Cumbre UE-África: Una mirada al pasado para comprender el futuro

África es uno de los continentes que recibe una atención especial por parte de la «acción exterior» de la Unión Europea. En las últimas décadas han evolucionado las políticas de cooperación de la UE y han progresado las relaciones entre ambos continentes. La Cumbre UE-África, que se inicia este miércoles en Bruselas es un buen momento para analizar ese proceso de cooperación, que se inició en 1975 y que se ha desarrollado con altibajos.

Al analizar las raíces históricas de esta asociación es importante recordar que muchos países africanos tienen una relación especial con la Unión Europea (Comunidad Europea entonces) desde 1975, el año de la primera Convención de Lomé. Unos acuerdos que facilitaron el libre acceso de casi todos los bienes producidos en los países ACP (África, Caribe y Pacífico), al mercado europeo .

Un hito en la evolución de las relaciones UE-África fue el Acuerdo de Cotonú del año 2000, en el que se renovaron los Convenios de Lomé anteriores y se sentaron las bases de las actuales relaciones entre la UE y los 79 países que participaron en el acuerdo.

El objetivo del Convenio fue conseguir una mayor integración de los países ACP en la economía mundial, no sólo considerando, como en el pasado, los aspectos puramente económicos sino también proporcionando apoyo a problemas como el respeto por la democracia, los derechos humanos, y el desarrollo de un buen gobierno, lo que garantizó una mayor autonomía de los países involucrados en el tratado.

El Acuerdo de Cotonú, que tiene una vigencia de 20 años, ha sido objeto de dos revisiones que han llevado al reconocimiento de la jurisdicción de la Corte Penal Internacional. El acuerdo, firmado por 48 países africanos, con el apoyo financiero del Fondo Europeo de Desarrollo (FED), facilita los convenios sobre política económica y social, y la cooperación al desarrollo de estos países.

Para evaluar el desempeño de la «Unión Europea en el proceso de cooperación, es importante hacer hincapié en que las políticas europeas hacia países terceros, que tenían en un principio un enfoque puramente comercial y económico, se han redirigido en los últimos años, principalmente hacia cuestiones como la protección de los derechos humanos, el estado de derecho, la paz y la seguridad.

En el análisis global de las relaciones entre los dos bloques también es esencial recordar la cumbre de 2000 en El Cairo, en la que se iniciaron reuniones periódicas, a nivel ministerial inaugurando una nueva era en las relaciones UE-África. Al año siguiente se crea la Nueva Alianza para el Desarrollo de África (NEPAD) y en 2002 la Unión Africana, que aglutina a casi todos los países del continente y a la que pertenecen en la actualidad unos 54 estados.

El paso siguiente, en 2005, fue la creación de la estrategia de la Unión Europea para África convertida, sólo dos años más tarde, en la Estrategia Conjunta UE-África, que pretende establecer una mayor coordinación entre las políticas de la Comisión Europea, los Estados miembros y los gobiernos de los países africanos.

Desde la Cumbre de Lisboa en 2007, se reconoce a la Unión Africana como un interlocutor de la UE en África, comenzando así una asociación estratégica esencial. El objetivo principal de la cumbre de Lisboa sigue presente. Se trata de ir más allá de las cuestiones puramente africanas, para abordar eficazmente los desafíos globales como la migración, el cambio climático, la paz y la seguridad.

La voluntad expresada por ambas partes trata también de desarrollar una asociación centrada en las personas, procurando aumentar la participación de los ciudadanos africanos y europeos. Entre 2008 y 2013, la estrategia conjunta se ha llevado a cabo con reuniones anuales y los planes de acción, que también ha servido para sentar las bases de la cumbre que se celebra estos días en Bruselas.

Tras analizar todas las reuniones y cumbres que han dado forma a las relaciones entre la UE y los países africanos hay que destacar que el instrumento clave de la cooperación económica está representado por los Acuerdos de Asociación Económica (EPA, por sus siglas en inglés), que se fundaron en 2000 y deberían haber finalizado en 2008.

En vista de que ninguna de las cinco macro-regiones del continente africano ha definido del todo su EPA y de que ha habido una serie de acuerdos multilaterales y bilaterales en los que han participado solamente 18 países. La Unión Europea, ha puesto de plazo hasta el próximo 1 de octubre para concluir los acuerdos de asociación económica provisionales. Los países africanos que no los firmen perderán la oportunidad de beneficiarse del actual trato preferente que les otorga la UE.

Pero hay que insistir en las razones de este éxito limitado, de los acuerdos de asociación económica: de hecho, algunos expertos creen que, a pesar de las reiteradas declaraciones sobre la igualdad entre las partes, la Comisión Europea mantiene una posición negociadora innegable de supremacía.

Desde este punto de vista, hay que considerar el papel que han tenido en las negociaciones las Direcciones Generales de Desarrollo y la Cooperación (EuropeAid), y de Comercio. La primera se ocupa de la distribución de la ayuda al desarrollo y la cooperación, y la segunda opera desde una óptica liberal, vinculada a los principios del libre mercado

Muchos, consideran que la Dirección General de Comercio ha protagonizado los acuerdos,manteniendo a Europaid en una posición secundaria, lo que supone que en el desarrollo de los países involucrados se ha priorizado la liberalización económica.

Otro de los factores del fracaso parcial que la EPA ha tenido hasta ahora, se ha debido probablemente al complejo sistema que la UE tiene para elaborar sus políticas, que se divide entre los poderes de la Comisión y del Consejo. El choque de siempre entre los intereses comunes de la UE y los individuales de los Estados miembros, unido a la persistencia del método intergubernamental en muchas áreas es, obviamente, un obstáculo importante en la relación con África y, en general en las relaciones exteriores de la Unión.

Otro elemento negativo en las relaciones entre la UE y África en los últimos años se deriva sin duda del redimensionamiento, obligado por la crisis, de los fondos asignados a los proyectos de cooperación para el desarrollo de los países africanos. En la cumbre se discutirá como relanzar muchos de estos proyectos con un mayor compromiso por parte de la UE, que debe demostrar la importancia que concede a su relación con los socios africanos.