Crisis entre Erdogan y el teólogo Güllen

En Turquía se deshace una alianza táctica entre el primer ministro Recep Tayyip Erdoğan y el movimiento liderado por el teólogo Fetullah Gülen. Y la ruptura amenaza con complicarse. La tensión entre Erdoğan y el movimiento de Gülen se intensificó a finales de diciembre, cuando la oficina del primer ministro anunció que en la residencia privada se habían encontrado aparatos de escucha.

Fetulleh Güllen
Fetulleh Güllen, intelectual, teólogo y erudito del islam/ Foto: Zaman

Erdoğan afirmó que la responsabilidad de los micrófonos ocultos era del «estado profundo», término amplio utilizado para describir a elementos reaccionarios dentro del sistema político turco y a militares que actúan por fuera de la ley.

En la década pasada, el gobierno de Erdoğan, con la ayuda de los seguidores de Gülen, redujo drásticamente la influencia política de los militares. De ahí que el incidente de las escuchas podría atribuirse al esfuerzo de algunos generales por recuperar parte de su poder perdido.

Pero algunos analistas plantean la posibilidad de que los micrófonos hayan sido instalados por seguidores de Gülen, que tiene una gran influencia en los medios de comunicación, el sistema judicial y la policía del país. «Quienes desempeñaron un papel importante en despejar la influencia de los militares desde el estado profundo pueden estar intentando llenar el vacío», especula Akif Bek, exportavoz de Erdoğan, en CNN Türk.

El movimiento de Gülen es conocido principalmente por gestionar una vasta red de escuelas islámicas en todo el mundo, también tiene considerables conglomerados de medios de comunicación.

Sus seguidores dentro de Turquía se ven como una fuerza crítica, ayudan a Erdoğan y a su moderado Partido Islamista de Justicia y Desarrollo a poner a las Fuerzas Armadas bajo el control civil y a debilitar la firme separación entre religión y Estado.

Ahora que los generales están siendo llamados al orden, la base para la alianza Erdoğan-Gülen se ha erosionado. «La confianza entre las dos facciones se ha desvanecido, y ahora esta coalición no está funcionando en absoluto porque los objetivos comunes no son tan fuertes como antes», observa Kadri Gürsel, columnista político del diario turco Milliyet. «El común denominador se ha debilitado

Ahora que Erdoğan está seguro en el poder, el primer ministro tiene menos necesidad de buscar ese común denominador, señala Yuksel Taskin, profesor adjunto en la Universidad de Marmara, en Estambul, y experto en política turca de centro-derecha. «Cuando necesitó luchar contra los militares y la burocrática oligarquía civil, dio demasiado poder a la comunidad de Gülen», dice Taskin. «No quiere que este grupo le presione. Necesita frenar su poder. Esta es la lógica de la política».

Las primeras señales de conflicto empezaron a aparecer hace casi un año, cuando, en febrero de 2012, la fiscalía intentó interrogar al jefe de Inteligencia, Hakan Fidan, por supuestas acciones realizadas por su agencia, el MIT, para mediar en el final de la insurgencia de décadas protagonizada por rebeldes kurdos armados.

La investigación, que en última instancia pudo haber llevado a Erdoğan a los tribunales como testigo de la defensa, obligó al primer ministro a acelerar en el parlamento la legislación que le daba poder de veto en el interrogatorio al jefe de la Inteligencia.

El periodista de investigación Ahmet Şık, autor de un libro sobre el movimiento de Gülen, mantiene que la investigación era sobre la lucha de poder entre las dos figuras más poderosas de Turquía, Erdoğan y Gülen. «Tayyip Erdoğan lo interpretó como un ataque contra él y respondió con otro más duro», evaluó Şık. «Eso fue lo normal».

Pasando de cazado a cazador, desde entonces el MIT se ha visto como persiguiendo a los gülenistas

Erdoğan «dio órdenes al MİT de que pusiera en la lista negra a los burócratas cercanos a la comunidad a fin de librarse de ellos», escribió Emre Uslu, columnista del Zaman Today, un diario en inglés que se considera afín al movimiento de Gülen.

No se trata simplemente de purgar a cientos de partidarios de Gülen en la policía, el servicio civil y el Poder Judicial. Erdoğan ha puesto la mirada en las escuelas privadas que se señala son una importante fuente de ingresos y de nuevos adeptos para el movimiento.

Cada año, las escuelas de apoyo o «dershanes», preparan a alrededor de 1,2 millones de estudiantes para el difícil examen de ingreso en la universidad. Un estudio publicado en septiembre de 2012 por la Cámara Turca de Comercio estimó que las escuelas, que son más de 4.000, se han vuelto un negocio multimillonario, que incluye una vasta red de publicaciónes y distribución.

Sin embargo, se ignora la cantidad exacta de escuelas vinculadas al movimiento de Gülen. De todos modos, el destino de las escuelas se ve como una muestra del rumbo que tomará el enfrentamiento entre el primer ministro y el teólogo.

El 7 de diciembre, el ministro de Educación, Ömer Dinçer, pareció indicar una leve flexibilización de la postura del gobierno, postergando la fecha de cierre de las escuelas hasta 2014. No se dio ninguna explicación para tal cambio.

Hasta ahora, Gülen, que tiene 71 años y vive en un exilio autoimpuesto en Pennsylvania, ha tenido cuidado de evitar la confrontación público con el primer ministro sobre cualquiera de estos frentes. Pero en un discurso filmado en noviembre y dirigido a sus partidarios, exhibió cierta determinación.

«Cuando ellos cierren vuestras casas, ustedes abrirán dormitorios. Cuando ellos cierren vuestras escuelas, ustedes construirán universidades. Cuando ellos cierren vuestra universidad, ustedes abrirán 10 escuelas más», aseguró.

*Dorian Jones es un periodista independiente que vive en Estambul. Este artículo fue publicado originalmente en EurasiaNet.org.