El G7 aúna fuerzas y no descarta futuras sanciones contra Rusia

Bruselas ha acogido, con extremas medidas de seguridad, la primera Cumbre del G7 que en diecisiete años, no ha contado con Rusia, tras su anexión de Crimea en marzo; la primera en la capital europea y la primera en que Herman Van Rompuy y Jose Durao Barroso han sido los anfitriones. El resultado es claro: todos están de acuerdo en que Rusia debe retirar sus tropas del este de Ucrania, so pena de futuras sanciones, aunque no descartan el diálogo con Moscú.

Cena del G-7 / Foto: CE
Cena del G-7 / Foto: CE

Una Cumbre «excepcional», según Van Rompuy, que empezó con la cena que tuvo lugar ayer entre los siete países más poderosos del mundo: Estados Unidos, Italia, Alemania, Japón, Reino Unido, Francia y Canadá y en la que decidieron afianzar el juego del palo y la zanahoria que han empleado en los últimos meses con Rusia. A saber, futuras sanciones si no retira sus tropas del este de Ucrania, diálogo y reconocimiento del nuevo Gobierno de Kiev, sino futuras sanciones vendrán. La UE ya ha congelado activos a 61 personalidades rusas, así como la suspensión de un nuevo acuerdo entre ambas potencias.

En su gira europea, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, empezó visitando Varsovia, capital de Polonia y uno de los países de la UE partidarios de utilizar más mano dura contra Putin.

En estos dos días que se ha reunido con sus homólogos mundiales, Obama ha intentado llegar a un acuerdo, en especial con los europeos, en cuanto a su relación con Rusia. El presidente de Estados Unidos se encontrará también con Putin en Francia, con motivo del 70 aniversario del desembarco de Normandía, aunque no se prevé que los dos líderes mantengan ninguna reunión bilateral, sí la habrá entre Cameron y Putin. El primer ministro británico ha asegurado que considera que las acciones de Rusia son «inaceptables», y así se lo hará saber al presidente ruso.

La UE se juega mucho más que Estados Unidos, si sigue manteniendo tensas relaciones con el Kremlin, debido a su fuerte dependencia energética, en especial el este del continente, y sus relaciones comerciales. Y esa es una de las principales razones por las que la UE juega a este soft power, que ha mantenido hasta ahora. Aunque los presidentes del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy y José Durao Barroso, han afirmado que la UE está «preparada» para emprender «futuras sanciones».

Obama no puede permitirse que las tensiones con Rusia debiliten sus relaciones con Europa, por lo que han intentado mantener un frente común contra Moscú, pero según apuntan fuentes diplomáticas, el Kremlin debe dar «varios pasos» para rebajar la tensión en Ucrania, hasta que pueda volver a formar parte del antiguamente llamado G8.

La energía también ha centrado las conversaciones entre los estados que, desde la crisis ucraniana ha copado toda la atención convirtiéndose en una asunto de gran «importancia geopolítica», en palabras de Barroso. El presidente Obama ya anunció en Bruselas en la Cumbre UE-Estados Unidos en marzo, que abrirá al mercado mundial la venta de gas natural licuado, dando la oportunidad a la UE para comprarlo, en detrimento del ruso, y abriendo también la puerta al uso del fracking, la extracción de gas del subsuelo, en el continente europeo. Obama asegura que la crisis ucraniana permite a los países dependientes del gas ruso buscar nuevas fuentes de energía más verdes y seguir en la lucha contra el cambio climático.

La sucesión de Barroso

Las elecciones europeas y más concretamente, Jean-Claude Juncker, también se han colado en la Cumbre del G7. El presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, ha ratificado el papel que le fue confiado la semana pasada durante la reunión informal de Jefes de Estado y de Gobierno que tuvo lugar en Bruselas. Van Rompuy ha confirmado que aún debe entablar conversaciones con los partidos políticos en el Parlamento y con los Estados miembros, para poner uno o varios candidatos sobre la mesa. La rumorología persiste, y Jean-Claude Juncker sigue sin convencer.

El premier británico, ha manifestado de nuevo sus reticencias hacia Juncker, ya que considera que el luxemburgués no lidera ni «el cambio» ni «la reforma» que debe emprender la UE, porque, considera que ese es el mensaje que enviaron los votantes europeos al votar a partidos euroscépticos o directamente xenófobos como el Frente Nacional de Marine Le Pen. Uno de los pocos líderes reforzados en las últimas elecciones, el italiano Matteo Renzi, por primera vez sentado en la mesa del G-7, ha asegurado que escuchará el programa de Juncker, para apoyarlo o no. Por su parte, la cCanciller alemana Angela Merkel, muy criticada por haber apoyado al candidato de su partido, luego jugar a la ambigüedad, y más tarde volver a apoyar a Juncker, sigue siendo clave en las negociaciones.