente desde el pasado año para aumentar la cobertura boscosa y mejorar las condiciones de vida de los pobladores de ambos lados de la frontera, podría aminorar tensiones en ese sentido.

En República Dominicana, «un vasto plan de reforestación permitió aumentar el área boscosa en nuestro país del 12 por ciento en 1967 al 39,7 por ciento en la actualidad», asegura Reyna.

Pero el brusco aumento en los últimos años del nivel de las aguas del lago Enriquillo, en la frontera con Haití, adiciona retos ambientales no del todo aclarados, aparte del impacto socioeconómico que implica la pérdida de grandes extensiones de tierras cultivables.

Habitantes de esa zona nos han confirmado que en el Enriquillo se observan ahora especies que nunca se vieron en el lago, como cangrejos, sábalos y la guabina. «Aquí siempre se pescó tilapias y biajaca, que son de agua dulce», comenta José Trinidad, un agricultor del poblado fronterizo de Jimaní.